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Bronca en el vestuario de unos Lakers cada vez más nerviosos

Versiones cruzadas sobre un enfrentamiento del técnico Luke Walton con jugadores como McGee y Beasley tras la derrota ante los Warriors.

Bronca en el vestuario de unos Lakers cada vez más nerviosos
Harry HowAFP

Los nervios están a flor de piel en Los Angeles Lakers, el equipo que era cuarto de la Conferencia Oeste cuando se lesionó LeBron James en el triunfo de Navidad en pista de los Warriors. Una paradoja: el mejor partido del equipo, la victoria más cara. Se vendió en principio que LeBron había evitado cualquier problema serio e incluso no se le descartó para el siguiente encuentro, dos días después en Sacramento. Pero la realidad es que casi un mes y medio después, LeBron solo ha jugado un partido de 19 posibles, y el equipo ha perdido 12 de los 18 que ha disputado sin él. Los problemas se han acumulado: las lesiones de Rondo, las de Ingram primero y Lonzo ahora, los problemas físicos de Hart, Kuzma y ahora Zubac... y demasiadas derrotas que ponen al equipo décimo del Oeste, a dos partidos del octavo puesto después de encajar un 44-20 final en Oakland tras amasar una ventaja de 10 puntos (71-81) en el tercer cuarto.

Los nervios están a flor de piel... y es parte del precio del órdago por Anthony Davis que se ha lanzado desde la franquicia a partir de los movimientos de Rich Paul, hombre de confianza de LeBron James y agente desde este verano también de Davis. En el vestuario angelino, los jóvenes conviven con preguntas constantes sobre su posible salida. Manda el viejo mantra de que "hay que controlar solo que uno puede controlar", Hart bromea simulando que no sabe quién es Davis e Ingram habla del éxito de otros ex del equipo (D'Angelo Russell y Julius Randle, sobre todo) fuera de L.A.: "Cada jugador tiene que saber gestionar mentalmente estas situaciones".

En medio de todo esto, lo que llegó a parecer que podía ser una victoria de mucho impulso en pista del campeón acabó en otra derrota y en otra tormenta de filtraciones desde el vestuario: primero Shams Charania (The Athletic) aseguró que algunos veteranos se habían enzarzado con Luke Walton hasta el punto de que tuvieron que ser separados cuando iban a llegar a las manos. Después casi todos los periodistas más próximos al equipo salieron al paso para pintar una situación mucho menos descontrolada y no muy distinta a la tensión habitual después de una derrota y en un momento difícil.

Sí que parece clara esta versión: Walton abroncó a sus jugadores por la falta de compromiso con el estilo de juego colectivo y poco egoísta que pretende implantar y algunos de ellos, sobre todo JaVale McGee y Michael Beasley, se encararon con él y le afearon sus rotaciones y su reparto de minutos. Josh Hart también fue uno de los más implicados, pero no así Lance Stephenson, cuyo nombre sí se citó en un primer momento. Desde el vestuario se vende un intercambio duro pero útil para limpiar un ambiente ahora mismo complicado y desde fuera surgen preguntas: ¿por qué Charania habla en primer lugar de una trifulca mucho más agresiva de lo que fue en realidad? Es decir, ¿quén le filtra algo así y con qué intención? Algunos apuntan a LeBron, desde cuyo entorno se ha cuestionado a Walton desde casi el inicio de la temporada. Y es conocido que jugadores como McGee ya habían tenido desencuentores anteriores con un entrenador que cada vez parece más alejado de los planes de futuro del equipo. Y no es del todo justo.

Quedan cuatro días para que se cierre el mercado y para que haya una respuesta definitiva sobre Anthony Davis. Mientras, las lesiones están echando por tierra lo que pareció en diciembre una propuesta muy interesante de unos Lakers que apuntaban a competitivos de verdad. Algunas voces ya se fijan sin disimulo en todo lo que implica tener a LeBron James, patrones que se vivieron en Miami y Cleveland: el entrenador en jaque, los jóvenes en la puerta de salida, control de todo lo que sucede en la pista y fuera de ella, un seguimiento agotador incluso para un equipo siempre tan mediático como los Lakers. Como si lo que pueda haber de cierto en todo eso compensara cuando se acumulan las victorias pero enturbiara demasiado el ambiente en las malas, muy malas cuando el propio LeBron está en un trance inaudito en su carrera, en la que nunca se había perdido tantos partidos por lesión en una misma temporada. Versiones cruzadas, nervios, líos, derrotas y todas las miradas puestas en Nueva Orleans. Vienen días muy interesantes (y seguramente trascendentales) en los Lakers.