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Tavares: el gigante de Cabo Verde que aprendió a jugar a los 17

"A veces me gustaría ser invisible", decía hace unos años este pívot de 2,21 metros y 2,40 de envergadura nacido en Cabo Verde. Esta es su historia.

Walter Tavares en su penúltimo partido como jugador del Gran Canaria, ante el Real Madrid, su nuevo equipo.
EMILIO COBOSDIARIO AS

Según cuenta Martín Alonso en un artículo publicado en La Provincia todo comenzó en el despacho de Raúl Rodríguez. El por entonces responsable de la cantera del Gran Canaria coincidió en su oficina con un empresario alemán que afirmaba haber visto en Cabo Verde a un chico que superaba en altura a cualquier jugador del club insular. Tras asegurarse de la existencia de aquel chaval ("le dimos material al empresario para que se lo entregara a él y comprobar que no se trataba de ningún montaje", explica Rodríguez), en el verano de 2009 llegó el momento de conocer a aquel gigante que por entonces contabilizaba 17 años y se ganaba la vida vendiendo leche y pescado junto a su madre en Maio, una pequeña isla del archipiélago caboverdiano. En Praia, su capital, se citaron con Walter Samuel Tavares.

"Hasta entonces había pisado una cancha de baloncesto dos o tres veces", contaba en un reportaje publicado en AS en enero de 2014. Hasta entonces lo suyo era el balonmano: "Era el único deporte que contaba con entrenador en Maio. Mi madre lo había practicado y por eso lo elegí”. Hace ahora 8 años el chico se subió a un avión para acudir a Gran Canaria con la intención de probar fortuna y someterse a unas pruebas médicas. Poco después regresó, ya con un visado de estudiante, para pasar a engrosar la cantera del equipo canario. Allí el gigante ("a veces me gustaría ser invisible por la atención que suscito", explicaba), bautizado por sus compañeros como Big Edy (solo Edy en la actualidad), fue quemando etapas y tras una cesión de por medio al UB La Palma, debutó como profesional de la mano de Pedro Martínez el día de Reyes de 2013 en el CID ante el Unicaja.

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Un curso después, en la 2013-14, fue seleccionado en el mejor quinteto joven de la Liga Endesa tras promediar 6 puntos, 6,6 rebotes y 1,6 tapones por encuentro. Ese mismo verano se presentó al draft 2014, en el que los Hawks apostaron por su altura y envergadura (240 centímetros de palma a palma) y eligieron con el número 43. La 2014-15, ya a las órdenes de Aíto, sería su última en el equipo canario. Se despidió como subcampeón de la Eurocup y tras ser eliminado en el playoff de cuartos de final ante el Real Madrid, precisamente el equipo cuya camiseta vestirá en su regreso a Europa.

Entre medias dos años de experiencia en Estados Unidos. En el primero disputó como rookie un total de 11 partidos en la NBA con los Hawks, además de pertenecer a la disciplina de varios equipos de la ahora conocida como G-League (Liga de Desarrollo). Tras disputar un único encuentro de la 2016-17, fue cortado por Atlanta el 31 de octubre del año pasado. Los rumores llegaron a coquetear con su posible fichaje por un Barcelona en apuros, aunque finalmente se marchó a Canadá para pasar a formar parte del filial de los Raptors. Allí despuntó (10,6 puntos, 7,7 rebotes y 2,7 tapones en 48 partidos), disputó el All Star Game de la Liga de Desarrollo y fue llamado a filas por los Cavaliers para disputar los playoffs 2017. Se fracturó la mano derecha antes de un entrenamiento y nunca llegó a debutar en un equipo en el que por entonces aún contaba con Kyrie Irving junto a LeBron James. Cortado por los de Ohio el pasado 11 de octubre y tras un breve retorno a los a los Raptors 905 el Madrid ha decidido apostar por él tras las graves lesiones de Gustavo Ayón y Ognjen Kuzmic