acb | barcelona 71 - unicaja 58

La realidad sepulta a Unicaja

Final a la vista: el Barcelona no falló en el Palau y está a un triunfo de meterse en la lucha definitiva por el título. El segundo cuarto, instrumental en la victoria azulgrana (parcial de 28-10). Unicaja no se rindió nunca pero no encontró continuidad en ataque. Ahora se enfrenta al reto casi imposible de remontar un 2-0 al campeón de Europa. Los mejores: Fran Vázquez, Navarro y Morris.

TRIUNFO DEL BARCELONA.

El Barcelona está a mitad de camino del título. Necesitaba ocho victorias para sellar la temporada perfecta y lleva cuatro inmaculadas (4-0). La final queda a un paso, casi medio. Nunca se ha dejado remontar un 2-0 y parece improbable que lo haga ahora, con la mejor plantilla de su historia y en ruta hacia la leyenda (Supercopa, Copa, Euroliga... ¿ACB?). Eso es lo que le queda a Unicaja por delante: remontar ese 2-0 al equipo que ha perdido cinco partidos en toda la temporada y sólo tres en toda la fase regular ACB. Luchar como un condenado en el Carpena para lograr como todo premio volver al infierno del Palau. Así que es fácil intuir que Aíto tendrá que trabajar hasta el próximo martes ahí, en el aspecto psicológico. Que nadie baje los brazos, que no le sepulte una máquina azulgrana que avanza y avanza, gana y gana. Con mil caras y con todos los recursos posibles.

Ajustes: esa es la palabra clave en playoffs. Adaptarse y corregir, aprender a golpes. Por eso los partidos y los equipos se transforman en apenas 48 horas: Unicaja pasó de 24 puntos en el primer cuarto del primer partido a 23 en todo el primer tiempo del segundo. Neal, de 19 puntos a 6. A la inversa, Fran Vázquez pasa de 3 a 20 de valoración, Lorbek de 18 a 2 y Ndong de olvidado a importante. La serie tiene constantes (Freeland, Navarro, Morris...) y el baloncesto certezas. Una de ellas a día de hoy es que el Palau es casi inabordable. Ese casi, tan recóndito y tan frágil, pasa por hacer 40 minutos perfectos, 40 minutos a la máxima intensidad en cada posesión, en cada defensa y en cada ataque. Unicaja, que ha dado la cara en los dos partidos, se ha dejado siempre la vida en un parcial: 35-21 en el tercero del primer partido, 28-10 en el segundo de este a la postre casi definitivo 2-0. Otro casi muy frágil.

El Barcelona, por su parte, demostró que gana con el rival a 82 puntos y a 58, y que es superior brillando con tambores de guerra NBA (117 de valoración el jueves) pero también en el fango y las trincheras de las anotaciones bajas y las defensas dominantes, en el combate puerta por puerta. Si Unicaja mandó mientras pudo en el primer partido, esta vez el Barcelona gobernó el partido a partir de su intensidad defensiva habitual, ya de vuelta tras comenzar la semifinal de vacaciones. Unicaja sólo respiró al cierre del primer cuato (12-13). Ya no volvió a ir por delante. Más noticias, no por conocidas menos inquietantes para Unicaja: el Barcelona siempre tiene recursos. Fran Vázquez, de puntillas el jueves, gobernó el segundo cuarto y disparó al Barcelona para terminar con 13 puntos y 7 rebotes. Más flores a la plantilla: la última rebelión de Unicaja (57-49 en el inicio del último cuarto) fue sofocada por un Barcelona sin Ricky, Navarro, Fran o Lorbek. El trabajo corrió esta vez a cargo de un Lakovic paciente en la dirección y una defensa monolítica con Basile mordiendo fuera y Ndong y Morris reboteando e intimidando, cambiando tiros para mandar a Unicaja a un 15/46 en tiros de dos. Morris acabó con 7 puntos y 12 rebotes y Ndong con 8+4 y los dos dejaron mates de póster remachando rebotes de ataque.

Porque la batalla del rebote también siguió la dirección corregida por Xavi Pascual (33-35 en el primer partido, 44-36 en este), igual que la lectura más organizada de la zona. Aíto la probó a dos minutos del descanso y el Barça la descerrajó con 10 puntos en ese tiempo: un triple por aquí, una entrada de Ricky dividiendo la zona por allá... A Unicaja en realidad le queda como casi único premio su combatividad, su capacidad para darse una y otra vez de bruces contra la realidad y volver a por más con el cuchillo entre los dientes. Sobrevivió a un inicio aterrador (9-0 tras tres triples, dos de Navarro) y se recompuso tras el (finalmente decisivo) 40-23 del descanso, parcial de 13-0 incluido. Al final, partidos distintos y situaciones distintas pero -14 en uno y -13 en otro. Cifras constantes que le sitúan a una distancia infinita de la final y contra las que también tendrá que luchar Aíto. La cuestión es cómo.

Unicaja ya sabía de antemano que no tenía, ni con la vuelta de Archibald, calibre interior para enfrentarse al juego interior del Barcelona. Aún así Freeland (hoy 11+5) volvió a cumplir entre una pesadilla de brazos kilométricos. Esta vez no hubo ráfagas de Neal y Dowdell, muy vigilados y autores de 8 puntos entre ambos. Tampoco tiene dirección fiable con Cook penando sin lectura de la defensa del equipo de Xavi Pascual. Sus armas fueron la intensidad defensiva y la fe inquebrantable. En el primer cuarto se repuso con un 1-10 en cuanto ajustó los cambios defensivos que estaba castigando el Barcelona, casi siempre Navarro (al final 16 puntos, 4 triples y 5 asistencias). En el tercero volvió de entre los muertos con un 2-10 basado en líneas defensivas lanzadas sobre campo rival, puntos de Freeland, trabajo de Jiménez o Berni y el regreso (también hay buenas noticias) de un Saúl Blanco hiperactivo (7 puntos). Su hito fue llegar a un 52-46 y su condena no sentirse nunca lo suficientemente cerca hasta morir con un 7-0 en el último cuarto impulsado por Lakovic, Ndong y el despliegue atlético de Morris.

El martes, en Málaga, Unicaja puede darse el gusto de meterse en la serie o puede salir de ella descabalgado por un equipo que parece ahora mismo casi inabordable a un partido e infalible en una serie a cinco. Remontar un 2-0 a este Barcelona es una quimera, la búsqueda de la Atlántida para un equipo que corre el peligro de dar la temporada por buena tras el feliz volantazo que les ha permitido pasar de ver la Copa en casa a jugar con los tres mejores en semifinales. Contra eso luchará Aíto y contra eso se conjurará el Martín Carpena ante un Barcelona que buscará, en su guión, un nuevo K.O. Es la realidad de este equipo maravillosamente construido, ensamblado y dirigido. Una dura realidad que golpea a Unicaja, vivo en las rebeliones de cada batalla pero castigado a la postre en las guerras. Puede culpar a su defensa del primer partido o a su ataque del segundo. Pero debe culpar, sobre todo, a la superioridad de un rival al que ahora mismo no se le antoja Némesis posible en toda Europa. A eso, a un trabajo hercúleo e imposible, se encomienda Unicaja en la llegada a su cubil de la semifinal. Será el martes y será, eso seguro, hermoso de ver.

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