Vísperas de Finales en la Bahía de San Francisco. Con la comitiva NBA moviéndose a marchas forzadas después de que la final del Oeste (que otorgaba el factor cancha y decidía por lo tanto donde arrancaba la lucha por el anillo) terminara menos de 72 antes del inicio de los últimos partidos de la temporada, un duelo que por primera vez en la historia va a enfrentar a los dos mismos equipos por cuarta temporada consecutiva.

Así que la comidilla en las horas previas es hasta qué punto esto es bueno para la liga y para los aficionados. En primer lugar, hay que decir que esa opinión impacta más al seguidor más acérrimo de la liga ya que el público general estadounidense está encantado con otro duelo entre LeBron y los Warriors y, además, las finales de Conferencia volvieron a evidenciar el excelente momento que vive la NBA con una fuerte subida de audiencias con respeto a la temporada pasada. En la que, claro, fueron mucho más descafeinadas. Pero además, en ese pensamiento subyace el hecho de que casi nadie da demasiadas opciones a los Cavaliers, ya que se interpreta que LeBron llega peor acompañado que en cualquiera de las siete Finales anteriores que ha jugado seguidas (cuatro con Miami, tres con Cleveland) y con un equipo cuya comparación más obvia es el de los Cavs 2007 que perdieron en cuatro partidos contra los Spurs.

Así que, mientras Kerr descartaba a Iguodala para el primer partido (y arrojaba cierta esperanza para los siguientes) y Lue confirmaba que hasta horas antes del partido no se sabrá si puede jugar Kevin Love, los jugadores salían al paso de esa narrativa sobre su tetralogía en las Finales. El más contundente, Klay Thompson: “¿Qué jugamos siempre los dos mismos equipos? Pues que mejoren los demás. No será culpa nuestra. Creo que los que dicen eso es sólo porque son seguidores de otros equipos. Así que me parece normal, no les culpo. A mí lo que me importa es que los aficionados de los Warriors estén felices”.

LeBron fue por la misma línea (“son los demás los que tienen que derrocarnos”) en una jornada marcada por el profundo respeto que ambos equipos se dedicaron en la previa del primer partido. El alero de los Cavs hablaba así de su archienemigo de los últimos años: “Es uno de los mejores equipos jamás confeccionados. Cuando me retire recordaré haber jugado contra ellos. Es muy divertido. Curry, Thompson, Durant, Green… son cuatro que acabarán en el Hall of Fame. Un MVP de las Finales como Iguodala suele ser suplente… David West fue all star, Livingston una elección muy alta de draft que supo volver de una lesión terrible…”.

Y a la inversa, lo mismo. Palabra de Stephen Curry: “Sabemos lo grande que es LeBron y sabemos de lo que es capaz. Cómo impacta en las estadísticas… y en lo que no sale en ellas… Es la confianza que inspira en sus compañeros cuando está en pista”. Steve Kerr, por su parte, echa la vista un poco más atrás para admirar la progresión constante del mejor jugador de esta generación: “Tiene un mérito enorme. Cuando piensas en cinco años atrás, en las Finales contra los Spurs… le flotaban todo el rato para que lanzara. Y mira ahora, está metiendo triples en fade away para cerrar partidos de playoffs”.