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Juan Varela, de portero a notario

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Juan Varela, de portero a notario

Ha marcado un hito en la historia del Notariado español con tan sólo 24 años, dos meses y nueve días. Fue portero en el Betis Futsal y la UMA de Antequera.

En el lenguaje notarial utiliza el “Nihil prius fide” (nada antes que la fe) y en el futbolístico el “Viva el Betis manquepierda”. Se llama Juan Varela Hidalgo, nació en Dos Hermanas hace 24 años y es el notario más joven de España, desde que el pasado 5 aprobara oficialmente una de las oposiciones más difíciles que hay en nuestro país junto a la de Registradores de la Propiedad y Abogados del Estado. Tiene trabajo asegurado para los próximos 45 años. Dicen los que entienden de este tipo de oposiciones que la media en sacar el título de notario ronda los 6 años. Lo normal en la mayoría de los procesos públicos de empleo es suspender porque la demanda supera ampliamente la oferta. Por todos los condicionantes requeridos (titulación académica y madurez personal), los notarios más jóvenes de las distintas promociones suelen superar la treintena de años: estudiar 10 horas al día durante varios años, sin distracción alguna, no es un sacrificio que entusiasme a la mayoría de los mortales. No hay una máquina de la verdad que desvele fehacientemente el tiempo que un opositor dedica a su oposición, pero con este chaval las cuentas, si estuviéramos hablando de una imaginaria declaración de la renta vital, salen “a devolver”, cuando en otra gran mayoría de casos sale “a pagar” (sin ir más lejos su padre, que no consiguió ser notario tras seis años de estudio). Deducimos que resulta imposible que comenzara a estudiar para notario desde que se le cayeran los dientes de leche. Nació con un don especial para los libros. Una ‘rara avis’ dentro de la Generación Z, que no concibe un mundo sin WiFi, YouTube, Instagram, smartphones y un sinfín de distracciones tecnológicas.

"Empecé a destacar en el Nazareno de Fútbol Sala e incluso el Sevilla FC me hizo una prueba en alevines"

Una persona que podría entonar a la perfección el eslogan de AS: “Deporte, te amo”. Porque si se ha convertido en uno de los notarios más jóvenes en la historia del Notariado Español fue fruto también de lo que aprendió con el fútbol sala, con días como el que vivió un 20 de diciembre de 2014, en los cuartos de final de la Copa del Rey, cuando defendió la portería del Betis en el pabellón de San Pablo, con 6.000 personas en las gradas, ante el todopoderoso Pozo Murcia (2-9). Si estuviéramos charlando con Víctor Küppers nos diría perfectamente que estamos ante un claro ejemplo de fórmula de éxito, no sólo por sus conocimientos y habilidades, que obviamente suman, pero la clave de todo, en esta virtual fórmula mágica, consiste en la actitud, que multiplica todo ese potencial. Esa actitud, aderezada de una asombrosa dosis de normalidad (muy alejado del desfasado estereotipo que identifica al empollón como un ser asociable), se la proporcionó el mundo del deporte, que tuvo que abandonar en enero de 2018 para conseguir su Champions particular, el título de notario. Hoy, dos años y medio después, espera destino para ejercer su profesión y según el destino que le toque, el pueblo o localidad, se puede llevar de ‘regalo’ un magnífico portero de fútbol sala, que pasó por las categorías inferiores de la Selección Española en Sub-21 y Sub-18, jugó en Primera División con la UMA de Antequera (15-16) y desarrolló su carrera profesional en el Real Betis Futsal. “A corto plazo no volveré porque lo tengo difícil para organizarme con la notaría, pero según vayan avanzando las circunstancias de mi vida y si me voy cerca a Córdoba, Huelva o Granada, me encantaría seguir al menos entrenando con un equipo”, explica en AS.

Asegura que cansa más estudiar que el deporte. Para el primer ejercicio de su oposición, celebrado el 14 de mayo de 2019, tuvo que memorizar 125 temas de Derecho Civil y 35 de Fiscal. Para el segundo ejercicio se enfrentó a 65 temas de Derecho Hipotecario, 51 de Mercantil, 38 de Procesal Administrativo y 34 de Notarial. El tercer y último ejercicio lo afrontó seis días antes de cumplir los 24, el 20 de diciembre de 2019, y se trataba de ‘cantar’ un caso práctico entre los 350 temas mencionados anteriormente. Esa técnica, la de ‘cantar’, consiste en la compleja habilidad que deben dominar los opositores para recitar en voz alta los temas de memoria ante un tribunal, en su caso ante tres notarios, un registrador, un catedrático, un juez y un abogado del Estado. Bajo los tres palos no debía cantar, pero fuera del pabellón dominar la otra acepción de la misma palabra era clave para conseguir su objetivo. “Empecé a jugar al fútbol sala con cinco años porque no había otro tipo de fútbol. En Dos Hermanas, mi localidad, jugaba el Nazareno de Fútbol Sala, al que llegué tenía nueve años. Me hacía mucha ilusión llegar al club de mi ciudad y en la prueba que hice con 20 niños no daba ni una con el pie. El entrenador me dijo qué me pasaba que no daba ni una, cuando en realidad en mi colegio Compasión había sido jugador. Le solté rápidamente: “Es que yo soy portero”. Era la única manera de entrar en el equipo y lo conseguí. Luego empecé a destacar e incluso me llamaron para hacer una prueba con el Sevilla en alevines, pero yo era muy pequeño. Di el estirón bastante tarde. Con 15 años o así, mi entrenador Paco Chamorro me decía que tenía mucho peso y que si perdía iba a destacar más. Di el estirón en 1º de Bachillerato y perdí 12 kilos. Pasé de medir 1,65 y pesar 75kg a 1,83 y 77kg”.

Jugó en Primera División

Con 19 años, ya estudiando la carrera de Derecho, empieza a despuntar realmente en el Fútbol Sala tras el ascenso del Real Betis FSN (Fútbol Sala Nazareno) a la categoría de plata. “En la revista Futsal Sur me dieron el premio al mejor jugador de Segunda B en aquella 2014-15, cuando conseguimos el ascenso a Segunda. Fuimos el equipo que menos goles encajó y más anotó. Recuerdo con mucho cariño la foto que tengo con Carlos y Juanqui, mis compañeros de portería celebrando el final de temporada”. En esa temporada fue convocado por la selección Sub-21 de España y jugó dos partidos en la República Checa. “Ponerte el chándal de la Selección es una gozada. Y la camiseta con las dos estrellas mundiales la tengo enmarcada en mi cuarto”, subraya. En el verano de 2015, cuando aún no había cumplido los 20 años, le surgió su gran oportunidad deportiva, la de debutar en la máxima categoría del fútbol sala en España. “Me llamó Moli, el entrenador de la UMA de Antequera. Me ofrecía la posibilidad de compatibilizar mis estudios y el deporte. Ese era mi objetivo fundamental porque en aquella época ya tenía muy claro que después de la carrera iba a opositar. Esa decisión que tomé fue la que más me costó en mi vida después de la que tuve que tomar un año y medio después cuando lo dejé definitivamente. Hasta hace muy poco, la RFEF no ha reconocido oficialmente a la Primera y Segunda División del Fútbol Sala como deporte profesional. Yo cobraba un sueldo muy pequeño, para pagarme los transportes y el día a día. Mi padre fue quien me animó a que me embarcara a la aventura de Málaga, aunque a mi madre le dio pena que saliera de casa. Fue un año difícil. Con altibajos. Son cosas también que aprendes del fútbol. En la vida no siempre te toca ganar o ser titular, pero tienes que pelear para conseguir lo que visualizas. Allí conocí a muchos amigos y no me arrepiento”. La UMA de Antequera acabó colista en la temporada 2015-16, igualado a 17 puntos con el Elche, el otro equipo que descendió, y se quedó a cuatro de la salvación, que la marcó el Jumilla Bodegas Carchelo con 21 puntos. Con el descenso, volvió de nuevo a su casa, Dos Hermanas, para jugar otra vez con el Betis Futsal, encuadrado también en Segunda División. Pero surgió un problema. La Universidad de Sevilla no le convalidó la mayoría de asignaturas que estudió en Málaga. Lejos de arrugarse. Lo tomó como un doble penalti en la cara que acabó en gol encajado. Se matriculó de dos cursos en la 2016-17 mientras defendía la portería de su querido Betis. ¿De dónde sacaba el tiempo para estudiar este fenómeno?

“Yo no era de pegarme el atracón estudiando en las últimas semanas. Era más de llevarlo al día. A las 4 me sentaba en la silla para estudiar un par de horas y luego me iba a entrenar. Mis amigos Pepe y Luis de la carrera siempre me pedían los libros cuando llegaban los exámenes porque ya los había subrayado antes yo. Eso es lo que me refiero de llevarlo al día. Muy pocas veces me llevé los libros en el autobús del equipo. Las semanas que me tocaba jugar en Galicia, por ejemplo, salíamos de Sevilla el viernes al mediodía, jugábamos el sábado por la tarde y nos tirábamos toda la noche del sábado de viaje para llegar el domingo por la mañana. Sólo recuerdo un examen de Historia, en Bachillerato, que me llevase los libros y con los exámenes de la Universidad sólo lo hice un par de veces con la UMA”. Le preguntamos por su referencia futbolística en el mundo del Fútbol Sala: Luis Amado ha sido el mejor portero de la historia del fútbol sala. Me fijé en él desde chico. Jugó casi siempre en el Inter Movistar, unos años antes en el Caja Segovia, pero jamás se me olvidará que cuando yo tenía 10 ó 12 años vino una vez a Dos Hermanas a jugar contra el Nazareno y me hice una foto con él. Me gustaba muchísimo porque no era muy palomitero sino muy efectivo. Lo paraba todo. Luego había otros porteros como Cristian, Juano o Didac, más cercano a mi edad que también me gustaban mucho”. Y en el mundo del derecho, muchos de los notarios que San Clemente instituyó en Roma el primer siglo, los cuales, mártires de su ministerio, rubricaron con la sangre sus aseveraciones y antes que dar certificación falsa dieron la vida. De ahí que el Nihil prius fide, del poeta Propercio, sea el lema en el escudo notarial, porque es el magistrado de la ley ante la cual todos somos iguales. Por eso, cuando le preguntamos por su artículo favorito de la Constitución nos dice que se queda con el 14 (“los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”), pero en realidad su artículo favorito de todo lo que tiene en la cabeza es el 1255 del Código Civil y que suelta de carrerilla: “Los contratantes pueden establecer los pactos, cláusulas y condiciones que tengan por conveniente, siempre que no sean contrarios a las leyes, a la moral ni al orden público”.

"Yo no era de pegarme el atracón estudiando en las últimas semanas. Era más de llevarlo al día. Tampoco me llevaba los libros en los viajes"

En el verano de 2017 llegó el momento de apuntarse a una Academia para ir preparando la oposición a notario, aún sin haber acabado la carrera. Ahí conoció a su preparador, don Rafael Leña, que algo vio de especial en el chaval para decidir llevar personalmente su preparación por delante de otros opositores más veteranos. “A partir de septiembre se me juntó todo el primer año de oposición, el Trabajo Fin de Grado, las prácticas, el inglés y la asignatura de Derecho Eclesiástico, que arrastré, más jugar en Segunda División con el Betis. Ahí sí que me era imposible porque con la oposición ya sí tenía que estar estudiando mínimo 8 horas diarias. Sabía que podía tener seis o siete años por delante de estudio, pero en enero le dije a mi entrenador, José Vidal, que lo dejaba. Mi padre se echó las manos a la cabeza porque me decía que me había costado mucho llegar a jugar en el equipo y que lo de la oposición no era ninguna garantía, que lo sabía por experiencia propia. Pero yo quería ser notario”. Dos años, tres meses y 20 días después de apuntarse en la academia de Rafael Leña, Juan Varela Hidalgo se convirtió en notario. Uno de esos milagros que sucede cada muy poco tiempo. Quitó la espina a su padre, esa que llevan otros muchos opositores eternamente que, por diferentes circunstancias de la vida, no pueden hollar la cumbre del éxito en una oposición. El ‘niño’ Varela coronó, a la primera, el reto de subir el 8.000 opositor más difícil. Su padre comprendió muchos años después, esta vez sí, que lo bueno se hace esperar de verdad porque el orgullo de padre vale muchísimo ‘más’ que la firma de cualquier notario. Desde un poco más arriba, en los cielos, su abuelo por fin vio a un Varela convertido en notario.

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