La difícil hora de volver a empezar para Derrick Rose

“No estoy acabado”. Eso no lo debería decir un jugador de baloncesto de 25 años, pero fue el mensaje de Derrick Rose el pasado noviembre, después de una rotura de menisco de la rodilla derecha en el décimo partido oficial tras su regreso después… de una rotura de ligamentos de su rodilla izquierda.

Una pesadilla, diez partidos oficiales en dos temporadas, que ha azotado a un jugador cuya vida era hasta entonces un cuento de hadas. Criado en uno de los barrios más peligrosos de Chicago, acabó en su ciudad porque los Bulls se llevaron el número uno del draft de 2008 a pesar de que sólo tenían un 1,7% de posibilidades. Parecía cosa del destino en la Ciudad del Viento diez años después del último anillo de Michael Jordan.

Rose quemó etapas a zancadas: Novato del Año en 2009, all star en 2010, MVP más joven de la historia (22 años, 6 meses) en 2011… Y de repente, las lesiones. Después de devolver a los Bulls a la final del Este y de debutar en playoffs con 36 puntos, algo que no conseguía ningún novato desde Abdul-Jabbar en 1970. Cuando su camiseta era la cuarta más vendida de la NBA y había firmado una ampliación de contrato con los Bulls por cinco años y 94,8 millones de dólares.

Rose jugó en Turquía 2010 y quiere estar en España 2014. Cerrar el círculo para volver a empezar. Y para los que dudan, un mensaje: “No sé qué tipo de jugador voy a ser cuando vuelva a las pistas. Sólo sé que voy a ser muy bueno”.