"Solía dormir en casas de familiares todo el tiempo. Él vivía en una de esas casas donde dormí en muchas ocasiones. Había un gran sofá en la sala de estar y un sofá de dos plazas más pequeño debajo de la ventana que daba al jardín delantero. Me quedaba despierta hasta tarde, viendo la televisión en el sofá después de que todos se fueran a dormir. Allí también dormía, no había una cama de invitados ni un dormitorio. Era una niña tímida de nueve años, con un cuerpo largo y larguirucho y una cabeza que parecía demasiado grande. No encajaba en el sofá".
Our experiences are different. How we cope is different. But our voices matter.
"La televisión parpadearía y todo estaría en silencia. "O. K.", solía decir. Me tocaría e intentaría que lo tocara. A veces intentaba apartar mi brazo, pero no era tan fuerte. Solo era una niña. Siempre había ese olor: cigarrillos y suciedad. No haría ningún ruido. Nadie más sabía que estaba sucediendo. ¿Conoces esos sueños en los que intentas huir, pero tu cuerpo no se mueve? Esa era yo: paralizada, en silencio (...). No siempre sucedería de noche. A veces, salía de la escuela y ocurriría a plena luz del día. Siempre encontraba la manera de estar cerca de mí en público. Era sutil: se sentaba a mi lado, en una mesa o, cuando nadie miraba, intentaba tocarme el trasero. Pero de noche... Esperaría esos pasos. O él estaría allí, sentado a mi lado en el sofá esperando a la luz del televisor. No pude dormir. Siempre estaba en guardia".
El final de la pesadilla
El relato de la center de las Storms prosigue con el baloncesto como su válvula de escape, la denuncia a sus padres de estos abusos y de la detención de su agresor. Finaliza animando a que todas las mujeres denuncien en caso de sufrir abusos sexuales.