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CAVALIERS-WARRIORS (0-3)

¿Por qué se llama Hamptons 5 al mejor quinteto de los Warriors?

Curry, Thompson, Iguodala, Durant y Green forman seguramente la unidad más imparable que jamás ha visto la NBA. Esta es la historia de su nombre.

Cleveland
Jun 6, 2018; Cleveland, OH, USA; Golden State Warriors guard Stephen Curry (30) celebrates with forward Kevin Durant (35) during the fourth quarter against the Cleveland Cavaliers in game three of the 2018 NBA Finals at Quicken Loans Arena. Mandatory Credit: Kyle Terada-USA TODAY Sports
Kyle TeradaUSA TODAY Sports

En los playoffs de 2016 se producen dos remontadas en series que estaban 1-3, con los Warriors en las dos caras de la moneda. Primero, en una final del Oeste para el recuerdo, los Thunder de Kevin Durant y Russell Westbrook escaparon hasta esa ventaja masiva pero perdieron tres partidos seguidos. El segundo de ellos, un sexto jugado con 2-3 en OKC, donde los Thunder habían saldado sus dos primeros de la serie con un escandaloso +54 total, y en el que los Warriors sobrevivieron con un partido memorable de Klay Thompson, cuyos once triples (récord de playoffs), algunas absolutamente imposibles, mantuvieron con vida a un equipo que había ganado 73 partidos en Regular Season y había aplastado el legendario 72-10 de los Bulls de Michael Jordan.

Y que en la Final fue el primero en dejarse remontar un 3-1 en la lucha por el anillo. Ya se sabe: Stephen Curry entre algodones, la espalda mermó radicalmente a Andre Iguodala, una lesión de rodilla dejó fuera a Andrew Bogut y Draymond Green se perdió el quinto partido por lanzar una patada a un LeBron James que, junto a Kyrie Irving, propulsó una remontada heroica que es historia del baloncesto.

La llegada de Kevin Durant en 2016

Para llegar a la NBA actual, hay que unir los hilos de esas eliminatorias: Kevin Durant quiso dejar atrás sus años en los Thunder, los Warriors sintieron que necesitaban un nuevo impulso tras esa derrota (estas dos posturas, todavía hoy muy criticadas) y, ahora lo sabemos, Kyrie Irving había empezado a rumiar una profunda insatisfacción porque LeBron acaparó prácticamente todos los titulares y los focos en la celebración de un título sellado con un triple suyo por encima de Stephen Curry. Un año después, en el verano de 2017, forzó su salida y acabó en los Celtics.
Cuando Kevin Durant, MVP en 2014 y cuatro veces Máximo Anotador entre 2010 y 2014, empezó a pensar en marcharse de OKC muchos pensaron que ya tenía pie y medio fuera, por aquello de que cuando dices que quizá te vaya, es que ya te has ido. La NBA se preparó para la masiva reformulación que sigue al traslado de cualquier súper estrella, pero pocos anticiparon en un primer momento que su destino sería precisamente los Warriors, el equipo que le acababa de derrotar de forma cruenta y el que venía de ganar el título en 2015 y firmar un 73-9 en 2016. Había nacido un equipo imposible, que en los playoffs 2017 solo perdió un partido (el primer 16-1 en ruta hacia un anillo) y que en estos de 2018 está a un paso del segundo título seguido, el tercero en cuatro años: la dinastía warrior.

KD anunció su decisión con un artículo (“My next chapter”: mi siguiente capítulo) en The Player´s Tribune. El 4 de julio (día de la gran fiesta nacional estadounidense) y cuando el mercado llevaba ya casi 100 horas abierto. Su paso por la agencia libre había consistido en una tanda de seis visitas, en las que él ejercía de anfitrión en los lujosos Hamptons (zona de recreo de las elites de la Costa Este): Thunder, Warriors, Spurs, Clippers, Heat y Celtics. A otros, como los históricos pero entonces devaluados Lakers, les dijo que ni se molestaran. En medio de un absoluto secretismo, Durant alquiló durante 10 días y por 100.000 dólares una mansión que hoy está a la venta por 15 millones: a una manzana de la playa, con cinco dormitorios, casi 70 metros cuadrados y un enorme salón donde se produjeron las reuniones que decidieron su futuro. El dueño de la casa desde 2004 es un abogado jubilado. Antes había pertenecido a un renombrado mafioso, por lo que casi no tenía ventanas antes de su última reforma.

Por allí pasaron seis franquicias con todo su poder de convicción y sus presentaciones sobre planes de futuros extraordinarios. Los Celtics incluso llevaron a Tom Brady. Los Heat tenían a Pat Riley, durante más de tres décadas un manual humano de cómo ser un ganador en la NBA. Pero los Warriors llegaron con Stephen Curry, Klay Thompson, Draymond Green y Andre Iguodala. Con la posibilidad, sencillamente, de formar uno de los mejores equipos de la historia. Y de ser uno de los puntales del traslado del vetusto Oracle Arena de Oakland al Chase Center que ya comienza a erguirse en San Francisco, una especie de Estrella de la Muerte de los nuevos recintos deportivos.

La presentación multimedia que habían preparado los Warriors falló, lo que en realidad fue beneficioso para su candidatura: Durant tuvo más tiempo para charlar sobre baloncesto con los otros cuatro, que habían formado junto al alero Harrison Barnes, en la primera versión de los Warriors de Steve Kerr, el llamado quinteto de la muerte (Death Lineup). Una unidad que el técnico usaba en momentos muy concretos de los partidos para hacerlos saltar por los aires. Un equipo que era una versión de small ball, con Green como pívot, que cambiaba constantemente en defensa con una agresividad enorme y abría la pista con circulación constante, amenaza de tiro desde cualquier posición y cinco jugadores que podían botar y crear juego. Cambiar a Harrison Barnes, que se fue a Dallas, por Kevin Durant, era lanzarse a unos límites casi absurdos de talento… y ventaja de cualquier rival.

El nacimiento de los 'Hamptons Five'

Un nuevo quinteto que necesitaba un nuevo apelativo: Hamptons Five, los cinco de los Hamptons, un recuerdo constante a aquella cumbre en la que se forjó el equipo y al grupo de Whatsapp que tienen solo para ellos cinco con ese mismo nombre, que la empresa de Draymond Green (Money 23 Green Enterprises) ya está en trámites de registrar para poder usarlo en exclusiva… y en todo lo que se le pueda ocurrir a uno: ropa, bebidas, cómics, teléfonos…

Todos los documentos de aquellas reuniones fueron después meticulosamente destruidos por la agencia que alquiló la casa en un principio sin saber para quién era. Solo que se requería máxima privacidad ante seis visitas de máxima importancia. En la última temporada regular, los Hamptons 5 sumaron en sus minutos en pista un rating ofensivo de 124,7, que sería récord histórico de un equipo completo. En playoffs han coincidido poco, primero por la lesión de Curry y después por la de Iguodala. No jugaron junto ante el segundo partido de semifinales contra los Pelicans, y no volvieron a hacerlo hasta el tercero de las Finales, cuando Iggy regresó tras seis partidos de ausencia: cuatro contra los Rockets, dos contra los Cavs. Pero ahí va un dato: cuando los Pelicans acortaron distancias (2-1), Kerr puso a su quinteto de élite desde el salto inicial. Juntos jugaron en los dos siguientes partidos (4-1 final) 54 minutos en los que los Warriors sacaron 54 puntos a los de Nueva Orleans (165-111). Salvaje. Los números imposibles de un quinteto imposible. Seguramente, de hecho, el más difícil de defender de la historia del baloncesto.