FINALES NBA | WARRIORS - CAVALIERS (3-3)
Barnes, Tristan, la defensa de Curry… las diez claves del séptimo partido de la Final
Al límite y a 48 minutos: muchos factores pueden decidir el séptimo partido y por tanto el campeón de la NBA en 2016. Estos son los principales.
Evidentemente, si se va al hueso de este séptimo partido de las Finales 2016 queda el duelo entre Stephen Curry y LeBron James. Si uno de los dos está muy por encima del otro, su equipo ganará con mucha seguridad (con total certeza en el caso de los Warriors). E, igual de evidentemente, el choque entre los tiros tras dribbling de Kyrie Irving y los triples en catch and shoot de Klay Thompson es otra de las llaves obvias de un partido con todos los ingredientes para ser legendario. Y que tiene muchas claves que pueden ser definitivas. Estas son las principales:
1. Thompson como jugador esencial
Los Cavs no le habrían dado 82 millones de dólares a Tristan Thompson de no ser porque LeBron James hizo campaña pública para que el ala-pívot, con el que comparte agente, siguiera en Cleveland. TT tiene tantas carencias que necesita que sus también incuestionables (aunque seguramente no tan caras) virtudes estén muy por encima de ellas: en esta Final está pasando y el canadiense se está convirtiendo en un jugador esencial.
En cuanto los Cavaliers se vieron con en el agua al cuello y simplificaron su juego para ponerse en manos de LeBron con Kyrie Irving como válvula de escape, Thompson se agigantó: en ataque por sus bloqueos y su capacidad para correr la pista, asunto básico en el estilo con el que está volteando su equipo la Final, y su finalización por encima de la canasta: 5/5 en el sexto partido en pases de LeBron. En 10 de los 12 partidos de las dos últimas Finales ha capturado al menos 10 rebotes y en el último jugó 43 minutos, tanto como el propio James. Los fallos por fuera de los Warriors hacen que no esté tan incómodo contra quintetos pequeños: en defensa flota a Harrison Barnes y se preocupa de proteger la zona. Curry pasa de un 38% cuando él está en pista a un 55% cuando se sienta. Y los Cavs de un +9,4 a un -19,4 entre los minutos en los que juega y aquellos en los que descansa. Te guste más o menos su (nada estético) estilo, en la dinámica de los últimos partidos Tristan Thompson se ha convertido en un jugador fundamental.
2. Tyronn Lue y el equilibrio entre ideas
Lue salió de los dos primeros partidos en Oakland trasquilado (-48 para su equipo) y con la sensación de ser un entrenador novato ejerciendo exactamente de entrenador novato, poco flexible con la rotación y empeñado en ganar a los Warriors en su terreno y con un estilo rápido y agresivo que relanzaba a un enemigo en su salsa.
Pero según ha ido avanzando la Final, Lue se ha mostrado firme y flexible, con el control del vestuario que nunca pareció tener David Blatt. LeBron le respeta y le apoya, y desde ese punto de partida y de una experiencia como jugador que está presente en aquellos a los que ahora entrena, ha conseguido mantener las cosas bajo control y ha podido tomar decisiones que en otras circunstancias podrían haber sido sísmicas. Ha ido haciendo desaparecer de la rotación a Kevin Love (y juegue todo lo mal que juegue, no todo el mundo toma decisiones así con jugadores de 20 millones de dólares) y ha virado el juego de su equipo: de la circulación colectiva con la que aplanó el Este a la absoluta gravitación en torno a LeBron. En el último partido, y con el visto bueno de su jugador franquicia, metió en la rotación temprana a Mo Williams y Dahntay Jones. Y su equipo, en definitiva, está en el séptimo partido de la Final y en una inercia que le permite ser optimista. Pase lo que pase, Lue (39 años) se podrá tomar estos playoffs como una prueba superada.
3. La desaparición de Harrison Barnes
Inescrutable y gélido, inclinado a la reflexión hasta un extremo que algunos de los que le entrenan consideran excesivo y finalmente dañino, Barnes es una extraña incógnita que se va a llevar un dineral en el mercado veraniego pero del que no conseguimos saber si solo puede ser un complemento de lujo o si puede alcanzar su máximo potencial y situarse entre los cinco mejores aleros de la NBA. Ese carácter hace que muchas veces vaya y venga de los partidos y le convierte en una buena opción en finales igualados: frío para lo bueno y para lo malo. Su problema, el de los Warriors en realidad, es que ha desaparecido de las Finales en el peor momento. Tras unos playoffs malos y un buen arranque de serie, en los dos últimos partidos y cuando más necesario era entre sanciones y lesiones, ha firmado un 2/22 en tiros: 1/11 en triples, 1/9 cerca del aro. En toda la Final promedia 9 puntos, 38% en tiros y 33% en triples. Su porcentaje en catch and shoot ha pasado de 40% en Regular Season a 29% en Finales.
El quinteto pequeño de los Warriors es tan efectivo porque todos sus integrantes anotan por fuera o producen desde el bote y el pase. La parálisis de Barnes, al que parece que se la ha olvidado tirar, permite a los Cavs olvidarse de él en defensa. Con LeBron oprimiendo a Green, Tristan Thompson le obvia y le deja libre para proteger la zona. Si en el séptimo partido los tiros vuelven a entrar, la estrategia será inútil y Thompson tendrá problemas hasta para mantenerse en cancha (ese es el efecto del small ball de los Warriors) pero si Harrison Barnes sigue en semejante barrena, no hay quinteto de la muerte. Es tan sencillo como eso.
4. Los Warriors no están metiendo los tiros
Un regalo para los defensores de que la NBA es finalmente una liga de make or miss (meter o fallar) y de que se lleva el resto de análisis demasiado lejos. Sin ser evidentemente tan simple y contando con muchos otros factores (la iluminación de LeBron al frente) el hecho es que los Warriors han dejado de meter tiros. Desde el descanso del quinto partido (61-61, recuerdo) y hasta que ya era tarde en el sexto. Y, más allá de los méritos de la excelente presión en primera línea de la defensa de los Cavs, muchos de esos tiros son abiertos, incluso sencillos. Más desde luego de los que han estado metiendo durante toda la temporada con los ojos cerrados. Si eso significa que finalmente entrarán a tiempo o si el bache durará un último y, para sus intereses, letal partido, es imposible de saber hasta el salto inicial.
Hay un método (quantified shot probability) qué mide cómo de buenos y efectivos son los tiros en función de la posición, distancia con el rival, porcentajes del lanzador… según esto, los Warriors han encajado un -29 en dos partidos en los que tendrían que haber firmado un +9 si se hubieran mantenido en sus porcentajes habituales. Pero están tirando un 8% peor de lo que sus situaciones de lanzamiento sugieren, mientras que los Cavs llevan esa cifra a un 6,5% por encima de lo normal. Más allá de los problemas de Barnes y las rachas algo irregulares de Klay Thompson, Curry también está un 9% por debajo de lo que debería mientras que LeBron y Kyrie están un 7% por encima. ¿Make or miss league?
5. La paradoja del ritmo alto
Lo decía al hablar de Lue: los Cavs querían correr y el plan parecía un descenso kamikaze a las redes de los Warriors. Los dos primeros partidos no hicieron mucho por cambiar esa idea. Pero desde entonces, los tres duelos con el ritmo de posesiones más alto coinciden con los tres que han ganado los Cavs. En Regular Season los Warriors fueron el equipo que más puntos sumó en cada partido gracias a transiciones rápidas (20,9). En los dos últimos de la Final, la diferencia es 47-19 para los Cavs. Solo LeBron lleva 12. Su equipo aprovecha el rebote y las pérdidas de los Warriors para correr, con Tristan Thompson aventajando en primera oleada al menos efectivo repliegue del rival, y en estático despliega ataques poco masticados con tiros rápidos siempre que tiene ocasión y gracias a la excelente lectura de juego de, otra vez y cómo no, LeBron James.
6. La defensa de Stephen Curry
Un asunto delicado. Stephen Curry ha evolucionado desde su llegada a la NBA hasta convertirse en un defensor aseado, como mínimo capaz de sostener su posición sin generar desventajas para su equipo y con una tendencia al riesgo muchas veces provechosa: faltas en ataque del rival, líder en robos de la última Regular Season… Sin embargo, en esta Final ese mismo instinto se está cobrando un precio alto en un Curry con problemas de faltas en los partidos cuarto y sexto y al que los Cavs buscan y tratan de aislar frente a LeBron tras los bloqueos. En esas jugadas de ajustes o cambios rápidos está teniendo lagunas capitales y está tratando de continuar sus errores con big plays que están conduciendo a más errores. Eso y la falta de chispa física son un problema que en el séptimo partido se debería solventar con concentración, paciencia y un cuidado de los detalles del que ni el MVP se puede abstraer.
7. Si LeBron James mete los tiros por fuera…
La inestabilidad en el tiro exterior es la gran, casi la única, debilidad de LeBron en ataque. Durante la temporada ha estado especialmente errático fuera de la zona, hasta el punto de que ha llevado la media de su tiro más cerca del aro que nunca (a 2,9 metros de distancia media) y ha realizado 111 mates en Regular Season. Para dar perspectiva: en su primer año en los Heat jugó 354 minutos más e hizo 13 menos. En los dos últimos partidos LeBron ha entrado en unos porcentajes exteriores que seguramente obliguen a los Warriors a cambiar toda su defensa, con el riesgo de abrir nuevos espacios para otros. Parece la única solución, de salida o en cuanto entren sus dos o tres primeros lanzamientos, más ahora que los Cavs se han puesto definitivamente en sus manos: en las tres victorias de los Ohio, LeBron ha lanzado 27,7 tiros por partidos. En las tres derrotas, 19,7. En los partidos quinto y sexto, 41 puntos en cada uno, acabó con 30 y 27. Con buenos porcentajes, las pérdidas bajo control en un sistema de muchos menos pases y el resto de su arsenal en perfecto estado de revista, LeBron es ahora mismo una bestia contra la que los Warriors necesitan, seguramente, nuevas soluciones. Y con urgencia.
8. El físico con la eliminatoria al límite
En 2015, bajo mínimos sin Kyrie Irving ni Kevin Love, LeBron y los Cavs acabaron fundidos una Final en la que solo tuvieron una media de 1,4 días de descanso completo entre jornadas de partido. En esos pequeños movimientos de la NBA hacia un calendario más racional, este año en la Final ese margen se ha ido a 1,8. Los Cavaliers, esto prueba la importancia de este dato, se hundieron en el tramo final del cuarto partido, con Irving y LeBron agotados: ha sido el único encuentro de la Final con solo un día de descanso intermedio. Son siete partidos (para los Warriors tras otros siete contra los Thunder) y las fuerzas están al límite. Además, Kyrie Irving llega con problemas en el pie, a priori menores, y Andre Iguodala con unos muy preocupantes espasmos en la espalda. Si Iggy no puede jugar a buen nivel, las opciones de los Warriors caen en picado. En cualquier caso es un game 7, en gran medida una cuestión de resistencia física. Al menos como punto de partida.
9. Kevin Love
¿O no? Desde luego los Cavs pueden ganar sin Love, y de hecho están ganando sin Love. No jugó el tercer partido y solo estuvo en pista 12 minutos en el sexto. Solo ha metido cinco triples en toda la Final y su equipo es mejor con Jefferson como alero y LeBron de cuatro. Sorprende no tanto su bajo nivel como su incapacidad para tener al menos buenas rachas o momentos efectivos en el tiro. En cualquier caso, un buen partido de Love salido casi de ninguna parte sería una excelente noticia para los Cavaliers: es un séptimo fuera de casa y probablemente necesiten todas las armas a su disposición. Su único valor hasta ahora ha quedado limitado a fijar lejos del aro a Green tras las jugadas de pick and roll entre LeBron y Thompson para permitir así más resoluciones en uno contra uno del primero. No se puede a priori apostar que vaya a dar mucho más pero si de repente lo hace, justo en el día más oportuno…
10. El arbitraje
Fuera de lo deportivo la Final se mueve en la histeria desde la sanción de Draymond Green y hasta las salidas de tono de Ayesha Curry. El arbitraje del sexto partido fue casero, un hecho tan cierto como que no fue la razón de la derrota de esos Warriors que jugaron el peor primer cuarto en una Final desde que (1955) existe el reloj de tiro (11 puntos, 5/22 en tiros). Después Steve kerr se quejó, seguramente una forma de preparar el terreno para el choque decisivo pero también una manera de dar una coartada a sus jugadores, de situar una excusa ante sus ojos y apartar de su pensamiento otras ideas que estuvieran minando mucho más su confianza. Además, el partido evaluará a ese cada vez menos caliente Oracle Arena, en medio del debate desde que al viejo público de Oakland le ha sustituido una masa social mucho más adinerada… pero menos ruidosa. El dinero de San Francisco está fijando (otra vez...) precios de récord para el séptimo encuentro, pero los Warriors necesitan esta vez el corazón en carne viva de Oakland porque la guerra del factor ambiental la ha ganado hasta ahora Cleveland. Con todo lo que eso implica…