Ricky, Ingles, Crowder... los Jazz 'se vengan' de Gordon Hayward
Gran partido de los Jazz ante unos Celtics cansados, sin Kyrie Irving y con Hayward abucheado por el público. Excepcional Joe Ingles.
A los Celtics les queda jugar en Portland, otro territorio comanche, para cerrar una gira durísima de cinco partidos fuera de casa, en el que por ahora están 1-3... y gracias al milagro de su remontada en Phoenix. Perdieron por los pelos en Indiana y Denver, y perdieron con justicia pero dando la cara hasta el final en Salt Lake City: 123-115 para unos Jazz que ya están aquí: después de su 0-4 inicial en casa, 2-4 y 6-6 total. Su ejecución, oxidada tanto en ataque como en defensa en el arranque, está completando el camino de regreso. Y con ella, la identidad de uno de los equipos más estables de la liga. Enfrente, 7-5 (4-4 fuera) para unos Celtics de los que se esperaba más pero que no pierden el aspecto de corredor de fondo. A cuatro partidos ya, eso sí, de los Raptors en una batalla del Este que no ha hecho más que empezar.
Kyrie Irving, después de su heroica noche en Phoenix 24 horas antes, no jugó por el fallecimiento de su abuelo. Pero era la fecha, claro, del regreso de Gordon Hayward a Utah. Los Jazz evitaron vídeos de homenaje en el pabellón que, incluso con buena intención, solo fueran a servir realmente para subir (todavía) más temperatura de las gradas, que ardían entre abucheos desde la presentación del alero, que respondió siempre con una sonrisa discreta y jugó uno de sus mejores partidos (13 puntos, 7 asistencias) en un inicio de temporada en el que, sencillamente, está demostrando que requiere mucho tiempo volver de una lesión como la suya. Los Jazz, casualidad o no, le buscaron desde el salto inicial, jugando Gobert los bloqueos sobre él para liberar a Joe Ingles. Y con buen resultado.
El alero australiano firmó un contrato que en su día provocó críticas hirientes a los Jazz: 4 años y 52 millones para, según muchos (era el verano de 2017), evitar a la desesperada la fuga de un Hayward con el que tenía una excelente relación y que estaba a punto de poner rumbo a Boston. Desde entonces, el ex del Barcelona ha sido una pieza clave de estos Jazz, ha convertido en desactualizado (o casi) su contrato y ha jugado partidos tremendos como este (27 puntos, 5 rebotes, 7 asistencias y 5/9 en triples) en el que fue visiblemente el mejor jugador en pista. En muchos aspectos, es el termómetro de los Jazz: defiende, crea juego y remata desde la línea de tres las excelentes circulaciones colectivas que diseña Snyder para su equipo, del que ayuda a descorchar la mejor versión cuando él se acerca a la suya. Como en este partido, en el que fue junto a Ricky el único de los Jazz que se abrazó con Hayward al final.
Ricky no llegó a coincidir con el alero en los Jazz (no en pista: contractualmente unos días), tampoco Donovan Mitchell, su reemplazo como jugador franquicia... y en el corazón de los aficionados. El primero jugó un muy buen partido 17 puntos, 6 rebotes, 7 asistencias y el segundo sumó 21 puntos. En realidad, todo el núcleo duro de los Jazz funcionó: 17+15 de Gobert con un gran trabajo de intimidación, 14+6 con rebotes de ataque claves de Favors... y 20+6+4 con el triple decisivo (para 117-109 ya en el último minuto) de Jae Crowder, un ex celtic que seguramente jugaba con sus propias cuentas pendientes. Y que apareció con precisión en varios de los momentos importantes del partido.
Con los Jazz cerca de su mejor nivel y sin Kyrie Irving al mando, no parece que la derrota sea dramática para los Celtics, cansados tras el esfuerzo y la prórroga de Phoenix, en back to back y capaces como casi siempre de asustar a un rival que se estaba ganando una noche plácida. Nada de eso: tras un primer tiempo muy igualado, los triples de Ingles llevaron el marcador al 58-51 al descanso, que era 83-63 mediado el tercer cuarto y 96-81 con diez minutos con jugar. Pero los Celtics nunca terminan de irse: 108-104 con tres minutos por jugar. Los Jazz, sencillamente, no son los Suns. Y no hubo milagro esta vez a pesar de la vuelta a la productividad de Tatum (21 puntos, 5 robos), los 22 puntos con 5 triples de Rozier (como siempre, notable supliendo a Irving) y el trabajo de Marcus Smart cuando otros habrían dejado de creer en la victoria.
Son derrotas que explica el calendario... pero son derrotas. Y los Celtics ya saben que Raptors y Bucks van a guiar la locomotora del Este (alta velocidad adelante, traqueteo cochambroso por atrás) a toda marcha. Pero uno ve la cara de Brad Stevens y resulta imposible no pensar que acabará yendo todo bien en Boston. Como en los Jazz, que están cogiendo ritmo y avanzando, poco a poco, al lugar que realmente les corresponde en el Oeste. Y que, aunque entrenador y jugadores le quitaran la importancia que sí le otorgó el público, se dieronun gusto con una victoria simbólica. E importante.