Otro escándalo en los Lakers: Lonzo Ball pudo ser despedido
La franquicia frenó en el último momento una intervención no autorizada en el tobillo del base, que también pudo ser traspasado a los Bulls.
Los Lakers siguen acaparando titulares y focos... pero no de la forma que esperaban hacerlo en este mes de abril (para otros, tiempo de playoffs) cuando, el pasado verano, consiguieron hacerse con LeBron James. La franquicia, que Jeanie Buss trató de reinicar en el invierno de 2017 para devolverla a glorias pasadas (ahora mismo, muy pasadas) está sumida en un caos absoluto, después de una temporada catastrófica, marcada por la mala planificación, las lesiones y una inestabilidad que se ha acrecentado con la certificación del sexto año seguido fuera de playoffs, la salida de Magic Johnson como presidente (y las formas: un sainete) y la de Luke Walton, cuya figura como entrenador estaba totalmente quemada aunque, obviamente, ni mucho menos ha sido el culpable de todos los males que han sacudido a la franquicia en los tres años del exjugadores (campeón con Kobe Bryant y Pau Gasol) en el banquillo.
Sin Walton y sin líder en los despachos, sin saber si Rob Pelinka (ahora general manager) continuará y en que rol lo haría, ya con un rosario de nombres para hacerse cargo del equipo (Tyronn Lue, Monty Williams, Juwan Howard...), siguen (po si fuera poco) apareciendo más artículos que retratan de forma precisa la inestabilidad, falta de dirección y desconcierto que reinan en El Segundo. Uno de los más llamativos en las últimas horas lo ha publicado Shams Charania en The Athletic y en él, con la salida de Magic Johnson como eje, se cuenta que Lonzo Ball pudo ser despedido o traspasado en el mes de febrero.
La historia es, insisto, metáfora del descorazonador estado de los Lakers: Lonzo se lesionó el 19 de enero, un esguince de grado 1 en un tobillo que acabó con su temporada justo cuando estaba jugando el mejor baloncesto de su corta (dos temporadas) carrera NBA. Un varapalo para él y para los Lakers, arrasados por los problemas físicos. Pues bien, un mes después, pasado el ecuador de febrero, Alan Foster (socio y consejero), había, con permiso y conocimiento de LaVar Ball (el padre del jugador) organizado una intervención quirúrgica en Ohio de la que no sabían nada en los Lakers.
En el último momento, Lonzo habló con Pelinka y este le dejó claro que no podía someterse a una operación no autorizada por la franquicia y que hacerlo acarrearía la ruptura inmediata del contrato de un Lonzo que finalmente, y gracias a un plan de viaje trazado a toda velocidad por los Lakers, regresó a L.A. y al cauce de rehabilitación establecido por la organización. Esto, una operación no permitida y el consiguiente despido, pudo suceder. En los Lakers y en 2019. Lonzo, en las últimas semanas, ha roto todo su vínculo con Foster, al que acusa además de haberle estafado, y está tomando cada vez más distancia con respecto a LaVar. El propio LeBron le ha felicitado públicamente por "pasar de niño a hombre" y "asumir el mando" de los asuntos que atañen a su carrera y a su vida.
En paralelo, el periodista Joe Cowley, del Chicago Sun-Times, ha publicado que también en febrero, antes del cierre del mercado, Lakers y Bulls hablaron de un posible traspaso de Lonzo (que también habría salido en la frustrada operación Davis) que finalmente no se materializó. Otro lío en unos Lakers en los que, eso sí, no hay que perder la capacidad de asombro: el próximo puede ser mayor. Qué desastre.