Ricky: "Culpé al baloncesto de no tener la vida que quería"
El niño prodigio del baloncesto español ha vivido un curso muy especial en Utah Jazz. Cambio de imagen y de mentalidad, buenos resultados. Tiene 27 años y lleva siete en la NBA.
Viene de firmar la mejor temporada de su carrera en tiros libres, tiros de dos, triples, anotación y minutos... ¿A qué lo achaca?
Era lo que necesitaba de mí el equipo y estaba mentalmente preparado para hacer más cosas y mejor. Llegué tras un verano muy productivo y sentirse bien en lo personal ayuda.
¿Superar el fallecimiento de su madre en 2016 fue clave?
Sí. Cuando falleció ya llevábamos más de un año luchando y eso me había afectado muchísimo.
¿Pasar de Minneapolis a Salt Lake City le ha cambiado la vida?
Los propietarios del club son mormones, algunos son amigos míos, hemos hecho buenas migas y me han explicado mucha historia. Yo pensaba que iba a un estado muy cerrado, pero algunos hablan castellano y hay muchos hispanos. El baloncesto te lleva a lugares donde no hubieras ido nunca y acabas conociendo cosas muy atractivas a nivel personal.
¿Cómo le ha ayudado Raúl López a mejorar su tiro?
Practicar en verano resultó clave. Me ayudó a retocar el estilo y a coger confianza.
¿Qué siente cuando los Timberwolves le dicen que ya no cuentan con usted?
Muchas cosas, una mezcla de alegría, de tristeza y al final no sabes ni qué sientes. Creo que fue lo mejor que podía haberme pasado. Utah Jazz me va como anillo al dedo.
¿Qué espera del futuro?
Tengo un año más de contrato y me siento cómodo. Después, en principio, seria libre, aunque antes Utah me puede ofrecer una extensión. Si no lo hace, llegaría otro momento divertido: cualquier jugador quiere ser una vez libre para ver cómo está su valor en la NBA.
¿Irá su amigo Llull a la NBA?
Puede ir cuando quiera, pero le hace muy feliz estar en el Madrid. Es el líder y se siente muy querido. Y si uno es feliz, ¿para qué cambiar?
¿Triunfará Doncic?
Doncic es un jugador especial, ganador, de los que sale uno cada mucho. Sorprenderá.
Además de su imagen, ahora hipster (barba, pelo largo y moño), ¿qué más ha cambiado?
Antes era más precavido, pero llega un momento en el que si no te lo crees no consigues lo que deseas. El equipo tiene carácter y a mí me ha dado confianza creer en él y en poder llegar a una final. Nos queda algo grande por hacer.
Siempre le he llamado nen (niño). ¿Ese nen ya no existe?
Puede. Lo que lo ha cambiado todo es la filosofía de vida. El año pasado, cuando acabó la temporada, decidí que era el momento de dejar de ser lo que había sido hasta entonces: meticuloso, siempre pensando en todo... No me corté el pelo durante un año, por ejemplo, a ver qué pasaba y todas estas cosas han funcionado. Me encuentro muy bien. El baloncesto es importante, pero la vida lo es más.
¿Antes no era así?
Quizá lo entendía al revés. Empezar tan joven te puede llevar a creer que el deporte lo es todo. Hubo un momento en el que culpaba al baloncesto de no tener una vida como la que quería, de no haber podido estar con mi madre en los momentos más duros. Eso ya pasó.