euroliga | olympiacos 68 - barcelona 64
El Barça olvida el baloncesto
Pésimo partido en el peor momento del equipo de Xavi Pascual, absolutamente negado en ataque ante un Olympiacos bien dirigido por Ivkovic en el banquillo y Spanoulis en la pista.
Para jugar la final de la Euroliga de baloncesto hay que poner... baloncesto. Es una perogrullada pero es la realidad, triste realidad para un Barcelona que perdió en Estambul una oportunidad extraordinaria de volver a jugar el mejor partido del baloncesto europeo. 19-1 en la competición hasta un suicidio difícil de digerir ante un Olympiacos que será en la final el invitado con el que nadie contaba. Un equipo reconstruido a partir de unas limitaciones económicas antaño inimaginables. Ahora, con más hombres que nombres, será el último valiente que tratará de evitar lo que desde el otoño parece inevitable: otra Euroliga para CSKA.
El Barcelona anotó 64 puntos en un partido triste, muy triste en lo ofensivo y menos rotundo de lo habitual en lo defensivo. Comenzó con un 8-0 en contra y nunca volvió. Llegó a ganar (26-27 tras cinco puntos seguidos de Navarro) pero nunca mandó. Hizo la goma, apretó los dientes, sobrevivió a un millón de directos a la mandíbula (13-6, 39-31, 54-47...) y cayó en la orilla, víctima de una incapacidad asombrosa para convertir en ventajas su superioridad en centímetros, su teórica mayor profundidad de plantilla... La derrota, además, fue cruel. Desde la línea de personal llegó hasta un 66-64 dentro del último minuto. Ndong falló un tiro libre y el rebote en ataque que podía valer el partido terminó en un triple fallado, y mal tirado, por Huertas.
Huertas: 0 de valoración, dos asistencias por tres pérdidas y una pésima prestación defensiva ante Spanoulis. El brasileño aireó su mala primera temporada como azulgrana. Pero hubo más: Lorbek, en teoría referente, firmó un invisible 9+5; Eidson, fichado para partidos como este, se quedó a cero y valoró en negativo; Un Mickeal negado se quedó en 4 puntos con 1/8 en tiros. Perovic jugó poco, Ingles menos, Wallace falló canastas debajo del aro y lo único potable fue el corazón de Sada (6 puntos, 4 rebotes y buenos minutos sobre Spanoulis), la aportación del otras veces ignorado Fran Vázquez en el tercer cuarto y el esfuerzo de los renqueantes Ndong y Navarro, que luchó contra el rival, la fascitis y la disfunción ofensiva de la pizarra de su equipo y terminó con 18 puntos... y 5 pérdidas. Huertas, Lorbek, Eidson, Mickeal... los que tenían que aparecer no aparecieron, así de sencillo y así de definitivo.
Xavi Pascual también sale desdibujado de Estambul. No supo encontrar alternativas, no quiso cambiar el ritmo y no pudo provocar que los interiores recibieran sustento cerca del aro. Mala circulación y demasiados malos tiros. La defensa tampoco fue la de otras veces, trinchada por Spanoulis (21 puntos, 6 asistencias), que culminó su instrumental actuación con un triple decisivo desde ocho metros. Desde el banquillo no llegaron soluciones, sólo un movimiento de piezas confuso, casi azaroso. Mucho apretar de dientes, poco baloncesto. El Barcelona gobernó el rebote y sobrevivió gracias a las capturas en aro rival... pero perdió esa batalla en el último cuarto, cuando los rebotes de ataque de Dorsey desactivaron sus últimos estertores defensivos. Olympiacos siempre encontró un tiro abierto, una canasta sobre el reloj de posesión, un rebote crucial... Ivkovic secó al Barcelona con una buena defensa sobre los uno contra uno y un inagotable trabajo de ayudas que guió a su rival a un perpetuo suicido desde la línea de tres: 3/19.
Printezis, que pasó de puntillas por Málaga, fue muy importante con 14 puntos. Dorsey, que salió de Vitoria por la puerta de atrás, fue un coloso en los minutos decisivos (un 2'03 que devoró a las torres del Barcelona). Con eso, un par de triples de Papanikolaou y una tonelada de sudor, Olympiacos vuelve a la final en una temporada en la que sencillamente nadie contaba con él. Avisado queda CSKA, al que en cualquier caso se le supone lo que no tuvo el Barcelona en una semifinal para olvidar... baloncesto.