BARCELONA 76 - REAL MADRID 68
El Madrid se deshace en el Palau
El equipo de Laso, siempre a remolque, notó más la lesión de Sergio Rodríguez que el Barcelona las tres que tenía. Abrumadora superioridad de los pívots azulgrana.
Si reducimos el baloncesto a lo fácil, a las canastas y los puntos, el marcador dice que el Barcelona ganó por ocho: 76-68. Pero este deporte es más que eso, mucho más. Y en ese mucho más los azulgrana barrieron al Madrid de la pista. A un Madrid impotente, desdibujado, sin ideas, perdido y alicaído físicamente. Inferior. No hubo ni una sola sensación durante el partido, incluso una vez terminado, ya repasando el duelo en modo resumen, que soplara a favor de los blancos. Ni una.
El Barcelona de las tres bajas (Navarro, Oleson y Abrines), y con Nachbar vestido de calle para cumplir los cupos, pasó por encima de su enemigo íntimo. Cierra así la tormenta de Clásicos de 2014 uno arriba: 5 a 4. Al tiempo que alarga su racha en el Palau en la liga regular. Novena victoria seguida desde 2006. Triunfo, además, motivador, de carácter, sin apenas premio clasificatorio aunque con recompensa simbólica. Con mensaje alto y claro: el Barça tiene un gran equipo y ha cogido el camino correcto. Vendrán nuevas bifurcaciones y resulta imposible adelantar el futuro, pero… El Madrid, en cambio, se embarcó decidido en septiembre y ahora navega en un mar de dudas. Cincos caras nuevas y casi todo por asentar. Aún.
Sergio Rodríguez volvió afectado por una pubalgia después de cuatro partidos ausente y el duelo le superó. Quizá no era el día. Entró en el segundo cuarto y a los cuatro minutos regresaba al banquillo (37-29, minuto 14) tras encadenar varias pérdidas con la ayuda de sus compañeros. El Barça rompía con suplentes, con Satoransky, Jackson, Lampe, Pleiss y un titular, Thomas. A la exhibición festivo anotadora de ambos en el primer cuarto (24-22), le cogió el relevo otro partido (29-28 en la segunda parte), el del pulso competitivo de siempre entre los dos colosos. Haya o no trofeo de por medio.
Sin embargo, mientras los azulgrana anotaron el 65% de sus lanzamientos de dos, cada canasta madridista llevaba sello de héroe. Difícil, no; lo siguiente. Maciulis batallaba (una de sus actuaciones más destacadas) y Llull firmaba dos triples imposibles. Le imitaba Rivers. ¿Y Rudy? Desaparecido en ataque.
Las rotaciones locales se entendían desde la lógica, las blancas necesitaban explicación. Ayón en el banco durante 31 minutos, de repente aparecía Mejri… Nada cambiaba. Borrado en el juego de los espejos por la sencilla efectividad de los pívots del Barça, de su juego colectivo. El Barça perdía 15 balones, pero incluso así impedía cualquier contragolpe. Sin esos balones extraviados y sin tanto desatino en los triples (5 de 21), el resultado se hubiera abultado como un pez globo. Dirán que el Madrid tampoco lanzó bien de tres (29%). Cierto. Ni de dos (20 puntos en 18 minutos tras el descanso). La comparativa en la pintura se resuelve con un directo en la mandíbula, un KO en toda regla: 37-17 en anotación, y en esos 17 va el 2+1 final de Bourousis con la pescadería ya cerrada. En la pugna reboteadora, más de lo mismo: 44-30. Y aun así, el marcador se empeñaba en enseñarnos otra cosa: 63-60. Un parcial de 8-0 sentenció. Mucho Barça pese a tanta lesión; poco Madrid.