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FINAL NCAA | DUKE 68-WISCONSINS 63

Justise Winslow: digno sucesor de su padre Rickie, mito del Estu

El hijo del exjugador del Movistar Estudiantes se alzó esta pasada madrugada con el título de la NCAA defendiendo el uniforme de Duke.

Rickie y Justise Winslow.

No cae muy lejos el fruto del árbol y en el caso de Justise Winslow, la frase cobra un sentido completo. El jugador de los Blue Devils de Duke, recientes campeones de la NCAA, es hijo de todo un mito estudiantil, Rickie. Un auténtico matador (ganó el concurso de mates de la ACB en la temporada 1989-90) que cautivó al público español en sus siete temporadas en nuestro país, cuatro y media de ellas con el equipo del Ramiro de Maeztu (1988-1993), tras su breve paso por el Cajacanarias.

Su calidad era innegable. Llegó a España después de formar parte de un equipo de ensueño en la Universidad de Houston (1983-87). Allí se encontró con una de las grandes leyendas de la NBA, Hakeem Olajuwon, en su etapa final antes del gran salto. Fue uno de los últimos miembros oficiales de la famosa Phi Slamma Jamma, conocida por las habilidades aéreas de sus miembros y que se quedó a las puertas del título en 1984 (el último año de Olajuwon). Cayeron ante la Georgetown de Partick Ewing y Rickie disputó 33 mintuos y anotó 2 puntos. A pesar de no triunfar en la NBA (drafteado por los Bulls, llegó a jugar 7 encuentros con los Bucks con un punto y un rebote de media), su aterrizaje en Madrid supo a gloria al Estu, pues con su llegada se lograba suplir con nota a otro de los grandes de la historia colegial como era David Russell.

Primero como temporero para suplir en febrero al maltrecho estadounidense y luego como hombre clave (1989-90), su juego cuadrada a las mil maravillas con el baloncesto ramireño: rapidez en el juego, tiro exterior (aunque no era su especialidad, su manita impedía que los defensores le flotasen) y búsqueda constante del rebote. Ayudaba por dentro y por fuera. Un grande con ciertos problemas de disciplina que conectaba a las mil maravillas con los aficionados dementes.

Con Winslow padre, el Estudiantes cosechó su mayor hazaña continental: la Final Four de Estambul de 1992, donde el equipo cayó en semifinales ante el Joventut entrenado por Lolo Sáinz y comandado por los hermanos Jofresa y Villacampa. Además, conquistó la segunda Copa del Rey de la historia estudiantil esa misma temporada en Granada ante el CAI Zaragoza, el primer título del club en casi treinta años.

Un ADN soberbio que ha sido transmitido a todo un campeón de la NCAA como es su hijo, que en los 32 minutos que estuvo sobre la cancha ante Wisconsin firmó unos muy buenos 11 puntos, 9 rebotes y 3 tapones. Sus aspiraciones en el draft antes de la final ya le vinculaban a la primera ronda, pero después del nivel mostrado, y con un título bajo el brazo, ya se aseguran blindadas. Las previsiones le sitúan ahora mismo en la quinta posición, dos puestos por delante de la perla croata del Barcelona Mario Hezonja. Un gran lujo para un jugador cuyas habilidades han sido asemejadas a las de Grant Hill por su entrenador, Mike Krzyzewski, el gran Coach K, y por muchas especialistas con las de Jimmy Butler.

Justise dejaría la universidad en su primer año, promediando 12,6 puntos y 6,5 rebotes. Algo a lo que su padre no pone muy buena cara. Rickie prefería que al menos estuviera un curso más: "Haría el juego universitario mucho mejor y, además, los chicos serían capaces de desarrollarse mucho más ante de ir al siguiente nivel", manifestó a USA Today. Aunque sabe que "será su decisión", pues entrar en el Top-10 del draft, le garantizaría entre 2 y 3,1 millones de dólares por cada una de sus tres primeras temporadas en la élite.

Pero haga lo que haga, su salto a la NBA ya tiene padrino: DeAndre Jordan.