ESPECIAL FINALES HISTÓRICAS | 1985
Es 1985: Kareem y los Lakers vencen en el Boston Garden
Domingo 9 de junio de 1985, la primera vez que una leyenda llamada Los Angeles Lakers arrebata el anillo en Boston a los Boston Celtics.
Lo repasas ‘frame by frame’, aunque solo sea en el resumen de ‘NBA 60 Greatest Playoffs Moments’ y ahí va toda la mística de todo, ahí regresan los escalofríos y la añoranza: ahí está la mejor NBA en el Boston Garden, el domingo 9 de junio 1985, la primera vez que una leyenda llamada Los Angeles Lakers arrebata el anillo en Boston a los Boston Celtics, los señores de la leyenda del Garden, los que nunca habían perdido una final allí, en el Garden: y mucho menos... con sus odiados Lakers.
Toda esa leyenda de invencibilidad ‘celt’ la conocía y sufría hasta el tuétano el sensacional jugador que había nacido en Brooklyn en 1947 como Lewis Fernand Alcindor y que ahora ya sólo respondía por Kareem Abdul-Jabbar. El fantástico pívot que cinceló el mejor entrenador de todos los tiempos, John Wooden, en el equipo universitario más ganador en la historia de la NCAA: la Universidad de California en Los Angeles, la UCLA de los años 70. Con 38 años cumplidos, a Kareem se le abrió el mito en canal ya en el primer partido, cuando los Celtics propinaron a los Lakers la terrible humillación conocida como ‘Memorial Day Massacre’, la masacre del 27 de mayo, el ‘Memorial Day’, en un hirviente Boston Garden: 148-114 y Kareem reducido a 12 puntos y tres rebotes… mientras Robert Parish, literalmente, galopaba sobre Jabbar, aquel hombre afroamericano y contestatario que sólo se libró de ir a Vietnam… por sus 2,18 de altura. Aquel fue también el mejor día en la carrera del oscuro alero ‘celtic’ Scott Wedman, que anotó… sus 11 tiros de campo, incluidos cuatro triples. Todo olía a masacre: y más con el recuerdo de la sangrante derrota ‘laker’ el año anterior, 1984, y en ese mismo Boston Garden, donde Larry Bird y Red Auerbach se encargaban de esparcir declaraciones como puñaladas antes de cada partido, antes de la misma final. “Dicen que hace un año no pudieron dar lo mejor de sí mismos, supongo que vendrán muy obligados con ganas de revancha o redención, como quieran llamarlo”, disparaba Bird hacia los Lakers: el mismo Bird que con 28,7 puntos y 10,5 rebotes había conducido a Boston hasta el liderato final de la ‘regular season’: 63-19, una victoria más que los Lakers donde Magic Johnson siempre se autodefinía así: “A man with a mission’, un hombre con una misión: vengar la afrenta de 1984, por supuesto. Mientras, Bird no admitía públicamente el daño (dedo fracturado) que se le había producido en la mano derecha tras cierta pelea con Mike Harlow, un tabernero de Boston…
En ese 1985, la final de la NBA desplegaba por primera vez el formato 2-3-2: la idea (tras conversaciones previas de David Stern con Auerbach y Jerry Buss) era reducir los viajes de Costa a Costa y reducir estrés tanto a los jugadores como a ‘staff’, técnicos, periodistas y compañía. Entretanto y en esos miserables días que los Lakers pasaron en Boston, antes del segundo partido, Kareem Abdul-Jabbar fue mostrando señales de pasar al frente y de que se había tomado por lo personal la masacre del ‘Memorial Day’. Pat Riley lo recuerda así: “Para nosotros, esa paliza fue una bendición disfrazada… sólo había que ver el aire y la mirada de Kareem. Hizo como un contrato con el resto del equipo de que eso no volvería a ocurrir: no con él”. Y en el segundo partido, el 30 de mayo en el Garden, Kareem Abdul- Jabbar descargó sobre los Celtics una avalancha de 30 puntos, 17 rebotes y ocho asistencias: fue después de pedir disculpas e insistir a sus compañeros en las sesiones videográficas. Además, estrechó la mano a cada uno de ellos, mirando a los ojos y antes de empezar el segundo turno. El ‘captain’ de los Lakers, el ‘cap’, dirigía así el asalto al Boston Garden: tras la espada sagrada del mejor discípulo de Wooden, escoltado por 22 puntos de Michael Cooper (8/9 en tiros de campo) los Lakers dominaron el segundo partido por 102-109 y empataron la final. “Ha llegado el momento de que este equipo demuestre quién es: aquí, en Boston”, había arengado Riley.
La serie se trasladó a L. A., al majestuoso Forum del suburbio de Inglewood, en Manchester Boulevard. Con 136-111 en el tercer partido (29 puntos de Worthy y 26 de Kareem, además de 14 rebotes), los Lakers pasaron al puente de mando pese a 31 puntos de Kevin McHale... y mientras zozobraba la precisión de Bird, tenso… acuciado por la defensa agobiante de Cooper. “Estoy jugando terrible y eso es todo, nada de excusas”, analizó Larry: 17/42 en tiros de campo durante los partidos segundo y tercero.
El cuarto turno, segundo en el Forum dio vida extra a los Celtics. Fue con 28 puntos de McHale que prepararon el escenario para el tiro victorioso del ya fallecido Dennis Johnson: a sólo dos segundos del final y tras recibir la asistencia del sobremarcado Bird: el 105-107 sellaba el 2-2 y, por unos días, pareció instalar una sombra negra en el orgulloso corazón de los mejores Lakers del ‘showtime’. Pero sólo dos días más tarde, los Lakers contestaron con nueva exhibición de un Kareem, que también fue pieza clave en otra vuelta de tuerca ideada por Riley. Tras 16 puntos de Kevin McHale ante Kurt Rambis en el primer cuarto, Riley envió a Kareem sobre McHale y dejó que Rambis chocara con el más limitado Parish. Cambió el libreto del partido: un parcial-oleada de 14-3 depositó a los Lakers con 89-72 en el descanso ante una multitud fanatizada (17.505 espectadores)… y pese a que los Celtics recortaron hasta 101-97, el día acabó con 120-111 para los Lakers, de nuevo en ventaja (3-2)…y con 36 puntos de un Kareem para cuya defensa no encontraba soluciones el equipo técnico de K. C. Jones. Desde el cielo del Forum diluviaban ‘sky hooks’ sobre el infortunado Parish, incapaz de defenderse de la ola de ‘dos contra dos’ con que atacaban por dentro Magic y Kareem a través de devastadores ‘pick&rolls’. Riley siempre exige más y más defensa, más y más rebote… y los Lakers galopan ahí en relámpagos de venganza. Cuando la temporada de 1985 en la NBA se despide de Los Ángeles, las tropas del mariscal Riley y del capitán Kareem van ganando 3-2… pero queda regresar a Boston para la batalla final. Y…
Y esa batalla final llegó el domingo 9 de junio de 1985. Lo ves ‘frame by frame’ con la música de sinfonía heroica como de ‘western’ que le ha añadido la misma NBA y te estremecen los escalofríos de añoranza. Ahí están. Ahí, a 1:01 del final de ese sexto partido, cae el enésimo glorioso ‘sky hook’ de Kareem sobre el indefenso Parish, desde el mismo poste bajo del Garden donde Abdul-Jabbar produjera otro milagro de gancho absolutamente calcado: fue en las finales de 1971, con Kareem en los Bucks contra los Celtics. Ese gancho, el golpe definitivo de un ganador, impone el 97-109 cuando se entra en el último minuto. Los Lakers se han vuelto a reagrupar tras el cañoneo de McHale (36 puntos) y desencadenan la última carga sobre el nido del pájaro Bird, con plomo en las alas: 28 puntos… pero 12/29 en tiros. “Los Celtics siempre están queriendo volver, pero esta vez no íbamos a cometer los errores de 1984, no íbamos a dejarles respirar”, sentencia Earvin ‘Magic’ Johnson.
Y tras ese 97-109 en ese movimiento celestialmente perfecto, el que le enseñó y ajustó Wooden, explota y se transfigura el distante Kareem, el huraño Kareem, el amigo de Bruce Lee y de la Nación del Islam: es con la alegría de un niño de 38 años y 2,18 de altura, es el 97-109 a la entrada del último minuto y los Lakers van a ganar la final de la NBA… en el Boston Garden. A falta de 46 segundos cae la sexta falta de Abdul-Jabbar, que alza el dedo índice, el número uno, cuando llega al banquillo de L. A. Ya van 100-111, tanteo definitivo, ya son los instantes finales cuando Dick Stockton corea en la CBS: “Lakers are winning it, three in six years, for the first time... L. A. comes to Boston and wins the World Title”. “Lo están ganando los Lakers... Tres en seis años, L. A. viene a Boston y gana el Título Mundial”. Todo termina con ese 100-111 que vale el 4-2 final. 29 puntos de Kareem (18 en la segunda parte) le sellan el nombramiento de Jugador Más Valioso en estas finales, con medias de 25,7 puntos y nueve rebotes en los seis partidos.
Nunca se ha visto mayor alegría en Kareem Abdul-Jabbar, quien siempre recuerda este de 1985 como el más preciado de sus seis anillos: en efecto, ya lleva tres con los Lakers, pero aún le quedan dos por ganar, en 1987 y 88. “Nunca se podrá decir de nuevo en idioma inglés que los Lakers no han ganado a los Celtics en Boston”, suelta en la caseta de los Lakers un exultante Jerry Buss. Ante Brent Musburger, de la CBS y aún en el vestuario, Riley señala dos claves: el rebote… y Kareem: “Él desafía la lógica, desafía al tiempo. Se puede ver la pasión. Es el deportista más único y duradero de nuestra época. Nunca verán a nadie así. Mejor que le disfruten mientras puedan. Nuestro capitán y Magic han sido los dos tipos que han diseñado ese movimiento de fuerzas. “Teníamos que hacernos valer aquí en Boston, tarde o temprano”, apostilla Magic. Y, ¿qué dice Kareem Abdul-Jabbar? Primero, corrige a Brent Musburger, que le felicita en la CBS por su ‘primer Trofeo MVP de las finales’. “No, también lo gané en 1971 (con los Bucks)… pero ya sé que nadie se acuerda después de tanto tiempo”. Y después, Kareem Abdul-Jabbar, el Lew Alcindor de UCLA, resume lo que ha pasado en el Garden con dos sencillos apuntes: “Teníamos que hacernos valer aquí en Boston, tarde o temprano. Hemos tenido que darle la vuelta a una situación adversa en casa de los Boston Celtics. Y para dar una vuelta así a esta situación como esta, sólo se puede hacer jugando buen baloncesto de equipo”.
Pocos días después, en aquel junio de 1985, tras la gran parada de los campeones, Kareem Abdul-Jabbar se saludará con John Wooden en el ‘campus’ de UCLA, entre los sicomoros de Westwood. "Hey, coach", dirá Kareem a Wooden, quien le devuelve así el saludo: "Congratulations, Lewis”. Wooden siempre llamó ‘Lewis’ a Kareem Abdul-Jabbar, quien le responde: "Gracias, coach, ¿qué fue lo que hicimos bien?". “Fue ‘good team basketball’, buen baloncesto de equipo, hijo”. John Wooden y su arma definitiva estaban de nuevo a solas: tras devastar el Boston Garden.