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¿Tienen opciones los Hawks contra LeBron y sus Cavaliers?

Atlanta ha perdido sus últimos siete partidos contra los Cavs, incluida la última final del Este (4-0). Ahora lo intentarán con una de las mejores defensas de la NBA.

¿Tienen opciones los Hawks contra LeBron y sus Cavaliers?

LeBron James es el baremo de medir en el Este. Solo se ha perdido los playoffs en sus dos primeras temporadas en la NBA. En las once siguientes (incluida la actual) ha estado en las eliminatorias y ha pasado por ellas como un ciclón: seis viajes a las Finales, un 11-0 en series de primera ronda y un total de 25-4 en eliminatorias de su Conferencia. Esas cuatro derrotas han llegado, sobre todo, en la segunda ronda que hoy abren sus Cavs ante los Hawks: siete victorias y tres eliminaciones (2006 ante los Pistons y 2008 y 2010 ante los Celtics). En total, LeBron está 11-0 y 44-7 en partidos de primera ronda, 7-3 y 36-21 en segunda, 6-1 y 26-15 en finales de Conferencia y, su gran caballo de batalla, 2-4 en Finales, en las que suma 20 partidos perdidos y solo 13 ganados.

LeBron lleva 17 triunfos seguidos (las cuatro últimas series por 4-0) en primera ronda. Ahí tiene el mejor porcentaje de victorias de la historia (86,2%), el mismo que Magic Johnson, solo por detrás de James Worthy (86,7%). En segunda lleva cinco eliminatorias seguidas ganadas y ahora se enfrenta a los Hawks, que no ganan a los Cavaliers desde 6 de marzo de 2015: 4-0 en la última final del Este, 3-0 en sus duelos de la presente temporada. Con esa acumulación masiva de números, LeBron no solo es un gigante por ahora inalcanzable para los Hawks (0-2 en playoffs contra los Cavaliers, las dos con el Rey enfrente: 2009 y 2015) sino que sigue amasando números de leyenda. En esta serie (y salvo lesión) se colocará como el duodécimo jugador con más partidos de playoffs jugados en la historia. Y tiene a tiro ser ya (en lo que queda de postemporada) cuarto máximo anotador en eliminatorias: lleva 5.111 puntos por los 5.144 de Tim Duncan y los 5.250 de Shaquille O’Neal. Por delante Kobe Bryant, Kareem Abdul-Jabbar y Michel Jordan (5.987).

Con todo esto en mente y para un equipo cuyo techo histórico desde que se trasladó a Atlanta (1968) es esa final de Conferencia del año pasado en la que fue arrollado por LeBron (promedió 30,3 puntos, 11 rebotes y 9,3 asistencias sin Kevin Love y con un Kyrie Irving que solo jugó dos partidos: también sin Korver y Sefolosha), la pregunta es obvia: ¿hay alguna opción contra Cleveland Cavaliers? Se podría contestar que sí porque en deporte siempre hay alguna opción. Y contra ese tópico de toda la vida, otro de nueva generación: no… salvo que LeBron se lesione. Esa es la percepción que tenemos del Este de los últimos tiempos: buscamos no ya alternativa real sino simplemente enemigo que le dé un poco de mala vida, algo que en el pasado hicieron los Magic de Howard y Turkoglu, los Celtics del big-three o los Pacers de Paul George, Lance Stephenson y Roy Hibbert.

La defensa, el tiro, el sistema colectivo...

Atlanta lleva siete derrotas seguidas contra los Cavs pero es, en todo caso, un equipo diferente al de la pasada temporada. Su ataque no es tan efervescente como entonces pero de forma silenciosa ha desarrollado una de las defensas más consistentes de la NBA. Su rating ofensivo ha bajado del año pasado a este (de 108,9 a 103) pero el defensivo se ha disparado (de 103,1 a 98,8, solo mejorado por los Spurs). En una serie en la que ninguno de los banquillos es fiable (un posible drama en unas hipotéticas Finales para unos Cavs que construyeron la plantilla más cara de la historia pensando en ser lo suficientemente profundos), los Hawks ganan el duelo de entrenadores (aunque solo sea por experiencia) y son mejores en la pareja interior titular, por mucho Kevin Love que se le ponga al asunto: Al Horford y Paul Millsap suman siete all stars entre los dos y siguen siendo a pesar de ello jugadores infravalorados. Además, Jeff Teague suele (por rapidez y actividad) dar guerra a un Kyrie Irving que pareció volver a la vida en primera ronda tras una temporada cuestionable... en el mejor de los casos. Así que si se miden los matchups, Atlanta tiene suficientes ventajas pero necesita que Kyle Korver tenga porcentajes de tiro altos y estables, y que ejecute mejor que JR Smith, que al menos este año ha sido más eficaz que Korver en los picos de ambos... y menos horrendo en los valles. Y necesitan, claro, que todo su plan no se vaya al traste por LeBron, contra el que de salida usarán a Bazemore pero ante el que tendrán que buscar soluciones colectivas.

El año pasado, defender a LeBron por atrición a costa de liberar a los tiradores no función (4-0, 9,3 asistencias de media para el alero). En primera ronda, los vaivenes exteriores de los Celtics también permitieron a Budenholzer colapsar la zona y dejar espacio por fuera, algo que no pueden permitirse ahora. Si LeBron sigue en su línea errática en el tiro lejano de toda la temporada (31% en triples en Regular Season, 21% en playoffs), abre una vía para la arquitectura defensiva rival, que pasará en gran parte por el trabajo de Horford y Millsap. Si a eso se añade que Teague esté a buen nivel (acabo tocado la primera ronda) y que los Hawks tiren mejor que ante Boston, especialmente en los tiros liberados, a los de Georgia se les abre una puerta. A priori, pequeña y siempre que lleven el partido a su ritmo y no dejen a los Cavs jugar con ventajas en el marcador y por instinto. La clave es hacerles pensar, encontrar las lagunas en ejecución colectiva que han enseñado durante toda la temporada, acabar en esos finales apretados en los que LeBron se desgasta y los demás miran.

Para Atlanta Hawks, no hay otra. E incluso así lo tienen crudo porque tienen que salir demasiadas cosas bien como para que la serie, ya ni hablamos de un resultado sorpresa, ya vaya a un desarrollo largo y sufrido. Pero los Hawks son un buen equipo, tienen una opción a la que deberían aferrarse y se les puede considerar, al menos, una buena piedra de toque para LeBron James, la vara de medir en el Este. Veremos si es así o si cae otro 4-0/4-1 con nos vuelve a dejar con cara de si es que no sé para qué digo nada…