LOS ANGELES CLIPPERS | ANÁLISIS
Los Angeles Clippers redoblan la apuesta: todo o nada
Los de Doc Rivers han mantenido su bloque intacto con la necesidad imperiosa de alcanzar la primera final de Conferencia en la historia de la franquicia.
“Somos uno de los pocos equipo que tenemos que preocuparnos de nosotros mismos y de lo que hacemos”. Esa frase de Chris Paul al comienzo de la pretemporada ilustra la máquina de acumular despropósitos en la que se han convertido los Clippers en los últimos años. Un equipo que vive instalado en la élite de la NBA (sólo los Spurs y Warriors han logrado más triunfos en Regular Season a lo largo de las cuatro últimas campañas) pero al que le persigue un gafe mayúsculo: jamás ha disputado unas finales de Conferencia. Ciertas malas decisiones en los momentos decisivos y, sobre todo, las lesiones han marcado su devenir en las últimas ediciones de los Playoffs. Pero en el cuarto curso de Doc Rivers al mando de la franquicia (tanto en el banquillo como en los despachos) las excusas ya se han terminado. La enésima decepción debería servir para poner fin a un proyecto que otro verano más se ha mantenido intacto. Pero sin éxitos deportivos que lo avalen este año (y quizá ya no sirva ni ser subcampeones del Oeste), su continuidad en el estío de 2017 se antoja harto difícil: Blake Griffin y Paul podrían convertirse en agentes libres. Y con una nueva subida del salary cap asomando por el horizonte…
Libra por libra, la plantilla de los Clippers deja poco que desear: es equilibrada, desprende química y ofrece un banquillo de garantías. ¿Suficiente esto para hacer frente a la superpotencia de Oakland? Cuesta imaginarlo. Más aún si tenemos en cuenta el +45 que les infligieron los Warriors en el primer amistoso de preparación. Pero esa debe ser su batalla final. Para alcanzarla deben afrontar otras muchas que sí están a su alcance. Para ello cuentan con una de las mejores parejas de la Liga. CP3, consolidado como un Top-10 en el actual panorama, tiene como reto dejar atrás sus propios fantasmas. Y es que, al igual que el equipo que capitanea desde diciembre de 2011, jamás ha pasado de la segunda ronda en postemporada. Por su parte, Griffin busca reivindicarse y dejar atrás su mala prensa tras la pelea que protagonizó con un utilero y que marcó para mal su último curso. Si consigue mantener fría la cabeza —tanto fuera del parqué como en los momentos calientes de los partidos— tendrá mucho ganado. Para romper el eterno mal fario, ambos vuelven a contar con el apoyo de los de siempre: un DeAndre Jordan al que ya no sólo se le pide que marque la diferencia atrás, Jamal Crawford, J.J. Redick, Austin Rivers o el veterano Paul Pierce en el año de su adiós. Los Clippers redoblan la apuesta: todo o nada.