Jokic (21+14+8), última víctima de James MVP Harden: 41+8+7
La Barba se encargó personalmente de que la racha de su equipo no muriera en Colorado. Los Nuggets intentaron defender con cambios. No funcionó...
Es prácticamente imposible defender al actual James Harden. Empecemos por ahí. De eso creo que no hay duda. Pero también creo que hemos visto suficiente a La Barba esta temporada como para pensar que la mejor opción es cambiar en todos los bloqueos regalando emparejamientos contra grandes al jugador que mejor aprovechar ventajas del planeta.
Mike Malone cambió de plan, harto de no poder ni competir contra los Houston Rockets. Los Nuggets llegaban al gran partido de la noche del domingo en su mejor momento de la temporada. Habían ganado cuatro consecutivos y siete de los últimos ocho con grandes triunfos por el camino (Warriors, Thunder, Spurs...). ¿Adivinan contra quién fue la única derrota? En efecto, Houston Rockets. Una pesadilla para los Nuggets en los dos enfrentamientos previos (-26 y -30). Por lo menos sudaron algo para cerrar el 3-0 en Colorado. Algo...
Malone pasó de intentar evitar ciertos cambios a regalar emparejamientos imposibles en cada ataque tanto a James Harden como a Chris Paul. Vendió a primero a Nikola Jokic y después a Mason Plumlee, dejando que defendieran en el perímetro y sin ayudas una y otra vez a dos auténticos maestros del uno contra uno. No salió bien. Y no tiene pinta de que pueda salir bien.
Harden destrozó a Jokic. Destroza a cualquiera esta temporada, pero un cara a cara en una isla contra un pívot como el serbio es, sencillamente, poco serio. En los tres últimos minutos del primer cuarto, La Barba anotó 14 puntos y asistió en las otras dos canastas de su equipo. Encontrando ventajas en las manos de los rivales (sacó tres faltas lanzando triples y dos acabaron dentro), en los cuerpos, en los emparejamientos, en las ayudas... Estudia lo que tiene delante y ejecuta a un nivel que prácticamente te obliga a conceder la falta. Imparable.
Si me preguntaran, prefiero que Gary Harris le persiga durante todo el partido. Por lo menos obligar a que funcionen desde el pick&roll. Que tenga que dar un pase, que leer un cambio... Algo. Pero lo cierto es que noche tras noche los entrenadores de toda la liga le lanzan todo lo que se les ocurre y Harden sigue anotando... Es el MVP. No creo que hay ninguna duda llegado este punto. Pese a las salvajadas de Anthony Davis, el momento que vive Lillard, el nuevo proyecto de Kyrie, la increíble pero olvidada temporada de Stephen Curry, la mejora defensiva de Kevin Durant o el siempre favorito LeBron. Qué maravilla de liga, por cierto.
Harden acabó con 41 puntos que pudieron ser 50. O los que hubiera querido. Chris Paul añadió 23, Ariza y Tucker metieron los triples y molestaron a todo el que pasó por su lado y la cruda realidad es que estos Rockets, que son mejores todavía desde que Joe Johnson y Brandan Wright se sumaron al proyecto (más plantilla), siguen al frente de la clasificación (46-13), han ganado 12 consecutivos y solo han perdido un partido con Harden, Paul y el infravalorado Clint Capela (30-1...).
También hay que valorar en su justa medida el esfuerzo de los Nuggets. El ataque libre que ordena Jokic sigue dando los pasos correctos. El pívot serbio (21+14+8) se quedó a dos asistencias del que hubiera sido su cuarto triple-consecutivo y solo se le puede achacar una cosa: falla demasiado debajo del aro. Los exteriores empezaron nerviosos, queriendo ganar a los Rockets con velocidad y tiro. Una premisa que va directamente contra las lecciones del maestro Popovich (aunque estos Rockets son otros Rockets...). Poco a poco fueron mejorando en la elección de tiros y esfuerzos, con Plumlee y Malik Beasley como revulsivos. Miga a miga fueron haciendo la goma y casi llegan al final... Casi. Hasta que apareció Harden, claro.