GOLDEN STATE WARRIORS | ANÁLISIS
Warriors: a por el trono perdido... y a alcanzar la perfección
Después de ganar 73 partidos y entrar en la historia, a los Warriors se les escapó una Final que dominaban 3-1. La solución es una bomba atómica: Kevin Durant.
Era la tormenta perfecta, tan improbable y tan imposiblemente sugerente que tenía que acabar sucediendo: Kevin Durant dejó Oklahoma City Thunder para jugar en Golden State Warriors. Pero para que eso sucediera tuvo que suceder todo: los Thunder se dejaron un 1-3 en la Final del Oeste, contra los Warriors. Y a estos se les escapó un 3-1 en las Finales contra los Cavaliers. De lo imposible a lo improbable y como consecuencia de tantas heridas, un movimiento que transforma la NBA, quién sabe si para siempre. Kevin Durant, guste más o menos y se defienda o se critique su decisión, jugará en la Bahía junto a Stephen Curry, Klay Thompson, Draymond Green y Andre Iguodala. Algo sin precedentes. Si funciona, algo absolutamente histórico.
Solo un movimiento así, a la vista de cómo acabó la temporada pasada, podía borrar de un plumazo la ascendencia psicológica que los Cavaliers se ganaron a pulso en su épico ejercicio de supervivencia de las pasadas Finales. Los Warriors vuelven a partir como favoritos… siempre y cuando hagan que funcione lo que parece imposible que no funcione. Parece una obviedad pero a veces tiene trampa. Con una rotación menos profunda y dos bajas respecto a un quinteto ya mítico (Harrison Barnes y Andrew Bogut se fueron a Dallas para dejar espacio a los millones de KD), los Warriors pueden preparar en cambio la versión pluscuamperfecta de su lineup of death (el quinteto de la muerte), el nombre que recibió el formato small ball que parecía invencible… hasta el último instante de la última Final. A Curry, Klay, Draymond e Iguodala se suma Kevin Durant en lugar de Barnes. Hay que volver a decirlo: si funciona, absolutamente histórico.
A la vista el traslado a una de las zonas carísimas de la carísima San Francisco, la presión será brutal sobre los Warriors en el inicio del fin de su etapa en Oakland y el vetusto Oracle Arena, una reliquia de otros tiempos del deporte estadounidense. Es anillo o desastre. Todos en la franquicia lo saben, todos vienen de perder demasiado en los últimos playoffs y todos piensan, únicamente, en ganar. Y todos tienen claro que esto no se trata de superar el 73-9 o intentar batir un récord cada semana. Aunque si todo funciona, los récords pueden llegar casi por inercia. Insisto, por última vez: si funciona, absolutamente histórico.