Desde la salida en 2012 de Zeljko Obradovic, el Panathinaikos no ha faltado en el playoff de cuartos de la Euroliga, si bien tampoco ha logrado clasificarse a la Final Four desde entonces. Se mantiene en la élite del baloncesto europeo, pero no ha vuelto a pelear por un solo título.

Esto se traduce en cinco eliminaciones consecutivas en cuartos, ronda en la que presentan un balance negativo en su propia cancha (4-5 desde entonces). En las dos últimas temporadas, de hecho, no ha ganado en el OAKA: las dos derrotas de la pasada temporada ante un Fenerbahçe que también llegó como quinto clasificado y la de 2016, ante un Baskonia que había ganado los dos partidos en su pista y ganó también, por la vía rápida, el tercero en Atenas (75-84). Un año antes, en 2015, salió 2-0 de Moscú ante el CSKA, ganó el tercer encuentro pero no pudo forzar el quinto y cayó de forma estrepitosa en su pista: 55-74. En 2014 ganó el tercero y cuarto asalto en Atenas ante el CSKA, pero no se clasificó tras caer de nuevo en el quinto y definitivo asalto. En 2013 también cedió en el partido decisivo en Barcelona, forzado tras la victoria en el OAKA en el cuarto del equipo que por entonces dirigía Xavi Pascual.

Precedentes que suponen un alivio para el Real Madrid, rival de los griegos a partir del día 17 por una plaza en la Final Four de Belgrado (18 y 20 de mayo). Aunque esta temporada la línea del PAO es bien distinta. Ante su ruidoso público, únicamente han cedido dos derrotas esta campaña: 13-2 en su pista y 6-9 a domicilio. Sólo ha perdido contra Olympiacos y CSKA. Sin ir más lejos, en la primera vuelta, los de Laso no supieron hacer buena una renta de 16 puntos en el tercer cuarto y acabaron con un 82-80 en contra.