El equilibrio parece esta vez real

Los números siempre hablan: al descanso el Barcelona ganaba por seis (44-50) en puntuación pero por 18 en valoración (47-65). Estaba siendo mejor: después vino el break del tercer cuarto. Mejor físicamente, con más recursos (pese a la bajas) y un plan que por fin no zozobró cuando el Real Madrid subió marchas, esta vez casi siempre cortas. Mejor mentalmente, muy estable para lo que han sido sus últimos partidos ante el Madrid. Jugó convencido de que además de anular las virtudes de los de Laso podía, simplemente, imponer las suyas. Y cerrará con otro ánimo este 2015 que ha sido blanquísimo de cabo a rabo.

El Real Madrid no está al nivel de la temporada pasada. Es obvio. Había avanzado pero sigue lejos, y este partido le recordó que este curso será, está siendo, de volar menos y sufrir más. Es que se le ven ciertas costuras y es que el pasado fue sencillamente perfecto. Más humano, ayer demasiado humano, no encontró talento ni jerarquía. Perdió por intangibles y perdió por matemáticas: tiró peor, reboteó peor, no forzó las suficientes pérdidas del Barça. Ese lote de normas simples que suele decidir estos partidos tan complejos fue casi enteramente azulgrana y, sorprendentemente, casi de principio a fin. Así que del Clásico sale un Real Madrid alerta, herido, y un Barcelona despierto, con el alta del psicoanalista. Cuando la competición entra en calor (Top-16, Copa…) el equilibrio de poder parece mucho más real que antes del verano. Hagan juego.

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