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NBA | DRAFT 2019

Jarrett Culver: el hijo del pastor es una máquina de defender

Líder de los Red Raiders que perdieron in extremis la final universitario, Culver es una estrella inesperada con un potencial irresistible.

ANAHEIM, CALIFORNIA - MARCH 30: Jarrett Culver #23 of the Texas Tech Red Raiders cuts the net after defeating the Gonzaga Bulldogs during the 2019 NCAA Men's Basketball Tournament West Regional at Honda Center on March 30, 2019 in Anaheim, California.   Sean M. Haffey/Getty Images/AFP
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Sean M. HaffeyAFP

Número del draft: 6 (Minnesota Timberwolves)

Edad: 20 años (20 de febrero de 1999 en Dallas, Texas)

Altura y peso: 2,01 y 88 kilos.

Universidad: Texas Tech (2017-19)

Estadísticas NCAA: 14,9 puntos, 5,6 rebotes y 2,8 asistencias.

Puesto: Escolta/alero

Los Raiders de Texas Tech: la revolución roja del último March Madness y un equipo derrotado en la foto finish de la gran final, en Minneápolis. La marea de aficionados de una poderosa universidad pública de Lubbock (Texas) y el milagro deportivo de Chris Beard, un entrenador que se ha consagrado después de demostrar que no solo era sostenible sino que también se podía mejorar el modelo con el que sorprendió un año antes de la mano de Keenan Evans y Zhaire Smith, número 16 del draft 2018. Con un espíritu inquebrantable, un tremendo sentido colectivo y una defensa de nivel histórico, desde luego una de las mejores de los últimos años, Texas Tech, con el Old Town Road de Lil Nas X convertido en himno oficioso, fue durante algunos días el equipo de casi toda América. Con una estrella por encima de todas: Jarrett Culver.

Como Zhaire Smith un año antes (jugaron juntos en la temporada 2017-18) Culver ha sido un jugador aparecido casi de la nada y disparado a lo más alto del draft de la NBA. Criado sobre las bases de la familia y la fe e hijo de un pastor y capellán de su universidad (dirige las oraciones antes de los partidos de Texas Tech), Culver es el prototipo de jugador al que los entrenadores tienen que sacar a rastras del gimnasio. El resultado de su trabajo constante es un nivel extraordinario y que no se le adivinaba cuando era un proyecto de tres estrellas, a priori destinado a acabar mucho más abajo en este draft.

Pero Culver asumió galones como sophomore en un equipo muy transformado y en el que de pronto tuvo que ser, y supo ser, el líder. La temporada pasada promedió 18,5 puntos y 6,4 rebotes, fue el Jugador del Año en la Big 12 y entre por consenso en el Segundo Quinteto All American. El torneo universitario confirmó su valor (partidazos ante Northern Kentucky, Michigan y Gonzaga) a pesar de que en la Final Four sufrió mucho con el tiro exterior: 3/12 ante Michigan State y 5/22 en la final contra Virginia.

Esa, el tiro, es una de las áreas que pueden limitar su tremendo potencial: con una mecánica no muy ortodoxa y que ya lleva intentando cambiar, lo que pudo afectar a sus porcentajes la temporada pasada, desde el final de su primer año universitario. Por lo demás, Culver es un diamante en bruto que todavía no ha aprendido a sacar partido a todo lo que puede hacer con su mezcla de tamaño (para su puesto) y habilidad para manejar la bola, ejercer de playmaker al lado de los bases, finalizar cerca del aro y, sobre todo, decidir partidos desde la defensa. Ese es ahora mismo su gran potencial, un instinto para romper líneas de pase y cubrir mucha pista como defensor. Pasa bien, juega con inteligencia, es disciplinado y trabajador... un jugador de enorme potencial que será una gran estrella si, simplemente, pule su tiro y se asienta como anotador de primer nivel, o al menos fiable. El resto, con mucho todavía por desarrollar, ya lo lleva de serie en este aterrizaje NBA.