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La influencia de Beth Harmon en el ajedrez español

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La influencia de Beth Harmon en el ajedrez español

Estamos enseñando a ganar, cuando deberíamos enseñar a perder. Porque, sencillamente, ocurre más. Yo corrí 11 Tours y sólo gané uno”, reflexionaba no hace mucho Perico Delgado. Ésa es la verdadera escuela de la vida. Lo anormal es ganar siempre, aunque te metas todos los días en la cama soñando con que eres el mejor. Lo raro es ser un Nadal, que de 2.020 partidos como profesional gana 1.694 y pierde 328. Construimos una sociedad de iconos victoriosos para no familiarizarnos con lo cotidiano, con la derrota. Ésta nos lleva a un camino molesto, que nos adentra hacia un territorio desconocido, donde las respuestas no son claras. Como sucede en el ajedrez, donde el número de partidas diferentes que pueden desarrollarse supera de largo un 1 seguido de 100.000 ceros, es decir, una cifra superior a todos los átomos del universo. Hoy es un buen día para hablar de un deporte como el ajedrez porque también estamos en una sociedad que fabrica, además de iconos victoriosos, series de televisión como un modelo preferente de ocio, más si cabe en tiempos de pandemia. La serie de Netflix Gambito de Dama ha provocado una fiebre inusitada por el ajedrez. Lo que antes se veía como un juego para empollones, raros o frikis, hoy es el juego de moda para los más de 70 millones de hogares que han visto esta serie en todo el mundo. “Es increíble. Llevo 40 años jugando al ajedrez y nunca había visto algo igual”, nos recuerda nuestro compañero Manu Sainz, que antes del boom de la serie era de las pocas personas en AS que contaba batallitas sobre peones, alfiles, torres o damas, como cuando en las concentraciones de pretemporada con el Superdepor, en Vilalba (Lugo), el mítico Fran le imploraba revancha hasta la medianoche desde las 64 casillas: “Un día al mediodía acabé ganándole 4-1 y Djalminha me jaleaba cada jaque mate. Luego, por la tarde, como Fran quería revancha, me tuvo jugando hasta la media noche para remontar hasta 5-4. Se marchó haciendo el avioncito como si hubiera marcado en el Bernabéu”. La serie ha conseguido derribar estereotipos, como los que teníamos muchos con los futbolistas antes de saber que podían interesarse por algo más que coches, peinados o tatuajes. Con la historia de Beth Harmon, interpretada por Anya Taylor-Joy, se ha conseguido poner en el foco al ajedrez y la figura de la mujer. Un fenómeno curioso porque hablamos de dos mundos que conocen perfectamente la cantidad de derrotas que hay que cosechar para cantar una sola victoria, ya sea sobre el tablero o ante la desigualdad.

“La comunidad ajedrecística siempre ha tenido una asignatura pendiente, la de poder llegar y a transmitir la imagen fiel del mundo del ajedrez. La gente que no es tan conocedora y cercana de nuestro mundo tiene ciertos estereotipos, como para sólo hombres, o para muy inteligentes o que es muy aburrido. El ajedrez es muy integrador y si algo caracteriza al ajedrez no es la parte monótona o aburrida, sino todo lo contrario como es la parte dinámica. Los guionistas de la serie ni se esperaban este boom”, explica Sabrina Vega, vigente campeona de España (siete títulos), entrenada por el maestro ruso Boris Zlotnik y con los títulos reconocidos por la FIDE (Federación Internacional de Ajedrez) de maestra internacional femenina (2003), gran maestra femenina (2007) y maestro internacional (2013). En España, según los datos de la Federación Española de Ajedrez (FEDA) en 2020, se inscribieron 25.552 licencias masculinas (90,6%) y 2.664 femeninas (9,4%). “Cada vez se va viendo que es algo más normal ver a chicas en los torneos. A lo mejor es que a las chicas ya nos van conociendo. Aunque hemos escuchado muchas veces la típica frase de un chico en plan: ‘Me ha ganado porque estaba despistado’. Suele llamar la atención que una niña de 7 u 8 años gane a un adulto. Yo nunca tuve una monitora, siempre fueron chicos. Creo que si las chicas ven a más chicas, se animan más. Está el tabú de que este deporte es solo para listos o chicos, pero no es así. En mi club cuando era pequeña sólo había una chica y jugaba con 10 chicos. No había discriminación, porque siempre me sentí súper bien tratada, pero sí que es verdad que no había muchas chicas”, señala María Rodrigo Yanguas, de 31 años y presidenta de la comisión “La mujer y ajedrez” de la FEDA, maestra FIDE femenina (2009), psicóloga clínica y deportiva con una tesis doctoral sobre las mejoras del ajedrez en niños con TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad) y que, además, imparte cursos de ajedrez terapéutico en el Hospital Puerta de Hierro.

Licencias de Ajedrez en 2020

Federación Hombres (%) Mujeres (%)
Andalucía 2.310 (93%) 173 (7%)
Aragón 1.188 (89%) 145 (11%)
Asturias 639 (91%) 60 (8%)
Baleares 739 (92%) 62 (7%)
Canarias 1.291 (83%) 253 (16%)
Cataluña 6.751 (93%) 476 (7%)
Cantabria 418 (89%) 51 (11%)
Castilla y León 584 (90%) 61 (9%)
Castilla -La Mancha 587 (86%) 91 (13%)
Extremadura 429 (82%) 91 (17%)
Galicia 3.385 (82%) 708 (17%)
Madrid 2.744 (94%) 156 (5%)
Murcia 467 (92%) 41 (8%)
Navarra 334 (92%) 30 (8%)
La Rioja 278 (87%) 39 (12%)
Valencia 2,184 (94%) 125 (5%)
País Vasco 1.339 (93%) 93 (6%)
Ceuta y Melilla 65 (87%) 9 (12%)
Total FEDA 25.552 (90%) 2.664 (9%)

María Rodrigo se disfrazó el pasado 8 de marzo de Beth Harmon, con motivo del Día de la Mujer y promovido por el club 'Ajedrez con cabeza', para retar a la gente a jugar en las calles de Chamberí. Romper prejuicios a través del tablero. “Mi referencia cuando era pequeña por supuesto que fue Judit Polgar. Y más cerca fue Pilar Cobelas, que empecé a jugar con ella con seis o siete años y fue para mí una referencia en lo personal y en la élite”, apunta esta ajedrecista que, cuando le preguntamos por las principales féminas de este juego, además de la citada Sabrina Vega, nos menciona a jugadoras como Ana Matnadze, Marta Garcia, María Eizaguerri, Monica Calzetta, Cecilia Guilló, Adhara Rodriguez, Mariela Perera, Laura Collado, Sonia Gil, Anabel Guadamuro (que no se nos enfade quien no esté citada porque fue el periodista quien la cortó al pensar que sería mejor poner este link donde aparecéis todas según el ranking ELO). María Rodrigo, que milita actualmente en el club Virgen de Atocha y anteriormente pasó por el de Pueblo Nuevo, Carabanchel y Alfil-Dama, señala los tres planos principales de actividad desde la comisión que preside: “Llevar el ajedrez a la calle en el nivel más básico. En el segundo nivel, conseguir que haya más monitoras de ajedrez. Y lo tercero, que aparezcan más mujeres en el arbitraje. Eso junto a las muchísimas actividades on-line que fomentamos son nuestras líneas de actuación”. Descubrimos, gracias a uno de sus artículos, el tremendo valor de la derrota en el deporte y el ejemplo de mujeres como Elizabeth Spiegel, una profesora de ajedrez en el Intermediate School 318 de Brooklyn (Nueva York), que centró su exitoso sistema de enseñanza en el análisis del fracaso para convertir en 1999 un pequeño presupuesto del equipo de ajedrez en el equipo de Estados Unidos más laureado y con más títulos nacionales (si tienen tiempo, además de series, echen un vistazo al magnífico documental Brooklyn Castle’, dirigida por Katie Dellamaggiore, que cuenta la historia del mencionado instituto, donde el 60% de sus alumnos viven por debajo del nivel de la pobreza y donde los empollones son las verdaderas estrellas por delante de los que juegan al fútbol americano, baloncesto o béisbol). “Cuando se firma una derrota en el ajedrez se produce, inevitablemente, un pequeño rasguño en el corazón, hiere y produce un dolor particular, único, que sólo quien juega al ajedrez lo puede llegar a sentir. Es un dolor de auto valía, de autoexigencia, de autodesprecio… Luego, al final, el rasguño cicatriza y el corazón vuelve a latir”, subraya María. Saber perder. Aplicar aquello de derrota tras derrota hasta la victoria final es puro deporte. Es uno de los valores que inculca el ajedrez, que, por cierto, tampoco será olímpico en los Juegos de París 2024. La FIDE realizó la solicitud al Comité Olímpico Internacional (COI) apoyada en un estudio fisiológico en el que se aseguraba que una partida de dos horas equivale a un desgaste físico de 8 kilómetros corriendo, por eso de intentar convencer a los que siguen pensando que el ajedrez no es un deporte. Ganó la partida el break dance para 2024. Pero en este deporte milenario saben encajar bien las derrotas, primero porque ya tienen sus propias Olimpiadas desde 1927; y segundo, porque el mundo del ajedrez se centró desde hace tiempo en estar muy actualizado tecnológicamente mediante poderosas aplicaciones informáticas: el objetivo es mantener la afición a través del juego por Internet, aunque parezcan alejados, en apariencia, de los círculos mainstream del deporte. Pero el ajedrez, como cualquier otro deporte, no se escapa del ansia competitiva de algunos padres. “En este deporte, como en muchos otros, sólo una persona puede ser campeona. Y sólo tres o cuatro pueden vivir del ajedrez. Partamos de esa base, de que las posibilidades de dedicarse al ajedrez son mínimas. A partir de ahí hay que saber encajar las derrotas. Tu cara debe ser serena, ser súper neutral en la victoria y en la derrota. Aprender a perder es lo más difícil, pero eso es lo que enseño yo a mis ajedrecistas. Perder te hace más fuerte para el futuro”, puntualiza María. El fenómeno Gambito de Dama ha provocado una especie de efecto Pigmalión (término psicológico por el que una persona consigue lo que se proponía previamente a causa de la creencia de que puede conseguirlo) de cara a esos padres enganchados a series de TV. Ahora en muchos hogares creen que interesarse por aperturas, tácticas, jaques o capturas es cool, por eso se han disparado la venta de tableros en nuestro país. Antes de la emisión de la serie, la empresa española Rechapados Ferrer de la Garriga, ubicada a 40 kilómetros de Barcelona, fabricaba alrededor de 20.000 tableros anuales y desde que se emitió el primer capítulo de la serie el 23 de octubre de 2020 les han solicitado 40.000 porque allí se fabricaron el 80% de los tableros para la serie. Los padres y las niñas van perdiendo el miedo a los estereotipos del ajedrez. De 2015 a 2020 se ha doblado el número de jugadoras federadas en nuestro país. De 1.275 a 3.199. Otra señal más de que una derrota, en este caso de los prejuicios, es el auténtico camino hacia el triunfo.

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