“Ojalá 2014 no acabara nunca”

La Selección femenina de baloncesto plantó a España ante el televisor el 5 de octubre. Acarició el hito, el oro ante Estados Unidos. Y lo hizo ante 1.413.000 espectadores (9%) en La 1. Eran 2.116.000 (11,3%) cuando el árbitro pitó el final. El marcador decía 64-77 para EE UU. Pero las nuestras estallaron en júbilo igual. Mordieron esa plata con ahínco. La primera medalla que España había probado en un Mundial había sido de bronce, en 2010. Hoy ya es la tercera selección del mundo (sólo detrás de EE UU y Australia), según el ránking FIBA, y esa plata sabía casi, casi a oro.

“Ojalá no se acabara nunca este 2014...”, confiesa ahora Marta Xargay. La base del Avenidas aún no ha podido ver la final (“¡no!, llegué a Salamanca y en estos dos meses no he parado de jugar”) pero lleva su recuerdo aún fresco en la cabeza. “Lo tengo guardado muy, muy bien”, sonríe y recuerda cómo salieron a jugarle a EE UU: “Ellas están a otro nivel. Nosotras no teníamos nada que perder y le peleamos durante 40 minutos”. Antes habían jugado ante Japón, Brasil, Chequia, China y Turquía. Y todos sus partidos los contaron por victorias. Pero hubo otros detalles que convierten a este Mundial 2014 en una de las competiciones de su vida. La unión del vestuario (“éramos una familia”). O Compartir habitación con esa ídolo que ha seguido desde niña (Laia Palau). O llevar el escudo de España al pecho: “Para mí es un orgullo representar a mi país, lucir esta camiseta”. O la final en La 1. “Eso fue impresionante...”.

O, ahora, los Premios AS. “Ser nominadas ya es un privilegio. Por nosotras y también por el trabajo que la Federación, y su presidente, José Luis Sáez, lleva haciendo durante todos estos años”. Un trabajo reflejado en las medallas (nueve para el baloncesto femenino español en 21 años: dos oros, dos platas, cinco bronces) y en los números: en 2005 había 107.774 licencias, en 2014, 144.748... Y subiendo. Como su palmarés.