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Joe Bryant, padre de Kobe, se busca la vida en Japón

Estrella del baloncesto italiano en los años 80, ahora dirige al Rizing Fukuoka en la BJ League. También tiene experiencia en Tailandia y en la WNBA.

Joe Bryant celebra con Kobe el primer título de campeón del escolta (2000).

Mientras Kobe Bryant se ha visto obligado a abandonar las pistas esta temporada por una nueva lesión, Joe, padre de la Mamba Negra, trabaja a sus 60 años de edad como entrenador en la exótica labor de intentar sacar adelante al Rizing Fukuoka en la BJ League japonesa, equipo por el que firmó cuando 2014 ya expiraba y que es colista de la Conferencia Oeste nipona con siete victorias y 27 derrotas. Es el último destino del que fuera también jugador de la NBA (1975-1983) y luego estrella del 'pallacanestro' italiano (1984-1991), un nómada del baloncesto que vive lejos de los focos de su estelar hijo y que ya pasó con anterioridad por el país del sol naciente para dirigir al Tokyo Apache (2007-2009) y al Rera Kamuy Hokkaido (2010-2011), así como por Tailandia para tomar las riendas del Bangkok Cobras (2012) y el Chang Thailand Slammers (2013).

Joseph Washington Bryant (Filadelfia, 19-10-1954) es todo un trotamundos con experiencia también como técnico jefe en la mejor liga femenina del mundo, la WNBA, con Los Angeles Sparks en dos etapas diferentes (2005-2007 y 2011), además de en la actual ABA (Las Vegas Rattlers en la campaña 2003-2004 y Boston Frenzy en la 2004-2005), una liga semiprofesional fundada en 1999 que nada tiene que ver con la histórica competición en la que brilló, por ejemplo, Julius Erving en los años 70. Jellybean, como es apodado desde sus tiempos de jugador el progenitor del escolta cinco veces campeón de la NBA, incluso ha hecho sus pinitos como preparador en el mundo del slamball, una variedad del baloncesto en el que se utilizan trampolines, y en 2009 estuvo a punto de dirigir en Europa a su “primer amor” en Italia, el AMG Sebastiani Rieti, club que inauguró su trayectoria como jugador en el viejo continente, aunque finalmente el traslado del equipo a Nápoles frustró su fichaje.

Pocas cosas le quedan por probar en el deporte de la canasta a este técnico de apellido baloncestístico ilustre, que se ve como alguien que puede enseñar mucho debido a su experiencia en las canchas: “Odio que me llamen entrenador. Prefiero que me conozcan como un profesor. Me gusta ver a los jugadores crecer y aprender el juego”. No obstante, difícil será ya que pueda igualar como entrenador sus logros como jugador, siempre muy alejado del nivel y los éxitos de Kobe, el pequeño y más famoso de sus tres vástagos. Pero es dueño de una carrera más que respetable que incluye su paso por tres equipos de la NBA (Sixers, Clippers y Rockets), con promedios de 8,7 puntos y cuatro rebotes, y sobre todo, un recorrido por el sur de Europa que le convirtió en leyenda del 'pallacanestro' antes de colgar las zapatillas en 1992 en el Mulhouse francés.

En el país transalpino, este ala-pívot de 2,06 metros formado en la universidad de La Salle, maravilló en diversos equipos de la A-1 y la A-2, desde la ya mencionada squadra de Rieti (1984-1986) hasta el Reggio Calabria (1986-1987), Olimpia Pistoia (1987-1989) y el Reggiana (1989-1991), dejando registros anotadores que permanecen en la historia del baloncesto italiano. En una clasificación que lideran unos tremendos 87 puntos de Carlton Myers, suyo es el cuarto mejor registro con los 69 que le endosó al Facar Pescara el 9 de noviembre de 1986, así como la novena mejor marca, igualado con el mítico alero brasileño Oscar Schmidt, gracias a los 61 que metió ante el Yoga Bolonia el 2 de febrero del mismo año. Eso sin contar con varias actuaciones más en las que superó los 50 puntos. Está claro que algo tuvo que ver la genética en el hombre de los 81 puntos y estrella de los Lakers, Kobe Bean Bryant, quien pasó aquellos años al lado de su padre mientras lanzaba sus primeros tiros a canasta.

Ahora en Japón, Joe Bryant intenta sacar adelante al Rizing Fukuoka, a pesar de que las cosas no han comenzado bien para él (una victoria y siete derrotas) en un equipo que ya iba a la deriva cuando aterrizó. A buen seguro sus posibles hazañas pasarán de nuevo más desapercibidas que las que ha protagonizado su ahora lesionado hijo, con quien ha tenido desencuentros a lo largo de los años.