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BARCELONA 73 - CAI ZARAGOZA 50

Tomic devora al CAI y Navarro sigue devorando a la historia

El Barcelona se gusta ante un CAI desarbolado y sentencia el partido en poco más de dos cuartos. Tomic, imparable en el día en el que Navarro superó los mil triples en ACB.

BarcelonaActualizado a
Juan Carlos Navarro besa a sus hijos tras conseguir su triple número 1.000 en la ACB en el partido ante el CAI Zaragoza en el Palau Blaugrana.
Juan Carlos Navarro besa a sus hijos tras conseguir su triple número 1.000 en la ACB en el partido ante el CAI Zaragoza en el Palau Blaugrana.Alberto EstévezEFE
ACB

El Barcelona ha utilizado una semana que pintaba peliaguda para coger un impulso que veremos si le sitúa definitivamente en la rampa de despegue. Después de lo de Santiago, que siguió a lo de Bilbao, asomaban Fenerbahçe y CAI con la amenaza de que cualquier situación, por mala que sea, es susceptible de empeorar. Pero el Barça ha sumado dos triunfos brillantes (167 puntos a favor, 131 en contra) que abren las ventanas y ventilan un aire demasiado viciado apenas 40 horas antes. De las reuniones, charlas y miradas a la cara entre bastidores ha salido el mejor Barcelona de la temporada, por fin una promesa de lo que debería llegar a ser. Mejor en ataque y mejor en defensa. O más bien mejor en ataque a partir de su mejora en defensa. Y con Oleson y Lorbek a punto de regresar. Con la complicidad de un calendario kilométrico para lo bueno y para lo malo, el Barcelona tiene tiempo de sobra para volver a empezar. Y parece en eso está.

Después de pasar de cero a cien del Río Natura Mombus al Fenerbahçe, el Barcelona aplanó al CAI en una mañana que gobernó Tomic e iluminó Navarro. Del croata -de su energía y su carácter: sus cosas- queda poco que decir. Pero tan cierto es que él mismo se ha limitado en lo que por talento debería haber sido una rutilante carrera NBA como que si sus compañeros le encuentran después de una buena circulación y el rival no le complica la vida a base de contacto físico, es capaz de decantar un partido en un cuartito de hora. Apenas jugó 14:55 y no pisó la pista en un último cuarto sin nada en juego (55-35 tras treinta minutos y en ruta hacia una máxima de 70-39). Pero sumó 17 puntos (8/11 en tiros de dos), 13 rebotes, 2 tapones y 28 de valoración. Todo el CAI acumulaba en esos tres primeros parciales 7 canastas de dos y 21 de valoración. El recital de un Tomic muy bien alimentado (5 asistencias de un Sada muy recuperado, 4 de Marcelinho) personalizó el dominio en el juego interior de un Barcelona dictatorial en el rebote (15 de ataque) que no necesitó fuegos artificiales para descomponer a uno de los buenos de la competición. Lo que se le supone pero también lo que apenas había sido capaz de hacer hasta ahora.

Ese último cuarto se saltó su aroma a minutos de la basura para rendir pleitesía a Juan Carlos Navarro, de profesión leyenda. En poco más de dos minutos, enlazó tres triples seguidos. Eran sus tercero, cuarto y quinto de la mañana (5/7, 15 puntos en 15 minutos). Y eran sus 1000, 1001 y 1002 en la ACB. Por delante, sólo los 1233 de Alberto Herreros. Y en sus hombros la mística de uno de los grandes de la historia del deporte español, quizá el de talento más único en términos de magia en estado puro, de calidad libra por libra. Fue la gran historia de un partido sin historia, en el que el CAI se rindió demasiado pronto (23-17 en el minuto 13, 36-17 en el 18). El equipo de Abós tuvo un día horrible en el tiro, colapsado por la defensa del Barcelona y sin noticias de Shermanidi y Sanikidze. Finalmente le sucedió lo que a casi todos ante Barcelona y Real Madrid: necesitan un día casi perfecto de David y nefasto de Goliat. Esta vez no se cumplió ni una premisa ni la otra y el CAI cayó con estrépito en una pista en la que había dado mucha guerra en las tres últimas temporadas y de la que no sacó nada en su carrera hacia la Copa.

La mejor noticia para el Barcelona estuvo, como en muchos minutos ante el Fenerbahçe, en una reconstituida defensa que vuelve a parecer propia de un equipo de Xavi Pascual. Con piernas, energía y buenos conceptos en las ayudas. Y con continuidad en un ataque de ritmo alto y salida en transición a partir de un también redescubierto control del rebote. Las inevitables coordenadas que definen a los buenos equipos y que no estaba alcanzando el Barcelona en este inicio de temporada en el que por fin parece en el camino adecuado para encontrarse a sí mismo.