Ahora mismo, parece que la situación de Kyrie Irving no tiene vuelta atrás. Más de la mitad de la liga busca formas de satisfacer las peticiones de los Cavaliers: un veterano con rango de titular, una joven con madera de estrella, buenos picks y, a poder ser, destino para los contratos de Tristan Thompson, JR Smith, Iman Shumpert o Channing Frye. Kyrie no responde a las llamadas de la franquicia, LeBron anda a sus cosas y en Ohio huele a final de trayecto e incluso a que, en un giro casi irónico de las cosas, Kevin Love puede acabar siendo el único del big three que siga en el equipo cuando empiece la temporada 2018-19.

Desde que se supo (por filtraciones del entorno de LeBron… o eso piensa el de Kyrie) que el base quería ser traspasado, la NBA vive una tensa espera salpicada de rumores que ha dejado en segundo plano el futuro de Carmelo Anthony, hasta hace unos días el gran culebrón del verano. Y muchos, claro, se han acordado de la petición de traspaso de Kobe Bryant hace una década. Kobe, por cierto, es para Kyrie una especie de mentor. Después de desatar todo su arsenal ofensivo en la inolvidable remontada de las Finales 2016, aseguró que había liberado su “mentalidad de Mamba”. Kyrie, desde luego, es más un anotador compulsivo al estilo Kobe que un playmaker al uso, aunque su posición y tamaño puedan llevar a pensar lo contrario.

Kobe a los Lakers: no hay vuelta atrás

Kobe Bryant es santo y seña de los Lakers. Uno de los gigantes de la historia de la franquicia. El mayor en casi cualquier otra, no en una con tanta historia y tantas estrellas en su pedigrí (Magic Johnson al frente, por tantas cosas). Hace más de un año, Kobe se retiró como el único jugador que había disputado 20 temporadas en la NBA con la misma camiseta, un ejemplo de fidelidad que pasó desde luego por varias crisis. Una en la ruptura con Shaquille O’Neal, la mayor cuando se pagaban las consecuencias de esta.

En mayo de 2007 Kobe pidió irse de los Lakers. El equipo rondaba el 50% de victorias desde la marcha de O’Neal y el escolta anotaba a su antojo (y tiraba todavía más) pero no veía ni mucho menos cerca el cuarto anillo. Harto, no solo pidió salir como Kyrie, sino que en su caso lo aireó públicamente con su ya inolvidable intervención en 1050 ESPN Radio: “I would like to be traded, yeah”. Añadió que no había alternativa ni vuelta atrás y que los Lakers no podían hacer nada para que cambiaran de opinión: “Ahora solo espero que hagan lo que es mejor para todos”.

Evidentemente Kobe no se fue. Los Lakers capearon el temporal, el jugador filtró que lo que realmente quería era la cabeza de quien había pregonado que él era el responsable de la marcha de Shaquille y en febrero de 2008 los Lakers se hicieron con Pau Gasol. Jugaron tres Finales seguidas y ganaron dos anillos, el cuarto y el quinto en la carrera de Kobe.

Así que algunos creen que la situación de Kyrie, a fuerza de que pasen los días y no suceda nada, puede acabar reconduciéndose. Puede ser, cosas más raras se han visto. Pero desde luego el espejo para pensar así no puede ser el caso Kobe en 2007, aunque aparentemente sean muy parecidos. Pero entonces Kobe estaba harto de la poca competitividad del equipo y quería ganar, mientras que Kyrie quiere salir de un proyecto que ha jugado tres Finales seguidas y ganado un anillo. Y quiere ser la gran referencia de una franquicia cuando Kobe lo era, y de manera despótica, en los Lakers 2007.

¿Por qué no se fue Kobe? Porque quería ir a los Bulls, como siempre se dijo y él reconoció después. Y porque la figura de Luol Deng tensó unas negociaciones que no llegaron a ninguna parte. Los Lakers, por su parte, querían al jugador en los Pistons ya que en la MoTown ofrecían a Richard Hamilton, Tayshaun Prince y varias rondas de draft: “Os di una lista de equipos en los que estaría a gusto y en ella no estaba Detroit”, les dijo Kobe.

Hubo rumores de todo tipo. De los Bulls a los Knicks a los Celtics, incluso de los Clippers… y hasta hubo quien dijo que haría una pareja formidable con Nowitzki en Dallas. Pero se quedó en los Lakers. Y volvió a ganar. Pronto sabremos cómo de distinta es esa historia a la actual de Kyrie Irving en los Cavaliers.