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Luis Anula, un JASP de la preparación física en el Zenit

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Luis Anula, un JASP de la preparación física en el Zenit

La vida es un cúmulo de causalidades a las que muchas veces nos empeñamos en etiquetarlas de casualidades. A lo mejor dentro de 10 años el protagonista de esta historia nos remite al departamento de comunicación del futuro club en el que trabaje, aunque el equipo sea incluso suyo. Pero hoy nos atiende al teléfono a 4.035 kilómetros de distancia, desde San Petersburgo. Se llama Luis Anula Diniz-Fragoso (A Coruña, 1992) y es el preparador físico del filial del Zenit de San Petersburgo. Es uno de los muchos jornaleros del fútbol español repartidos por el mundo que montan el petate sin dudarlo con tal de trabajar de lo que ha estudiado. Ésa es la realidad a la que se enfrentan miles de jóvenes en nuestro país (con la tasa de paro juvenil más alta de la Unión Europea). Emigrar para hacer curriculum sin perder la dignidad por el camino.

Los preparadores físicos han ido acaparando más visibilidad y protagonismo en los últimos años gracias también a una sociedad más interesada en el mundo fit. En el fútbol español no podemos disociar la figura del Cholo y el profe Ortega; subrayar el éxito de la primera etapa de Zidane en el Madrid gracias al método Pintus; alabar el papel de Lorenzo Buenaventura en el staff de Guardiola; resaltar el trabajo de incombustibles como Javier Miñano, ahora en el Valencia; u otros como Marcos Álvarez, que permaneció cuatro años en el Betis pese a que pasaran seis entrenadores diferentes. En la industria del fútbol, el legado del tiqui-taca dejó algo más que dos Eurocopas y un Mundial: una denominación de origen como garantía de prestigio, no sólo para los futbolistas sino también para un amplio abanico de profesionales procedentes de las Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Anula es uno de esos JASP (Joven Aunque Sobradamente Preparado) capaz de firmar una de las grandes citas célebres de Bruce Lee: “Al diablo las circunstancias, yo creo oportunidades”.

Podemos pensar que el hecho que saliera, el pasado 25 de febrero, en la página 22 del AS, en una intrahistoria titulada “El héroe sin capa del Zenit” fue una simple casualidad, porque se dio la circunstancia de que salvó la vida de un hombre, junto a dos jugadores del equipo Islam Zhilov y Nikita Simdyankin, al evacuarle de un edificio en llamas. Le descubrimos de casualidad. Pero las cosas no ocurren de manera aislada, sino que unas están ligadas a otras en un proceso de interacción. Luis Anula está empeñado en vivir del fútbol. En el Pozuelo, de Tercera División, aceptó la oportunidad que ofrecen muchos de los clubes madrileños a esos licenciados en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte de hacer sus primeros pinitos mientras compaginaba estudios, fútbol y trabajo. Asumió la preparación física de un equipo Juvenil en el que, casualmente, jugaba de portero el hijo de Pepe Murcia. Fue la temporada 2015-16. De una casualidad a la causalidad. En la barbacoa fin de temporada, Pepe Murcia se acerca a Luis para preguntarle por su inglés. Le tenía fichado por su trabajo durante todo el año. Necesitaba a alguien joven, preparado y con ganas para lanzarse a la aventura. Diez años después de entrar al Atlético, y tras pasar por Xerez, Castellón, Celta, Albacete, Brasov (Rumanía) y Levski de Sofía (Bulgaria), la única oferta sobre la mesa era de un Segunda División B en Finlandia. Luis Anula aceptó la aventura random con apenas 24 años…

“Era el Legirus Inter, un club que se creó de la nada en Finlandia y en el que llegaron ocho jugadores españoles”, explica Luis. Es aquí, en el inicio profesional, donde ocurren otra de las causalidades de su vida. “Estábamos haciendo la pretemporada en las instalaciones de la Federación Finlandesa, en un bosque lleno de árboles y lagos. Precioso todo. Yo salí a correr el primer día y se lo comenté a Pepe, que me dijo que a la mañana siguiente se apuntaba conmigo a correr. Fuimos casi dando un paseo, grabando cosas con el móvil y según estamos llegando al párking del hotel notó que no me responde. Se estaba apoyando en sus rodillas, veo cómo se cayó hacia atrás y se dio un golpe tremendo con la cabeza. Pensé que había perdido el conocimiento del golpe. Le daba en la cara y no reaccionaba. Había entrado en parada cardiorrespiratoria”, narra Anula, que causalidades de la vida, había cursado unos meses antes un curso de primeros auxilios, que le obligaron a hacer para poder asistir a un máster en Estados Unidos. “Estábamos en medio de la nada a 20 kilómetros a la redonda. La ambulancia tardó una eternidad, Pepe amagó con reaparecer y volvió a desvanecerse. Yo estaba haciéndole la reanimación con tal fuerza que le fisure incluso alguna costilla, pero había que hacerlo así para que se mantuviera el flujo sanguíneo. Permaneció 20 minutos en parada hasta que llegó una ambulancia y le evacuó un helicóptero. Estuvo después dos meses en la UCI y pensábamos que iba a salir con al menos secuelas graves. Pero fue un milagro. Salió normal y luego volvió a entrenar”, cuenta.

La aventura sin Pepe Murcia

En el Legirus Inter acabaron la temporada ascendiendo a la Segunda filandesa y a Luis le llegó una oferta del equipo Kuopion Palloseura, de Primera División. Una decisión difícil la de separarse de Pepe Murcia. “Él lo entendió. Fue complicado porque no era una situación fácil, pero al final en el fútbol te van surgiendo oportunidades. El 60% de los preparadores físicos trabajan habitualmente con un mismo cuerpo técnico, yo formo parte de ese 40% que nos vamos moviendo donde nos llaman. En el Kuopion me llamaron por ser preparador físico español. El fútbol español ha rejuvenecido muchas ideas en el nivel contemporáneo y es uno de los países mejor formados”, analiza. Pero una cosa es la teoría y otra, la práctica. Tocaba entrar en un vestuario, de la mano de un entrenador joven Jani Honkavaara, pero jugadores como Reuben Gabriel (Nigeria), Abdallah Said (Egipto) o Sebastia Sorsa (Finlandia) que habían participado en Mundiales. “El desafío era cambiar el paradigma de entrenamiento porque era un club desactualizado en la manera de entrenar. El primer año fue precioso, pero, claro, llegabas con un plan a largo plazo de cambiar toda la estructura y sólo firmas un año más otro si el club accedía. El primer año quedamos segundos y nos metimos en la fase previa de la Europa League. La Liga se acaba allí en octubre. El segundo año, con el mismo entrenador y un entorno más profesional, quedamos terceros y jugamos la fase de clasificación de la Europa League contra el Copenhague. Al año siguiente, jugamos contra el Vitebsk de Bielorrusia y contra el Legia de Varsovia y acabamos la liga de Finalndia con el colofón del campeonato”, precisa.

“Este trabajo es enfermizo. Entrenamos todos los días y sólo descansas el segundo día después del partido. Tu día a día es sota, caballo, rey. Planeas, desarrollas y luego analizas. Te sientas antes y luego después. Un equipo profesional tiene una cantidad de tecnología que podemos hacer una serie de todo ello y no una simple entrevista. No hay planificación a largo plazo en el fútbol porque los calendarios son muy exigentes. Los equipos apenas cuentan con tres semanas de pretemporada y en seguida te metes en la dinámica de jugar dos o tres partidos a la semana. No hay espacio a planificaciones largas. Tienes que ir ajustando en función de las circunstancias. La gente realmente buena es la que gestiona el día a día con mucho arte”, cuenta de su día a día. Cita como ejemplos a seguir a Rafael Pol, preparador físico de la Selección Española con tan sólo 34 años y que ha acompañado a Luis Enrique en toda su carrera en la Roma, el Celta y el Barça; y a Jesús Pérez, preparador físico de Pochettino, ahora en el PSG. Le fichó el Zenit porque en el Kuopion Palloseura había un director deportivo ruso que volvió a trabajar para el Zenit. Resultó una decisión complicada por el hecho de romper con la zona de confort en la que estaba, en un club que peleaba por títulos, disputaba competiciones internacionales y valoraban mi trabajo. Pero decir no al Zenit no era una opción en su camino...

“Este club es inmenso, el más potente de Rusia y a nivel de instalaciones y condiciones económicas no tiene nada que envidiar a los españoles. Llegué al filial Zenit para trabajar con Radimov (el entrenador y exjugador del Zaragoza) que tuvo durante tres años a Dani Pastor, que ahora está con Vicente Moreno en el Espanyol. Radimov estuvo un año y medio sin preparador español y sentía la necesidad de que le aportaba un plus tener a un español. Vlad (Radimov) habla perfectamente en español. Vlad ha sido jugador en España y es una leyenda del fútbol ruso. Habla español perfectamente y así la comunicación es más fluida. Es muy especial aprender y trabajar con alguien como él. Luego, además, tengo a Ivan Carminati y Andrea Scanavino, preparadores físicos del primer equipo y en la Selección italiana, y son dos auténticos libros abiertos”, dice. Titulamos de casualidad que era un héroe sin capa, pero en realidad estábamos haciendo referencia a la causalidad de su historia sin quererlo. Luis Anula va realizando esfuerzos para conseguir un fin y, poco a poco, está ocurriendo. Lo que le ocurre y el escaparate que tiene no es fruto de la casualidad sino de la causalidad. Así lo certifican sus palabras: “Mi objetivo es vivir de esta profesión sin volverme loco. Ni los preparadores ni entrenadores, casi ninguno, trabaja con el puesto indefinido. Lo normal es un año de contrato. Si trabajas bien y eres buena persona, te van a llegar oportunidades. ¡Fíjate cuántos clubes de fútbol hay en el mundo! Muy mal se tiene que dar la cosa para que no te llame ninguno. En la vida hay que ser positivo. Si te quieres angustiar, vas a encontrar muchos motivos para hacerlo. Así que es mejor ver la vida de otra forma”.

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