DeRozan (41+13) decide la batalla entre aspirantes del Este
El escolta lidera una gran remontada de Toronto para mantenerse en la segunda plaza del Este. Boston ganaba por 16 a 17 minutos del final.
Si no es porque le vimos sobre el parqué del Air Canada Centre, pensaríamos que DeMar DeRozan estuvo en Chicago siguiendo el último discurso de Obama como presidente de los Estados Unidos. Este pidió a sus conciudadanos que creyeran en su capacidad para cambiar las cosas por sí mismos. Palabras que mientras pronunciaba siguió al pie de la letra el escolta de los Raptors. Cuando los Celtics parecían haber dado el golpe definitivo tras un triple circense de Isaiah Thomas y una bandeja tras robo de Smart (59-75 a falta de 17 minutos), DeRozan se echó el equipo a la espalda para liderar una remontada que puso en pie a todo Toronto. Completó una formidable actuación (41 puntos —31 de ellos en la segunda mitad— y 13 rebotes) que permite a los dinosaurios mantener la segunda plaza de la Conferencia Este.
Un partido con aroma a final a comienzos de enero: Raptors y Celtics, quizá también los Hawks, están llamados a discutirle (o intentarlo) la corona del Este a LeBron y sus Cavs. Los jugadores de ambos equipos sabían que no se trataba de un partido más de Regular Season, presión que se dejó ver desde el salto inicial. Agarrotados y con miedo a salirse del guion prestablecido, los protagonistas nos brindaron un primer cuarto para olvidar. Boston despertó (y golpeó primero). Sin el acierto exterior de los encuentros anteriores, los de Stevens comenzaron a sacar tajada del pick&roll. Con una mayor fluidez en la circulación, un Gerald Green en estado de gracia y la capacidad de Smart (16+4+5+4 robos) para anticiparse al movimiento del balón medio segundo antes de que este se desplace, el equipo visitante tomó la iniciativa del marcador. Pese a su ya endémica inferioridad en el rebote, sus hombres encararon el aro con decisión para amasar 22 tantos en la pintura en el segundo acto.
Tras la reanudación y con los Raptors todavía inmersos en una océano de pérdidas (12 al descanso, las mismas que promedian por noche en cuatro cuartos), Boston sacó a relucir su mejor baloncesto. Esfuerzo colectivo atrás, rapidez de manos y a correr. Todo hacía presagiar que su gran momento de forma se traduciría en una nueva victoria. Hasta que apareció DeRozan para capitanear, bien secundado por Lowry (24+4+9) y Valanciunas (imparable bajo el aro con su 18+23), la remontada de los canadienses. A medida que el escolta anotaba tiros de media distancia y penetraciones de todos los colores y formas posibles, la alteración de Boston aumentaba hasta que su juego se tornó como el color de su camiseta: gris. Precipitados en la ofensiva y apelando a la inspiración de Thomas como único recurso, extrañaron (y mucho) el trabajo de Avery Bradley atrás. Con él enfrente a DeRozan le hubiera resultado más complicado cometer la sangría que protagonizó. Soberbio el escolta en la que es la tercer noche tocando la cuarentena este curso. Dos había cosechado en sus siete primeros. Actuación de esas ante la que no te queda más remedio que levantarte y aplaudir. Muy fuerte.
Su fe en la victoria tuvo premio. Un triunfo que, como suele decirse, vale por dos. No sólo los Raptors se reivindican en medio de su peor momento de la campaña (habían perdido cinco de sus siete anteriores duelos), sino que recuperan los dos partidos de ventaja respecto a unos Celtics que se sitúan 0-2 este curso en el cara a cara particular. Y eso que llegaron a rozar con la yema de las manos el segundo puesto del Este. Pero no hay tiempo para levantarse. En menos de 24 horas les espera otra dura prueba: unos Wizards al alza les esperan en Washington. Aunque eso sí, ya sin motivadores discursos de despedida de por medio.