Sucedió hace apenas dos semanas, en Gansu (China). 21 corredores fallecieron a consecuencia de una terrible hipotermia en la Ultra Trail de Montaña de 100 kilómetros Yellow River Stone. La fatal noticia entró de lleno en el circuito de los mass-media. “Están echando espuma por la boca, ¡vengan a salvarnos!”, fueron algunos de los trágicos testimonios recogidos en medios generalistas. Que la noticia se produjera a casi 9.000 kilómetros de nuestro país no significa que una desgracia de tal calibre sea inmune en nuestro territorio. No hace falta remontarse muy atrás en el tiempo para recordarnos lo importante que es tomar nota de lo que sucede a nuestro alrededor, por lejano que parezca, para anticiparse de, alguna manera, a futuros males. Recuerden cuando el 25 de enero de 2020 la organización de la maratón de Hong Kong suspendía su maratón, con 70.000 atletas inscritos, por motivos de salud pública asociados a una enfermedad que nos resultaba desconocida. Eso del coronavirus nos sonaba a chino. A lejano. A imposible. El resto de la historia sobre la pandemia ya se la conocen y tampoco el fin del reportaje es impregnar un espíritu ‘agorer’ al mundo ultra-trail. Al revés. En España los organizadores de este tipo de ultra-carreras de montaña han demostrado una gran capacidad técnica para evitar noticias como las que hemos leído de China. En 2018, las fuertes tormentas registradas en Beasain (Guipúzcoa) provocaron la suspensión de Ultra Trail Ehunmilak (en el kilómetro 52 de 165) y la Goierri Trail G2haundiak (en el 19 de 88). Tuvieron que evacuar a mil corredores expuestos a las tormentas eléctricas en el monte. La organización tomó una decisión rápida y complicada en cuestión de minutos: se movieron 120 voluntarios, 13 ambulancias, 14 todoterrenos y 10 vehículos adaptados de nueve plazas para el rescate de todos los participantes, a los que llevaron al frontón de Beasain. Dos años antes, la mítica Zegama Aizkorri, en la cual Kilian Jornet ha ganado nueve de sus 18 ediciones, sufrió un inesperado y brutal cambio de tiempo que provocó la retirada de 130 corredores por hipotermia. Todos estos sustos han sido anotados por todos los organizadores de este tipo de carreras en España, aunque posiblemente la muerte de Teresa Farriol en la Ultra Pirineu del 2012, entonces conocida como Cavalls del Vent (Cadí-Moixeró), supuso un cambio de paradigma en el Trail porque era una corredora experimentada y que falleció por una hipotermia. A partir de ese momento se fue instaurando la obligación de material para este tipo de pruebas, así como el requisito de haber acabado anteriormente pruebas similares. La montaña es divertida, pero no es ningún juego.
“Creo que se puede intentar evitar tragedias como esta. Los cambios de tiempo no se producen repentinamente. La organización puede tener previstas circunstancias meteorológicas y disponer de planes de evacuación de los participantes, recorridos alternativos, acortar la carrera, o, incluso, optar por la suspensión de esta”, nos explica el Coronel José De Meer Madrid, que está al frente del Tercio Alejandro Farnesio 4º de la Legión y máximo responsable de los 101km 24h de la Legión, que reúne anualmente a unos 8.000 participantes, aunque este año tampoco se celebrará por la COVID. Sin discurrir por alta montaña (altura máxima 910 y mínima 420, con un desnivel acumulado de 4.210 metros), la organización obliga a llevar a todos los participantes, entre otros materiales, una manta térmica o de supervivencia de tamaño mínimo 1,20 x 1,20 m, a pesar de que se suele desarrollar en mayo en Ronda (Málaga). “Tenemos una ventaja sobre las demás organizaciones, la mayoría del personal son militares, que tiene una formación bastante buena de primeros auxilios y en rescate, además, contamos con la colaboración de Protección Civil y del cuerpo de bomberos de Ronda. El 95% del recorrido es transitable por vehículos de sanidad y de apoyo, facilitando enormemente las labores de rescate para cualquier tipo de imprevisto que pudiere suceder”, subraya el coronel De Meer. Pero no en todas estas carreras existe esa logística y accesibilidad para acometer un posible rescate. Por ejemplo, en la Ultra Pirineu, que se celebra en Parque Natural del Cadí Moixeró. “Una de las gestiones más importantes que nos trae más de cabeza es el tema de la regulación del tráfico. Hay mucha gente que viene a ver esta carrera y hay muchos accesos al Parque, en los que existen puntos de avituallamiento o posibles evacuaciones. Tenemos que coordinarnos con el 112 para que no entren más coches. No es lo mismo cómo debe hacer el personal de avituallamiento y lo que hay que hacer en una situación de emergencia. Todo esto está centralizado en el centro de mando que le llamamos aquí CECOR, donde estamos coordinados con Protección Civil y conectados en todos los puntos de carrera para trabajar de la mano con las fuerzas de seguridad, porque nuestro objetivo es no tener que necesitarles y si hay que acometer un rescate ser nosotros mismos, con las 500 personas que trabajan ese día en la carrera, los que evacuar al corredor antes que el 112. El tema de China me ha dejado muy impactado desde dos puntos de vista, como corredor amateur y como profesional. Te imaginas la situación terrible que tuvieron que vivir para morirse de frío. Como organizador es imposible no empatizar e imaginarte el calvario que debieron pasar. No sé si hubo negligencia o no. La información que nos ha llegado es muy poca. Dicen que hubo un cambio brusco de temporada y que la organización no había requerido cierto material obligatorio, pero nos faltan más hechos para tener en cuenta realmente lo que pasó”, cuenta David Prieto, director de la Ultra Pirineu (100km/6600m+), que se celebrará los próximos 1, 2 y 3 de octubre y en la que ya hay 4.000 atletas inscritos. En esta prueba hay una serie de material obligatorio que puede reducirse en función del parte meteorológico más cercano al día de la prueba. En el Gran Trail Trangoworld Aneto-Posets, por su parte, todos los años sucede algún imprevisto durante la carrera que debe solventar la organización. “Desde la óptica de organizador cuando ves lo que pasó en China dices: ‘Por Dios que no me pase a mí esto nunca’. En nuestra carrera siempre nos echa una mano la Guardia Civil de montaña. El primer año por ejemplo tuvimos que cortar la carrera y suspenderla porque nos pilló 10 horas de tormenta. Con estos temas no se puede jugar. Todos los corredores llevan un localizador vía satélite. Un botón de socorro. Luego el susto más grave que nos llevamos nosotros fue en 2015, que un corredor tuvo una caída muy fuerte en el Collado de Salenques, a 2.800 metros, y que se precipitó 100 metros abajo rompiéndose piernas, brazos y cadera. A los dos años volvió a participar una vez recuperado”, precisa Jorge Garcia, director de la prueba, que este año volverá a celebrarse pero sólo en las modalidades de Gran Trail Aneto-Posets (105km/ 6.760m+) y Vuelta al Aneto 55km (3.630m). El Gobierno de Aragón ha limitado la participación a 2.000 corredores, cuando en la última edición suspendida de la prueba llegaron a las 3.700 inscripciones, de las cuales 3.100 mantuvieron su dorsal. En Madrid destaca el Gran Trail de Peñalara, que tomará salida los próximos 8, 9 y 10 de octubre. “En otras carreras menores a lo que sucedió en China se cambia el recorrido o se traslada la salida en función de las circunstancias meteorológicas. Tenemos un equipo de emergencias bastante potentes porque de responsable está un trabajador del 112 del Suma. Tenemos medios internos y también nos apoya el GERA (Grupo Especial de Rescate en Altura de los Bomberos de la Comunidad de Madrid) y el SEREIM (Sección de Rescate e Intervención en Montaña de Navacerrada). Lo que llama la atención de la carrera de Gansu era que sucedió al principio de la carrera, cuando todavía la gente está intacta de fuerzas. Es algo que no nos terminamos de explicar según tenemos nosotros concebida una carrera en montaña, porque la organización siempre tiene el poder de parar la carrera. No conozco la orografía de lo que sucedió en China, es sí la Sierra de Guadarrama es un poco más amable. En una hora u hora y media tienes un sitio para llegar. Además nosotros somos un club con mucha gente con experiencia en alta montaña y eso te da un plus a la hora de tomar decisiones críticas en un momento determinado”, opina Felipe Rodríguez Nuero, director del Gran Trail de Peñalara que tiene dos modalidades: 105 y 60 kilómetros con únicamente 400 dorsales para la prueba reina.
La información que nos llega de China es que el Gobierno ha tomado la decisión de suspender todos los trails de estas características después de una investigación. Parece ser que el momento crítico de la carrera vino del punto del control del 2 al 3 de la prueba, cuando empezó a cambiar el tiempo y aumentar la altitud durante esos ocho kilómetros, con un desnivel de +1.000 metros. La mayoría de los fallecidos fueron los que iban en cabeza de carrera porque la mayoría de los 151 que se salvaron se retiraron antes de adentrarse más en plena tormenta. Ojo, según los datos oficiales de la carrera, el rango de altitud de la carrera estaba entre 1.300 y los 2.300 metros, con un desnivel acumulado de 3.000 metros y un tiempo de cierre de 20 horas. El cambio de condiciones meteorológicas debió ser brutal. Y tampoco estamos hablando de una carrera novel a nivel organizativo: era su cuarta edición y tenían el apoyo técnico Geexek (una web especializada en trails de montaña en China). La empresa responsable de la organización era Gansu Shengjing Sports, que, según Xinhua News, en el momento crítico de carrera desplegó tan sólo 22 trabajadores para el rescate para horas después incrementar el operativo en 700 personas y tras 24 horas de búsqueda llegó a alcanzar los 1.200 miembros. La organización de la Yellow River Stone también exigía para participar en la carrera de 100 kilómetros al menos dos maratones durante el año anterior o una carrera de montaña de al menos 50 kilómetros. Tampoco estamos hablando de corredores que salieron al monte sin experiencia. Murieron de frío corredores de alto nivel como Jing Liang (corredor de élite que había ganado las tres ediciones anteriores y que en su palmarés a nivel internacional contaba con un segundo puesto en el Vibram Hong Konk 100k de 2020), Peng- Fei Cao (cuarto en esta carrera en la edición de 2020), Guan-Jun Huang (uno de los mejores corredores paralímpicos chinos) o Yin-Bin (una estrella en ciernes). Todos ellos, desgraciadamente, iban en cabeza y fueron sorprendidos por el temporal. Según podemos ver en la propia web de la carrera, el material obligatorio que precisaban a los participantes era un equipo de iluminación con batería de repuesto, una botella de agua de al menos un litro, una manta salvavidas, un silbato y un teléfono móvil. “Los corredores suelen ser bastante comprensivos cuando tomamos decisiones drásticas cuando tiramos de flexibilidad para acortar o suspender una carrera porque lo hacemos por seguridad. Tal vez donde puede haber más pegas es cuando requerimos el material obligatorio para tomar salida en la carrera”, añade Jorge García, del Gran Trail Trangoworld Aneto-Posets. Ahí es donde entra en juego el papel organizativo, que debe servir de garante de la seguridad de todos los corredores y ejecutar un plan de emergencia o de evacuación. “Cuando nosotros recomendábamos material terminaba por inducir a que la gente descartara cierto material, pero cambiamos de chip al publicar una lista de material obligatorio ‘full-equip’ independientemente de la previsión meteorológica: pantalones impermeables, chubasquero… El viernes al mediodía, unas horas antes de la carrera, en base a la última previsión, nosotros como organización decidimos si se pueden descartar algunos artículos”, apunta David Prieto, de la Ultra Pirineu.
Para que acontezca una desgracia de estas características se tuvieron que reunir a la vez una serie de factores que nunca sabremos con certeza cuál de ellos desniveló la funesta balanza: durísimas condiciones meteorológicas, lagunas organizativas y la voluntad de los corredores. Por ejemplo, hay un factor como el meteorológico que a veces arroja ese porcentaje mínimo de error inesperado. Un libro del meteorólogo Jordi Cruz, ‘Viento Salvaje’ (Editorial Volcano, 2020), narra la crónica de la tragedia que sucedió los días 30 y 31 de diciembre del año 2000 en el Pirineo gerundense cuando 12 personas perdieron la vida debido a una fuerte ventisca inesperada (muchos de ellos con gran experiencia en montaña). “Nunca debemos subestimar la fuerza de la naturaleza”, dice Ferrán Latorre, alpinista y guía de montaña en el prólogo del libro. Fernando Grijalvo es un experimentado corredor de montaña del grupo Los Locos del Cerro, uno de esos estupendos grupos de entrenamiento y amigos surgidos hace 10 años por el boom de las carreras de montaña y al albur de las faldas de una montaña como el Cerro del Telégrafo de Moralzarzal (1.330 metros, donde es un habitual ver al alpinista Carlos Soria). “Yo tuve que sacar una vez a una mujer del monte con una hipotermia. Empezó a sentir frío y en cuestión de minutos no se podía poner de pie y se caía al suelo de cabeza. Fue por Cabeza de Hierro. Era un día de mucho viento y nieve, pero íbamos bien equipados. La logramos evacuar hasta las pistas de Valdemartín, en Cotos, donde un trineo-moto vino a por ella. Fue una experiencia agobiante y desagradable porque ves que puede suceder lo peor. La gente sale muy gratuitamente al monte. Te lo dice una persona que ha corrido más de 20 ultras de montaña. Sale sin ningún material lloviendo y a 2.000 metros. Cuando un año corrí la UItra de Mont Blanc, me acuerdo de un español que después de los avituallamientos me pedía que bajáramos juntos un rato porque le daba miedo sufrir una caída. En ese tipo de carreras, donde muchas veces vas solo, el peligro ese ese: te apartas y nadie puede percatarse de lo que estás pasando. Y eso que en una mítica como la del Mont Blanc no te dejan salir sin una serie de material que aguante determinadas columnas de agua en caso de lluvia y demás”, expone. Por eso, en muchos de los reglamentos de estas carreras en España es obligatorio para el participante auxiliar a cualquier otro corredor en caso de ayuda. Algunas veces hay personas que creen llevar un Kilian Jornet dentro. Que pueden acometer ascensiones exprés a cumbres con lo puesto. De ahí que hablemos también de la voluntad del propio corredor. No nos referimos a domingueros que suben con zuecos al monte. No. Que también los hay. Sino de personas ultra motivadas con su pasión que no reparan en determinados riesgos hasta que el monte no les da un pequeño susto. Uno de esos motivados era el que aquí escribe, que en febrero de 2013 subió a correr con Lluvio y Dioni, de Los Locos del Cerro, desde La Barranca (1.370m) a La Maliciosa (2.227m) con plena nevada hasta que nos dimos cuenta de que era una temeridad y bajamos congelados de frío. Un esguince o una caída en esas circunstancias habría provocado una situación bastante más desagradable. Por eso hablamos de una especie de tetraedro del riesgo: deben aunarse tres factores a la vez, en mayor o menor medida, para que se produzca un hecho fatal. A veces la suerte la da la experiencia de un corredor, la diligencia de un organizador o la previsión milimétrica del satélite meteorológico. El que juega a ser un Nadal en una pista de tenis, como mucho, pierde unas cañas contra el amigo que le apaliza o manda fuera de la pista varias pelotas por su incorrecta técnica o mala decisión. En la montaña es diferente porque las decisiones que tomes trascienden con tu vida. Es bonito y apasionante seguir disfrutando de un buen pateo en el monte, eso sí, siempre con respeto y tomando nota de lo que sucede a nuestro alrededor. “Empatía es la clave”, reza un graffiti en un mural de las pistas de atletismo de Suanzes, del gran Fernando Carro. Ponernos en el lugar del otro. Así que sirva este reportaje como homenaje y respeto para las 21 personas que perdieron la vida en Gansu.
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