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Ingles, ex del Barça: de verdugo del Madrid a triunfar en Utah

El pasado verano fue cuestionado tras renovar por 52 millones y 4 temporadas. Meses después, el australiano brilla junto a Ricky en el equipo NBA del momento.

Joe Ingles, de los Utah Jazz, una de las sensaciones de los playoffs NBA 2018.
Joe Ingles, de los Utah Jazz, una de las sensaciones de los playoffs NBA 2018.Troy TaorminaUSA TODAY Sports

A principios del pasado mes de julio pocos entendieron la multimillonaria oferta de renovación (52 millones de dólares por cuatro temporadas) que los Jazz extendieron a Joe Ingles. Casi nadie daba crédito. Las malas lenguas apuntaron a que este era el peaje que tocaba pagar para asegurar la continuidad de Gordon Hayward. Ambos comparten agente, Mark Bartelstein, y mantienen una excelente amistad. Por culpa de una lesión Hayward ha pasado en blanco su primera campaña en Boston. Y Joe ya no es conocido en el mundillo NBA como el amigo de Hayward. Bromista y divertido, su competitividad le ha permitido hacerse un nombre en la Liga.

En un reportaje publicado en la ESPN, Dennis Lindsey, el hombre que le extendió la oferta y general manager de la franquicia, asegura que es uno de los diez mejores aleros NBA. "Decir eso a un observador casual de la NBA sería una herejía, pero sabemos lo que tenemos", explica. El paso del tiempo ha demostrado que Utah no se equivocó con este australiano nacido en Adelaida, Australia, el 30 de octubre de 1987. A sus 30 años y tras firmar su mejor campaña en la NBA con 11,5 puntos, 4,2 rebotes, 4,8 asistencias y 1,1 robos la etiqueta de amigo de ha quedado atrás. Ahora es uno de los mejores tiradores exteriores de la competición. Un consumado triplista (con un 44% de acierto, acredita el cuarto mejor porcentaje de esta regular season entre los que intentan un mínimo de dos triples por noche y han disputado al menos 50 encuentros) capaz de establecer la mejor anotación de su carrera (27 puntos) y firmar el récord de los Jazz de más triples en un partido de playoffs (7, de 9 intentos) la misma noche en la que su equipo asalta el fortín de Houston para igualar la eliminatoria a uno sin su base titular y con dos rookies como titulares.

Decía hace unas semanas Ricky Rubio en una entrevista en este diario que los Jazz no son el típico equipo NBA. Tiene toda la razón. Prueba de ello es este aussie con apariencia de serio (cuando le dicen que su aspecto se asemeja al de un profesor estalla de risa: se convirtió en profesional en su país natal a los 17 años en parte por su pobre rendimiento académico) y una fama de defensor lento. "Me servía de motivación para trabajar más duro. No voy a dejar que me avergüencen", asegura en el citado artículo de Tim McMahon en la ESPN recordando cómo sentía en su campaña rookie que los bases y escoltas rivales buscaban el cambio en defensa para quedarse con él y atacar el aro. 

Una NBA a la que llegó en 2014 tras abrirse primero paso en su Australia natal. Pese a no jugar en los 36ers de Adelaida, el equipo de su infancia y un sueño ("quería jugar allí más que nada en mi infancia") que no descarta cumplir antes de retirarse, en 2007 fue nombrado Rookie del Año en la liga local (NBL), competición que ganó en 2009 en las filas de los South Dragons. Después de brillar y debutar con los Boomers —el apodo de la selección australiana— en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, en el verano de 2009 dio el salto a Europa. Su primera opción era Estados Unidos, donde disputó ese año y en 2010 la Liga de Verano con los Warriors. No hubo suerte, pero en Las Vegas se le abrieron las puertas del Granada. Julián Aranda, director general del club nazarí, fue al artífice de su fichaje. Tras una brillante campaña 2009-10 en su debut en la ACB, la lesión de Gianluca Basile permitió su llegada al Barcelona recién comenzada la siguiente campaña. Este alero zurdo dejó unos 400.000 euros en la caja del Granada, cantidad que nunca llegó a cobrar al ser embargada por Hacienda debido a los problemas financieros. 

El club andaluz desapareció poco después, pero Ingles prosiguió su camino en el vigente campeón de Europa. Con un rol de suplente, en el Barcelona de Pascual pasó las siguientes tres temporadas. En la primera coincidió con Ricky Rubio antes de emprender su aventura americana. Allí comenzó la amistad con su ahora compañero en Utah, con quien compartió habitación por España y el Viejo Continente en la 2010-11. "Su acento resultaba divertido", explica Rubio sobre su particular acento aussie en una entrevista que le realizó el propio Ingles.

Tras ganar la Supercopa 2011 y la ACB 2012, el australiano declinó la oferta de renovación del Barcelona para firmar por el Maccabi en el verano de 2013. Con los azulgranas disputó dos Final Four de la Euroliga, pero se quedó con la miel en los labios. Con los israelíes y a las órdenes de David Blatt, conquistó la Copa de Europa en la final ante un Real Madrid cuyo advenimiento de la era Laso le había amargado en sus últimos años en España, pero no en Milán.  

Con la vitola de campeón de Europa, aterrizó en los Clippers en el verano de 2014. La intención de los angelinos era mantenerle en el roster de cara al inicio de la 2014-15, pero una lesión de Jordan Farmar (base suplente de Chris Paul) en el último partido de la temporada hizo que, a pesar de la negativa de Doc Rivers a hacerlo, la franquicia le cortara. Un mal trago que tuvo que digerir al mismo tiempo que su mujer Renae Ingles, estrella del netball ("un extraño deporte australiano similar al baloncesto pero sin poder botar", en palabras del propio Ingles), se subía a un avión en Australia con rumbo a Los Ángeles. "Hola cielo. Me he quedado sin trabajo. ¿Qué quieres hacer?”, le preguntó al encontrarse en el hotel. "Cuando me lo contó, sentí una gran pena en mi corazón. Todo lo duro que había trabajado por esa oportunidad...", explica Renae, quien renunció a su carrera profesional prematuramente por Joe en 2017. El motivo, la distancia. "Necesitábamos vivir bajo el mismo techo. La decisión no fue fácil. Me costó mucho despedirme de mi carrera porque aún estaba bien físicamente", prosigue esta mujer de 31 años cuyo apellido de soltera es Hallinan. La pareja se casó en Adelaida el 29 de enero de 2015. Un año después nacieron sus gemelos, una niña y un niño.

48 horas después, los Jazz reclamaron sus servicios ofreciéndole un contrato no garantizado. Se ganó la confianza de Quin Snyder y de Lindsey. No sólo acabó la temporada 2014-15, sino que al término de la mesa le pusieron un nuevo contrato multianual sobre la mesa. A finales de diciembre de 2016 anotó el triple ganador de Utah sobre la bocina ante los Lakers en el Staples. Esa misma campaña, en los playoffs, consumó su particular venganza con los Clippers ganando en ese mismo escenario en el séptimo partido de la primera ronda de 2017. "Fue como cerrar la puerta. Ya no tendría que hablar más de los Clippers", reconoce.

Meses después llegó su controvertida y millonaria renovación como agente libre y el reencuentro con Ricky. "Puede que hayamos sido criticados por la duración y al cantidad del acuerdo, pero queríamos a Joe y su familia. Confiábamos en él. Sabíamos qué tipo de persona y líder es. Valoramos mucho su inteligencia", explica Lindsey. Cuando renovó, Hayward fue de los primeros en felicitarle. "Asegúrate que tu culo también está de vuelta", le respondió. Sus esfuerzos resultaron en vano. 

La era Hayward llegó a su fin. Lo que estaba por suceder nadie podíamos imaginarlo. Por su capacidad para defender, ayudar en el rebote, visión de juego y certera muñeca, Joe Ingles se ha convertido en una pieza capital en el engranaje de la gran historia de la temporada en la NBA: los Utah Jazz. Como le define Gobert, "un jugador de baloncesto inteligente, de boca grande y acento australiano". Joe Ingles, el triunfo de la perseverancia.  

La gran noche NBA de Joe Ingles