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EL PERFIL

Erik Spoelstra, un hombre nacido para entrenar y triunfar

El técnico de los Heat no ha tenido fácil su ascenso al Olimpo de los entrenadores, pero ahora con su cuarta final y con dos anillos a sus espaldas, ya no se duda de su valía.

Erik Spoelstra, técnico de los Miami Heat.
AFP

Muy temprano en su carrera, todos sabíamos que iba a terminar donde está. No creo que nadie se sorprenda. Erik puede decir que se sorprende, pero nadie en los Heat lo está”. El que habla es Stan Van Gundy, técnico en Miami durante tres temporadas, sobre Erik Spoelstra, un entrenador silencioso, de cara amable y trato fácil que se ha colado, poco a poco, en la fiesta de los grandes técnicos de la NBA. Porque lo es. Ya no hay nadie que lo pueda dudar después de dos anillos y cuatro finales seguidas, gracias al control y la dirección especial de una franquicia donde los egos y las personalidades sobrepasan los límites del Estado de Florida.

La presencia de Coach Spo, como se le conoce, en la Liga ya es en sí mismo una ruptura de los moldes del deporte americano. Es el primer asiático-americano en dirigir a un equipo de las cuatro grandes ligas y, claro está, en triunfar. “Para tener éxito hay que tener habilidades gerenciales y personales, sólo así manejas los egos de las superestrellas”. Palabras del hijo de un padre entre irlandés y holandés y de una madre filipina que trabajó duro, desde abajo, con una ética heredera que es “una increíble bendición o maldición”, teniendo la referencia de un mito en Portland, Jack Ramsay, al que observaba en los entrenamientos con los ojos de un niño criado y madurado en Oregón.

Su esfuerzo en todo lo que hacía se veía recompensado. Desde ‘el calabazo’, el lugar donde editaba los primeros vídeos de scouting para la franquicia de Florida, alejado de la zona noble de los Heat, los ojos de Pat Riley, uno de los grandes del baloncesto, ya se fijaron en él. Fue él quien le pasó el testigo de un equipo que quería crecer, que no quería dejar en anecdótico su anillo de 2006. “Este juego es ahora para los entrenadores jóvenes, quienes son expertos tecnológicamente y son innovadores y aportan ideas frescas. Es lo que sentimos con Spo. Es un hombre nacido para entrenar”, señaló Riley al entregarle un caramelo en 2008, que dos años después se envenenó.

Ese verano, el planeta basket se revolucionó hasta casi explotar. LeBron James, el Elegido, se llevó toda su clase desde Cleveland a las costas de la soleada South Beach, junto a Chris Bosh, que llegaba desde el frío de Toronto. Ambos y Dwyane Wade completaron el big-three más impresionante, por su carácter mediático, del siglo XXI. Una unión que conducía a la gloria o al infierno, sin peaje, sin término medio y sin compasión. Había nacido un odio a nivel nacional.

No fue fácil. La sombra de su mentor, Riley, planeaba sobre la cabeza de un joven de 40 años, en esas fechas. La presión mediática era inaudita. La aversión de la afición rival era espectacular. Todos soñaban con ver caer al Rey… y a punto estuvieron de poder disfrutarlo. 17 encuentros después de iniciarse una temporada llamada a ser la del reinado de los Heat, el 9-8 de balance inicial y el encontronazo de LeBron con Spoelstra tambalearon el proyecto mimado por Riley desde los despachos.

El exentrenador fue descendido por los medios de medio mundo desde el palco al banquillo para sustituir a un técnico, al que se veía incapaz de controlar un vestuario volátil y en lucha por la atención y el mando del equipo. Mano dura se pedía. Orden se rogaba. Pero el cinco veces campeón de la NBA no pensó como el resto del mundo.

Cuando las cosas se pusieron feas y le dije (a Spoelstra) ‘asegúrate de no perder el control con tus jugadores. Más allá de los que se diga o a quién se le eche la culpa, no pierdas el contacto con ellos porque son tus aliados’. Tus más grandes aliados son tus mejores jugadores y el mayor aliado de ellos es su entrenador”, contó Riley tiempo después sobre un curso que finalizó con la derrota en las Finales contra los Dallas Mavericks de Dirk Nowitzki.

Pero nadie echó por tierra el trabajo realizado durante esa temporada, una campaña de prueba visto lo visto ahora, de lucha por una hegemonía que manejada por Spoestra ya es de LeBron. Con el perfeccionamiento de los sistemas y las rotaciones, viendo que los puntos positivos del equipo, que son una barbaridad, pueden tapar los pequeños escapes, el triunfo no tardó en llegar. Ya son cuatro finales con dos anillos en sus dedos y el tercero a un máximo de siete partidos. Pero el niño que soñaba con Ramsay no está aún completo del todo y no dejará ni un minuto de trabajar

Probablemente está analizando el siguiente partido o analizando el que acabamos de jugar- Se está preparando. Siempre está preparando”, comentó LeBron James. “Es como Batman. Está en su cueva”, subraya Wade sobre Spoelstra, el capitán de un barco fabricado para la gloria.