Jeremy Lin: dos meses buenos y un anillo que acaban en pesadilla
El base consiguió hacerse un hueco en la NBA tras dos meses buenos en los Knicks. Logró el anillo en Toronto, pero la Liga le ha dado la espalda; ha rechazado una oferta del CSKA.
La NBA es aquel lugar donde ocurren cosas impresionantes. Da la sensación, de que la competición norteamericana es un lugar reservado para los milagros, y que de cuando en cuando puedes ver cosas increíbles que te dejan pegado al asiento. Los 13 puntos en 35 segundo de Tracy McCrady, los 8 en 18 de Reggie Miller en el Madison, los 81 de Kobe a los Raptors...
Y no sólo eso. Los hechos aislados son una cosa, pero hay veces que las explosiones individuales son más duraderas y que parece que un jugador desconocido puede convertirse en la nueva estrella de la Liga. Al menos eso fue lo que pasó con Jeremy Lin. El base había pasado sin pena ni gloria por los Warrriors en la 2010/11, primera temporada en la NBA. Al año siguiente firmó por los Knicks. Jugó 9 de los 22 primeros partidos promediando 3.6 puntos 6 minutos de juego. Hasta el 4 de febrero de 2012. Ese día todo cambió.
D'Antoni, exasperado por el devenir del equipo y sin encontrar soluciones, decidió dar entrada al base cuando quedaban menos de 4 minutos para la conclusión del primer cuarto. Estuvo 35 minutos en pista. Acabó el encuentro con 25 puntos, 5 rebotes y 7 asistencias, aclamado por el Madison y ayudando a su equipo a lograr la victoria. En el siguiente encuentro ante los Jazz, 28+8, y ante los Wizards, 23+10.
El 10 de febrero llegó uno de los mejores partidos de su vida, el disputado contra los Lakers de Kobe Bryant, un rival que ha hecho mucho daño a la franquicia y a su mítico estadio. El escolta no decepcionó y acabó con 34 puntos (y 10 rebotes), pero el base respondió con 38 y 7 asistencias. El público y la NBA enloquecieron e incluso hubo gente que pidió su inclusión en el All Star. Era Linsanity. La sensación del momento.
El momento dulce se alargó: 20+8, 27+11 (con triple ganador ante os Raptors) y 10+13 antes de perder ante los Hornets a pesar de los 26 tantos del estadounidense. Habían sido 7 victorias seguidas desde su explosión. Luego, 28+14 ante Dallas, momento hasta el cual podemos estirar la racha (hay algunos que lo harían todavía más). En total, 25+9 en 9 encuentros, algo impresionante que le convirtió en la mayor sensación de la Liga durante unos días. Jugó 17 partidos más, en los que bajó sus números hasta los 15 puntos y 7 asistencias con encuentro, con peores porcentajes en tiros de campo.
En total fueron 18,5 puntos y 7'7 asistencias. 16 victorias en 26 partidos antes de lesionarse que permitieron a su equipo clasificarse para los playoffs (que no jugó) y ser el protagonista de un año de ensueño que le dejó como una de las sensaciones de la temporada.
Dando tumbos por una Liga que le acaba dando la espalda
Desde entonces, el norteamericano no ha estado más de dos temporadas en un mismo equipo. Llegó a los Rockets con Harden, pero su alianza con el escolta no funcionó y acabó siendo relegado al banquillo durante su segundo año siendo uno de los incontables jugadores que han salido del equipo para rodear a La Barba de la mejor manera posible. Luego pasó por los Lakers, los Hornets, y los Nets, donde recuperó ligeramente el nivel antes de lesionarse en el primer partido de la 2017/18 y pasar el año en blanco.
La pasada campaña pasó por los Hawks antes de recalar vía traspaso en los Raptors, donde se hizo con el anillo de campeón a pesar de su testimonial papel en los playoffs. Exceptuando con los canadienses, en todos los equipos ha estado entre 20-30 minutos por partido promediando más de 10 puntos por duelo. Números nada desdeñables para un jugador que ha aportado desde el banquillo pero que nunca ha encontrado la regularidad que sus equipos buscaban en él.
Ahora está sin equipo. Ignorado en el mercado de fichajes, recientemente apareció entre lágrimas diciendo que la NBA le había dado la espalda. Tenía una oferta del CSKA, pero la ha rechazado. Quiere apurar sus opciones en la mejor Liga del mundo, y en caso de seguir en la misma situación, se plantea recalar en China.
Los dos meses en los que Lin se convirtió en la sensación de casi todo un país fueron tan impresionantes como efímeros. Efectivamente, las cosas increíbles ocurren en la NBA, pero tal y como vienen se van. El jugador ha estado en 8 franquicias en 9 años, ha conseguido anotar más de 5.000 puntos y se ha embolsado sus millones gracias a esos dos meses. Pero ahora, el cuento de hadas se ha convertido en pesadilla, y el base no encuentra su sitio.