FINALES NBA | WARRIORS - CAVALIERS (3-1)
Shirting: así se convierten las gradas en una marea de color
Los equipos gastan unos 100.000 dólares en cada partido en el que regalan camisetas a sus aficionados. Una empresa de Nashville acapara el negocio.
Aunque comenzó a popularizarse en los años 80 en la NHL (hockey sobre hielo), la moda de teñir las gradas del color del equipo local regalando al público camisetas ha arrasado en la NBA en los últimos tiempos, con recuerdo a pioneros como aquel mágico recorrido en playoffs de los Warriors del ‘We Believe’, el equipo que en 2007 propició una de las mayores sorpresas de la historia al eliminar desde el octavo puesto y con 42 victorias en Regular Season (2-4) a unos Mavericks que habían ganado 67 partidos (el mejor equipo de la temporada) y estaban obsesionados con vengar su derrota en las Finales 2006, cuando se adelantaron 2-0 pero perdieron cuatro partidos seguidos contra los Heat de un mágico Dwyane Wade. Después los Warriors perdieron en segunda ronda (4-1) contra Utah Jazz pero dejaron una gesta para la historia… y el recuerdo de la marea amarilla en las gradas del Oracle Arena.
Ahora los Warriors juegan su tercera Final seguida y gastan unos 100.000 dólares para que cada uno de los 20.000 aficionados que llenan el pabellón tenga su camiseta. No es mucho: pueden ganar más de 10 millones en cada partido de las Finales en su pista. Este proceso ya perfectamente industrializado recibe el nombre de shirting y es una bendición para los aficionados, que se llevan un recuerdo del partido; los equipos, que hacen más atractiva la experiencia de quienes se gastan un buen dinero en ir a los partidos e incluso la televisión, encantada con la imagen que arrojan las pabellones en los partidos importantes. Para las franquicias la fórmula de las camisetas es perfecta: pueden negociar con patrocinadores que ayuden a pagarlas a cambio de poner el logo de su empresa en, normalmente, una manga, y saben que se trata de una prenda que permite al aficionado aplaudir y gesticular sin problemas, cosa que no sucede con otros regalos como las toallas para agitar al viento que son habituales, por ejemplo, en el pabellón de los Grizzlies.
Durante los playoffs, Sports Illustrated localizó al gurú del shirting, el empresario que ha tenido la capacidad de percibir el negocio y gestionar los medios necesarios para sacarle el máximo provecho. La empresa de Nashville Somethinginked empezó trabajando con los equipos locales, Grizzlies (NBA) y Predators (NHL), y ahora se encarga de la gran mayoría de encargos de casi todos los equipos gracias a la visión de su vicepresidente de ventas, Todd Schneiderman. En su despacho tiene unos enormes paneles con la actividad de cada equipo, el calendario de posibles peticiones y un listado del material que tienen en stock para saber si podrán responder a cualquier llamada de emergencia: en los playoffs de la NBA un resultado decide si habrá otro partido o si un equipo se clasifica para otra ronda. A partir de ahí, el margen de maniobra suele ser inferior a 48 horas y Schneiderman nunca adelanta trabajo sino que reacciona sobre la marcha gracias a su habilidad para acumular camisetas de distintos tipos en stock (hace pedidos de hasta 100.000 de un determinado color que muchas veces no sabe cuándo usará) y a la red que ha ido tejiendo para optimizar la cadena de trabajo: su empresa posee una compañía de transporte y tiene firmados acuerdos de colaboración con ocho talleres de impresión extendidos por todo Estados Unidos.
Schneiderman se ha convertido así en un fijo de las Finales, a las que lleva un lustro asistiendo ya que ha surtido de camisetas a cuatro de los últimos cinco campeones. Las vende a unos 3 dólares la unidad y se empezó a hacer hueco llamando constantemente, día a día, a todas las franquicias para tratar de convencerlas de las ventajas de su forma de trabajo. Una vez que Schneiderman cumple con su parte (siempre está atento a la aprobación por parte de la NBA de los eslóganes de los equipos para los playoffs, para lo que la fecha límite es el 1 de marzo), y durante los playoffs siempre hay al menos un partido al día en el que está su sello en la grada, los equipos se ponen manos a la obra: un número de entre 70 a 100 operarios coloca las camisetas en cada asiento en un proceso que dura cuatro horas y en el que grupos de tres trabajadores funcionan perfectamente sincronizados con una persona abriendo cajas y extrayendo el número exacto de camisetas de cada fila, otra colocándolas en los asientos y una última encajándolas en los respaldos. Poco después se abren las puertas, llega el público y comienza el rugido de las noches de playoffs.