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Pase lo que pase, estos playoffs ya son los de Isaiah Thomas

Un día de hace ya unos cuantos años, aún siendo alevín, mi entrenador soltó una frase que no he podido olvidar: “Al baloncesto se juega con las tres ‘ces’: cabeza, corazón y cojones”. Una oración a la que llevo dando vueltas toda la mañana a la par que recuerdo la conmovedora (otra ‘ce’) actuación de Isaiah Thomas esta última madrugada. Apenas 24 horas después de enterarse del fallecimiento de su hermana pequeña (Chyna, de 22 años) en un accidente de tráfico, el base sacó fuerzas de flaqueza de no sé muy bien dónde para firmar una actuación con la que se ha ganado la admiración y respeto de todos.

Los números dicen que firmó 33 puntos, 5 rebotes, 6 asistencias y un +12 para sus Celtics con él sobre el parqué. Un partidazo. Cierto es que Boston no le pudo brindar la victoria. Chicago asaltó el TD Garden con merecimiento. Pero al margen del resultado final, siempre recordaremos el coraje de un Isaiah Thomas cuyo corazón no le cabe en el pecho. No es ninguna pose. No tenía ninguna necesidad para ello. Bien podría haberse quedado compartiendo junto a su familia el inmenso dolor que se debe sentir en una situación así. Faltaría más, los Celtics no le condicionaron ante semejante tesitura. Fue él quien decidió estar junto sus compañeros en el estreno de unos playoffs que, pase lo que pase de aquí a junio, quedarán ligados a su desconsolada imagen en el banquillo. Roto en lágrimas, Avery Bradley le acompañaba en silencio. En esas situaciones, un simple brazo por encima basta para saber que no estás solo.

Isaiah Thomas.
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Isaiah Thomas.Maddie MeyerAFP

Charles Barkley vio el panorama. No creo que sea bueno para él exponerse de esta manera en su estado, vino a decir. No le faltaba razón. Pero Isaiah fue consecuente con su decisión, tomada en caliente y seguramente poco sopesada. Había anunciado que iba a jugar y lo hizo. Saltó al TD Garden (ese exigente pabellón al que se ha metido en el bolsillo con su baloncesto, pasión y entrega en apenas dos años) aún entre lágrimas. Sus ojos, con su hermana Chyna muy presente (solo ella), no dejaron de brillar en ningún momento. Pero el chiquitín (apenas levantas 175 centímetros del suelo) demostró tenerlos más firmes que nadie. Se mantuvo en pie y logró acabar un partido de un desgaste y exigencia brutales ante tanta emoción.

Faltó el final de película con la canasta ganadora sobre la bocina. ¿De verdad importó? ¿Se imaginan que, llegada su hora, alguien les pueda brindar semejante homenaje ante los ojos de medio planeta? Isaiah, elegido en la última posición (número 60) del draft 2011, lleva toda su carrera luchando contra viento y marea por hacerse un hueco en la mejor Liga del planeta. Conseguido el primer objetivo, ahora está inmerso en devolver a los Celtics a lo más alto. De momento ya les ha hecho acabar en la primera posición del Este. Algo que no ocurría desde 2008. Su nombre ha llegado a colarse incluso en las quinielas por el MVP. Ha disputado su segundo all star. Pero nada le había hecho ganarse nuestro respeto y admiración como su estremecedora actuación de anoche. Respeto eterno. Ahora no le queda otra que intentar pasar página y levantarse. La vida sigue y con ella el baloncesto. Y Boston le necesita para dar la vuelta a una eliminatoria que se ha puesto muy cuesta arriba. Aunque pocos conocen la fórmula mejor que él: ‘cabeza, corazón y cojones’.

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Winslow TownsonUSA Today Sports