¡El partido loco del año! Los Rockets rompen la racha de los Warriors tras dos prórrogas
Con Stephen Curry en el banquillo, expulsado por faltas, los Rockets fueron capaces de batir a los de la Bahía en su casa.
La misma locura que arrastró a Spurs, Clippers y Cavs a perder en la misma jornada esta semana sigue al pie del cañón en la NBA. Después de ver a los campeones jugar como si fueran un equipo de la parte baja de la tabla, sin aspiraciones, presenciamos el que será, seguramente, el partido más loco de la temporada. Técnicas, flagrantes, dos prórrogas, expulsiones, patadas voladoras (sí ha vuelto)... Un espectáculo de luces y sonidos en el que, por desgracia, no brilló el baloncesto. Los Houston Rockets (12-7) se impusieron en el Oracle Arena de Oakland a unos Warriors (16-3) que nunca fueron aquellos Warriors y que cierran así una racha de 12 victorias consecutivas.
212 tiros de campo, 88 triples intentados (primera vez en la historia de la NBA que los dos equipos intentan +40 triples en un partido), 67 tiros libres, 110 rebotes, 48 puntos tras pérdida, 49 puntos a la contra y 55 faltas personales. ¿He comentado ya que ha sido una auténtica locura?
Harden, que volvió a liderar a los suyos (29+15+13, cuarto triple doble de la temporada) y anotó un triple decisivo en la segunda prórroga, falló para ganar sobre la bocina del cuarto cuarto. En el primer tiempo extra falló Kevin Durant (39 puntos, el mejor de los locales), y en el segundo, sin Curry desde muy pronto (expulsado por faltas por primera vez desde 2013), los Warriors solo fueron capaces de meter uno de los 11 lanzamientos que intentaron: 0-8 entre Curry, Durant y Klay, que habían anotado los 10 puntos de los locales en la primera prórroga.
Cuatro claves del partido (de los 48 minutos, lo de después estuvo todo condicionado por el cansancio: siete jugadores superaron los 40 minutos): los puntos en segunda oportunidad de los Rockets (17-2 a siete del final, cuando Draymond Green consiguió los primeros de los Warriors), los parciales sin Harden sobre el parqué (+4 y +6 para los visitantes), la discontinuidad en el juego de los Warriors y la aportación de los secundarios. Eric Gordon (23) anotó tanto como todo el banquillo de los locales. Después, 13+10 de Harrell, 11+8 de Dekker (entre los dos ¡nueve rebotes ofensivos!) y una canasta de Brewer: +26 para el banco visitante.
La patada de Green en la cara de Harden
Lo más preocupante para los Warriors quizás sea su incapacidad para mantener un nivel alto de anotación y defensa durante periodos largos de tiempo. Eso es lo que les hacía imparables la temporada pasada: estaban ahí y de pronto ponían sobre el tablero siete minutos seguidos de intensidad, con la grada metida en el partido, y canastas de todos los colores. Ahora, esos minutos de magia se ven reducidos a un par de posesiones, incluso contra un equipo como los Rockets que no destaca precisamente por su nivel defensivo...
¿Por qué no consiguen esa continuidad? Porque todo lo que no sea el quinteto de la muerte 2.0 o pequeñas variantes (con Livingston) funciona regular. Clark, McAdoo, McGee, David West... Kerr probó todas las combinaciones, pero no encontró la tecla. E incluso Iguodala, que de lo mejorcito de los Warriors (dos triples importantes en la primera parte, 10 puntos y un +14 sobre el parqué que llegó a +20), falló en momentos clave, dejando pasar tiros clarísimos que acabaron en otros mucho peores.
Otro dato que habla de lo poco fluidos que fueron los Warriors es el de las asistencias. Sí, superaron de nuevo las 30, pero tras dos prórrogas y después de repartir 17 en la primera mitad. Es decir, en los últimos 34 minutos del partido se quedaron en 14, un número muy bajo para lo que es habitual en ellos y que hubiera subido bastante si Klay Thompson (4/20) hubiera estado medio bien.
Última lectura: unos buenos Rockets en líneas generales (espectacular Ryan Anderson, 29 puntos, season-high en el final del cuarto cuarto) necesitaron dos prórrogas para ganar a unos horribles Warriors.