NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

ACTUALIDAD

Qué es el efecto “isla de calor” y por qué Madrid se convierte en un horno en verano

Madrid se sobrecalienta en verano debido a la “isla de calor”, un fenómeno que se produce mayoritariamente durante la noche debido al calentamiento del asfalto y de la multitud de edificios.

Actualizado a
Qué es el efecto “isla de calor” y por qué Madrid se convierte en un horno en verano
Cézaro De Luca Europa Press

A Madrid se la define a menudo como una “isla de calor”, un espacio afectado por el cambio climático, desequilibrado territorialmente y que agota sus suelos mediante el uso no sostenible. La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) ha activado este fin de semana el aviso por calor intenso en Castilla-La Mancha, Comunidad de Madrid y Extremadura, donde los territorios marcarán hasta los 37 o 38 grados.

El efecto “isla de calor” consiste en que, debido al calentamiento del asfalto y de los edificios de las grandes ciudades, las temperaturas suben. Es algo que comprobamos cada vez vez que entramos o salimos de Madrid, por ejemplo.

Variables

El calor habitual de los veranos madrileño se agrava como consecuencia del efecto de la isla de calor urbana, que, además no afecta por igual a todas las zonas de la ciudad. Es decir, hay puntos mucho más calientes que otros, y ello depende de variables como una cubierta verde disminuida, las propiedades térmicas de los materiales utilizados en las superficies urbanas y el calor residual de actividades humanas.

A causa de la combinación de estos factores, la ciudad de “sobrecalienta”, más concretamente, en verano. Además, es conveniente conocer de primera mano que este es un fenómeno nocturno. Es decir, se produce mayoritariamente durante la noche porque es cuando “el calor almacenado por el asfalto en los edificios es reemitido a la atmósfera en forma de radiación de onda larga”, explican el geógrafo y profesor de la UAM, Fernando Allende, junto con sus compañeros de la UAM y la Universidad de Cantabria, en un estudio sobre el clima urbano de Madrid realizado para el ayuntamiento en 2016.

Factores a tener en cuenta

Por ello, cuando hablamos de isla de calor, lo que se tiene en cuenta para medirla son las temperaturas mínimas registradas, no las máximas. Como consecuencia de este fenómeno, durante la noche, la mayor parte de los días, la ciudad es más cálida que su entorno.

Su frecuencia e intensidad experimenta oscilaciones estacionales”, aseguran los autores, a pesar de que este fenómeno está presente durante todo el año. En este, influyen las condiciones atmosféricas, que en verano son más favorables: cielos despejados, elevada insolación y vientos en calma. Por eso, en esta estación, es cuando la frecuencia de islas de calor es más elevada.

Sin embargo, este no es el único factor a tener en cuenta. También es importante su intensidad, ya que aumenta en los periodos cálidos. El fenómeno de la isla de calor es más frecuente, y más intenso, durante esos periodos, tal y como explica Allende en su estudio. Este cree que los días considerados como “normales” en verano son “aquellos en los que las temperaturas máximas diarias son inferiores a 36,5ºC”.

Tipos de isla de calor

Los autores del estudio explican que entre los tipos de isla existe una fuerte vinculación. “La temperatura del suelo es uno de los factores esenciales en la formación de la isla de calor atmosférica. En consecuencia, el conocimiento de la isla superficial es clave a la hora de plantear las medidas más adecuadas para disminuir la temperatura en las zonas urbanas, actuando sobre el tipo de materiales del complejo entramado humano”, avisan estos autores. Hay dos tipos:

  • La atmosférica, que representa las diferencias en la temperatura del aire entre las zonas urbanas y las rurales de su entorno.
  • La superficial, que indica la diferencia de temperatura registrada en diferentes materiales absorbentes de calor, como el asfalto, el hormigón y el metal. Sus superficies se calientan rápidamente y, a su vez, emiten la energía absorbida.