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PANATHINAIKOS 65 - BARCELONA 63

El Barcelona se asoma al abismo

El equipo de Pascual revive tras el descanso después de un pésimo primer tiempo para acabar ahogándose a un milímetro de la orilla. El jueves sólo le valdrá la victoria.

El Barcelona se asoma al abismo
Albert OlivéEFE

Parece cuestión de brujería, pero es cuestión de baloncesto. Y ese es el problema y por ahí tendría que pasar una solución a la que se le agota el tiempo. El jueves a las 20:45 el Barcelona jugará para evitar la eliminación. Como en 2011 porque todo está siendo como en 2011 a pesar de que esta vez sentíamos a este Barcelona mejor y a este Panathinaikos, difícil de roer pero sensiblemente peor. De Obradovic, Batiste o Sato a Pedoulakis, Gist o Bramos. Juego de espejos y mismo panorama: 2-1 y match point en contra en una de las pistas más difíciles de Europa para cuitas de este tipo. Ahí está el Barcelona y ahí está la Final Four, que vuelve la espalda que ahora mismo se aleja en tren de alta velocidad. Son playoffs y en Estados Unidos lo resumen así: win or go home: gana o vete a tu casa.

Lo peor para el Barcelona es que tuvo el partido perdido y resucitó hasta tenerlo ganado. Y lo volvió a perder. Se lo ganó Panathinaikos y se lo ganó Diamantidis, sí, pero la sensación, aún más pronunciada que en el segundo partido, es que se le escurrió entre los dedos. Llegó 59-63 a los últimos dos minutos tras dos triples de Wallace y Jasikevicius. Ya no anotó más y encajó un 7-0 definitivo con el infaltable triple de Diamantidis, se diría que esta vez afortunado aunque con él todo parece cuestión de talento, y con un intercambio de tiros libres crucial: Tomic falló dos, Gist metió uno de los suyos: 65-63. El Barcelona volvió a tener tiros para ganar pero no los sacó limpios. Falló la pizarra, fallaron Navarro y Jasikevicius en el que debería ser su momento y, con la sombra de Pete Mickeal alargándose, fallaron estrepitosamente los que ni siquiera lo intentaron: Sada e Ingles miraron para otro lado con posiciones francas de tiro.

No resulta del todo justo, aunque se les atragantó la hora de la verdad, que el final de partido retratara a los que propiciaron un final ajustado. Navarro (17 puntos pero fundido al final), Jasikevicius (13 puntos) y Tomic (12 con 9 rebotes y 2 tapones). Ellos pusieron el acierto para un Barcelona que salió al OAKA consumido por la aprensión y que se dejó zarandear hasta parecer fuera de la eliminatoria: 29-14 a los trece minutos. Subsistió hasta el descanso (38-29) y cambió el paso del partido en el tercer cuarto con una defensa en zona que consumió a Panathinaikos, en realidad un equipo sin grandes posibilidades ofensivas. Se puso por delante y alcanzó un 50-55 con ocho minutos por jugar. El resto fue una tremenda presión defensiva griega, la brújula y los triples de cirujano de Diamantidis y demasiados ataques sin claridad y sin aunar valor y talento del Barcelona. Sada, Huertas y un horrible Ingles combinaron cero puntos y 0/10 en tiros de campo. Jawai quedó fuera del encuadre y Lorbek (8 puntos, 3/11 en tiros) lo intentó todo en una agónica combinación de amagos de resurrección con regresos a la tumba. Una buena metáfora del partido del Barcelona.

El hecho es que sin saber muy bien cómo, o sabiéndolo demasiado bien, el Barcelona está 1-2 abajo y sus anotaciones han sido 72 (prórroga incluida), 65 y 63 puntos. La hoja de ruta de un Panathinaikos que el jueves saltará al OAKA, un infierno que esta vez se comportó, sintiéndose intocable. El Barcelona puede aferrarse a sus opciones y a lo que hasta apenas una semana parecía lógica. Y ya ha demostrado antes, la última final ACB como mejor ejemplo, que puede escapar del más difícil todavía. Pero tiene problemas, poca gasolina y muchos fantasmas que se escapan del armario en manada y que toman la forma de Bramos, un Gist que acabó siendo importante con un tobillo muy tocado, y por supuesto Diamantidis, el Houdini que escapa de todas las trampas y que es el último responsable de que el Panathinaikos tenga la Final Four a tiro. El jueves, resolución o penúltimo capítulo de una serie de una intensidad casi insoportable. Son playoffs: win or go home, gana o vete a tu casa.