NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

ROCKETS 106 - WARRIORS 119 (0-1)

Fantástico Harden (41), mejor Durant (37) y 1-0 Warriors

Mientras todo el mundo habla de final anticipada, los campeones se ponen el mono de trabajo y golpean a los Rockets en su casa.

Kevin Durant contra Harden.
Kevin Durant contra Harden.USA TODAY

Ni el mejor James Harden pudo salvar a su equipo de las garras del monstruo que lo devora todo. Y es que quizás habíamos pasado por alto una cosa en los análisis previos... Llevamos toda la temporada hablando del momento de los Rockets, de un equipo capaz de plantar cara a los Warriors, del examen más difícil de la era Kerr. Y le hemos dado vueltas y más vueltas al estilo de Houston, a sus posibilidades, a los posibles emparejamientos... Pero no se nos había ocurrido pensar la motivación que supone para los Warriors enfrentarse a este gran examen del que todo el mundo habla. Fallo nuestro...

RELACIONADO: la táctica anti-Rockets de los Warriors

La respuesta llegó pronto y de la mano de Kevin Durant, el jugador que convierte a un equipo de ensueño en ese monstruo que lo devora todo. Durant se enfrentó uno a uno a (prácticamente) todos los Rockets que pasaron por la cancha. Y los destrozó. Todos los emparejamientos son favorables para él, una mezcla imposible de físico, carácter y talento que se quejó cuando Kerr le sacó en el tercero porque olía sangre... Y los killers nunca perdonan.

Durant acabó con 37 puntos (14/27 en los tiros) y fue de la mano de James Harden (41 en 24 lanzamientos) hasta el final. Qué dos máquinas de anotar y qué diferentes. Entre la media distancia del primero y los triples y bandejas (o mates...) del segundo se nos pasó volando un partido en el que Curry (18 puntos) tuvo algún que otro problema en el gemelo y fue el objetivo número uno de los Rockets en la búsqueda del emparejamiento favorable, esa caza del mismatch sin la que no se entiende el nuevo baloncesto. Bueno, lo entiende Durant...

Los Warriors contaron con el mejor Klay Thompson. El que desgasta, corta, lanza y mata. El que pasa de puntillas y te clava 28 puntos mientras seca rivales en el otro lado de la cancha. Y también con lo de siempre de Green. Lo de todos los días grandes... Tres faltas rápidas, una técnica y fuego por la boca, pero por encima de sus cinco puntos, nueve rebotes y nueve asistencias, un +19 en 37 minutos en cancha que, para sorpresa de nadie, fue la mejor marca del partido.

Por encima del 50% en los tiros, por encima del 60% gran parte del partido y con otro gran tercer cuarto (que pudo ser mucho peor para los locales...), los Warriors dieron el primer golpe. Un golpe que viniendo desde su esquina ya nos parece prácticamente definitivo. Porque los conocemos, porque nos sabemos la película. Y ahora les toca a los Rockets reducir pérdidas (cuatro más que los Warriors; llegaban como el mejor equipo en playoffs), mejorar porcentajes (sobre todo Mbah a Moute, Tucker y Gordon), explotar la opción Capela (que funcionó) y , sobre todo, superar el miedo al fracaso (al 4-0, a la paliza...) que ahora mismo debe sobrevolar las cabezas de sus estrellas. No porque los Rockets se hayan borrado, sino porque esta es la regla con la que miden los Warriors a sus rivales a estas alturas de la temporada. Entre dura e imposible. Entre injusta y devoradora.

Para Chris Paul (23 puntos poco protagonistas), su oportunidad de oro. Para James Harden, objetivo romper. Romper con todo. Pero para empezar igual hay que molestar a Kevin Durant... Igual hay que hacerle un Popovich a Iguodala. Igual hay que arriesgar bastante más. 1-0 Warriors. 1-0 campeones.