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REAL MADRID 98 - CAI 66

El Real Madrid se exhibe y jugará su séptima final con Laso

Gran partido del colectivo, y de Sergio, Llull, Reyes, Rudy, Draper… La mayor paliza en una semifinal copera con este formato: +32.

El Real Madrid se exhibe y jugará su séptima final con Laso
Jorge Zapata.EFE

Hay equipos buenos, muy buenos y un poquito más allá está el Madrid, este Madrid. Confianza, talento y determinación que le ponen en la final con el triunfo más amplio en una semi copera desde que se disputa con el actual formato, hace ya 30 años. Firmó un +32: 98-66.
Y pese a todo, no fue malo el arranque del CAI. El equipo maño sujetó al perímetro y Gio Sherma­dini destrozó a los centers. El georgiano terminó la primera parte con 15 puntos, 7 rebotes y 25 de valoración. Grandes números y mayores sensaciones. Abrió un agujero en la zona. Primero mandó a Bourousis a descansar con dos faltas y poco después le cobró otras dos a Slaughter. Pero el Madrid ganaba, y ganaba bien (22-15). Con Llull y Rudy en otra tarde completa. El base montaba el contragolpe incluso con el rival formado y le daba réditos. Las seis pérdidas —o véanlo por el lado contrario: los cinco robos blancos— herían al CAI, aunque aún no de muerte.

Shermadini se forraba, sí; aunque ya conocen el dilema de la manta pequeña: o tapo pies o tapo cuello. Y Laso, como ante el Granca, apuntó a los tiradores. Buen criterio. ¿Y por qué no sale Mejri?, se preguntaba alguno. Pero salió Felipe Reyes, y Sergio Rodríguez, y el Real despegó de Cabo Cañaveral. El georgiano seguía a lo suyo (le quiere ya el Olympiacos), pero el Madrid pegaba dentelladas atrás, en la primera línea de pase, y montó un carrusel de robos, en plan feria. Siete más en el segundo cuarto (17 al final), culminados todos, o casi, con canastas sencillas. Uno de ellos lo iba a machacar Reyes, pero fue taponado por Gio. A la siguiente jugada, Sergio buscó al capitán y le asistió para el mate. Guiño de compañero. Chachismo.
Porque hizo eso y todo lo demás en ataque durante unos minutos sublimes. Levantó a su grada y rindió a las otras —Sergio, digo—. Rompió cinturas, tiró misiles y sirvió alley-oops; regaló felicidad: 48-24. Bandera blanca. Rendición y victoria a la vez. Mucho Madrid, buen CAI. Pero ahora y aquí no basta ante semejante rodillo. Que Llull y Sergio rompen, pues aún queda Draper en el tercer cuarto, y Mirotic y Rudy, y más Llull, y otra vez Reyes (recibió una doble ovación), y ojo a Carroll... A la final, la séptima de Laso en dos años y medio. A los madridistas más fieles del baloncesto, los de la travesía por el desierto, se les saltan las lágrimas.