José Aponte, astroquímico de la NASA: “Pensamos que la nave iba a ‘atravesar’ Bennu”
El experto de la agencia estadounidense explica a Diario AS la importancia de las muestras recogidas del asteroide Bennu, así lo que más les ha llamado la atención del mismo.
La NASA cierra un círculo. Hace poco más de siete años, el 8 de septiembre de 2016, lanzaba la nave OSIRIS-Rex (Origins, Spectral Interpretation, Resource Identification, and Security-Regolith Explorer, por sus siglas en inglés) hacia un asteroide conocido como Bennu. El objetivo era el de recolectar restos que pudieran ser estudiados a su vuelta a la Tierra, pues puede contener elementos clave para la creación de la vida en la Tierra. En diciembre de 2018 llegó al asteroide, lo orbitó sobre él y, en diciembre de 2020, tomó las ansiadas muestras.
Ahora, el próximo 24 de septiembre, estas muestras llegarán a la Tierra, donde un equipo de la NASA se prepara para recibirlas en el desierto de Utah. Serán las primeras muestras prístinas de un asteroide que la agencia estadounidense traiga de vuelta a nuestro planeta. Un asteroide que, según los cálculos de la propia NASA, podría impactar contra la Tierra más allá del año 2.100, sin bien las posibilidades son mínimas. De Utah a Houston, donde un equipo de expertos estudiará una pequeña parte del ‘botín’.
José Carlos Aponte, astroquímico del Laboratorio de Análisis de Astrobiología del Centro de Vuelos Espaciales Goddard de la NASA y parte del equipo de expertos de la misión OSIRIS-REx, será uno de los encargados de estudiar estas muestras. Antes de que llegue este ansiado momento, charla con Diario AS para explicar la importancia de estas muestras, de las que se guardará una parte para el estudio por parte de las próximas generaciones.
En estas fechas se cumplen tres años de la recolección de las muestras que llegarán el próximo día 24, las primeras de un asteroide que consiguió recopilar la NASA. ¿Qué sienten, cuando están a escasas horas de la Tierra?
Sentimos mucha ansiedad, preocupación...pero sobre todo, yo ya quiero empezar los análisis, empezar los trabajos. Tenemos un timeline, desde el día que cae la cápsula, hasta los primeros tres meses, día por día. No lo puedo compartir contigo, pero la idea es que al día siguiente del aterrizaje la cápsula sea llevada a un centro de la NASA en Houston. Allí se empezará a desarmar y hacer los primeros análisis. Vamos a ser el laboratorio que realizará los primeros análisis, lo que se conoce como la evaluación preliminar.
¿Y en qué consiste esta evaluación que van a hacer?
Consiste en tomar un pequeño pedazo, de menos de diez miligramos. Las litologías, que son los diferentes tipos de minerales que van a estar presentes dentro de la muestra. Es como cuando vas a la playa, ves que la arena desde lejos parece toda igual. Pero si la miras de cerca tiene puntitos negros, marrones o amarillos. Pues lo mismo con la muestra, de lejos la ves toda oscura. Pero al verla de cerca, detalladamente, habrá rocas más duras, más suaves, un montón de polvo, arena y esperamos que haya unas partículas de color blanco, que son los carbonatos.
Imagino que ya tendrán todo preparado, o casi todo, para recibir estas muestras. ¿La elección del desierto de Utah es por alguna razón en especial?
Es un área que está deshabitada y, además, es un espacio militar. Está muy cerca de una base y se tiene todo el personal necesario. Además, ya ha servido como lugar de aterrizaje de la misión Stardust. Ya se conoce el territorio, la geografía y las condiciones, además de estar sobre todo bien vigilado.
¿Cuál es el objetivo principal de OSIRIS-REx?
OSIRIS-REx es en verdad un acrónimo (Orígenes, Interpretación Espectral, Identificación de Recursos, Seguridad y Explorador de Regolitos; OSIRIS-REx, por sus siglas en inglés). Queremos encontrar los orígenes del Sistema Solar, de la vida en la Tierra, queremos conocer la superficie del asteroide, su contenido mineral... Nunca se ha llegado a analizar tan bien un cuerpo extraterrestre. Tal vez suene como a Star Trek, pero se piensa que los asteroides tienen más agua de lo que la gente puede llegar a pensar, y esa agua podría eventualmente servir de combustible. Así, estos asteroides como Bennu podrían ser como estaciones de servicio. Y luego está la seguridad, hay una pequeña, ínfima posibilidad de que en 200 años Bennu impacte contra la Tierra. La parte que más nos interesa a nosotros es la exploración de los regolitos, que es la parte REx. Es investigar su composición química a un nivel más molecular.
¿Qué pasará con la nave una vez que lance la carga hacia la Tierra?
Después se va a ir en dirección a otro asteroide, llamado Apophis. No va a hacer la misma misión de recolectar muestras de la superficie, sino que va a orbitarlo y estudiarlo.
¿Cuál fue el momento más delicado de la operación de extracción de muestras? Eran muchas las dificultades y las cosas que podían salir mal...
El Touch-And-Go no fue tan problemático porque no teníamos control sobre eso. Una vez que se daba la señal, no teníamos opción. Además, había un lagging (retraso) de 18 minutos. Pero aun así, el software de la nave tenía una IA que podía detectar si, por ejemplo, nos acercamos a la superficie y de pronto salían partes volando, podía irse hacia atrás antes de acercarse más. O si había algún movimiento inesperado acercándose a la superficie, podía abortar.
La misión, hasta ahora, ha sido un súper éxito. Para que la misión sea catalogada como exitosa tiene que recolectar al menos 60 gramos de material, pero pensamos que puede llegar un kilo. El mayor éxito va a ser que solo vamos a usar el 25% del material que tenemos y el resto será guardado para las generaciones futuras. En mi laboratorio estamos investigando muestras de la Luna que se trajeron con las misiones Apolo, que han sido guardadas durante más de 50 años. Lo mismo va a suceder con Bennu. Ahora tenemos mejor instrumentación para hacer análisis, y lo mismo sucederá en las siguientes generaciones, que aprovecharán las futuras tecnologías para el análisis de Bennu.
Tras estos años de estudio en la distancia, ¿qué es lo que más les ha sorprendido de Bennu?
Lo que nos sorprendió cuando empezamos a orbitar Bennu fue que la superficie era más rugosa, más peligrosa de lo que pensábamos. La misión había sido construida para tocar la superficie de un asteroide que tuviera la superficie plana, sin embargo era más rocosa de lo que pensamos. Pero ahí no acabó la sorpresa. En el momento del Touch-And-Go, en la recolección de la muestra, supimos que era mucho más suave de lo que se pensaba. No lo supimos hasta ese momento. A pesar de ser muy rocosa, la maniobra de acercamiento y el brazo robótico penetró muchísimo más adentro del asteroide de lo que pensamos bajo la superficie del asteroide. Por un momento pensamos que el brazo podía quedarse atascado, o que la nave iba a prácticamente ‘atravesarlo’. Pero eso estaba maniobrado por una IA. De hecho, la nave tenía un balón de gas de nitrógeno porque pensábamos que la superficie iba a ser súper dura. Esos balones iban a soplar sobre la superficie y expeler polvo de ella, pero al ser tan suave igual salió y produjo mucho más material del que estábamos esperando.
¿Qué materiales puede contener Bennu y por qué pueden ser interesantes desde el punto de vista científico? ¿Qué nos puede decir del origen de nuestro Sistema Solar?
Es un asteroide que ha sido no alterado por procesos geológicos y biológicos, como lo ha sido la Tierra. Eso nos permite comprender o echar un vistazo de los materiales que están presentes desde la formación del Sistema Solar, y que no han sido alterados por la biología de este planeta. Por ejemplo, los meteoritos que caen en cualquier parte de la Tierra. Cada vez que se ve una estrella fugaz es un meteorito que está cayendo y se está calcinando en la atmósfera. Estos meteoritos, que luego recogemos y estudiamos, ya han experimentado el contacto con la biosfera terrestre, entonces de una u otra manera han sido ‘contaminados’. A pesar de que podemos ver su contenido de compuestos orgánicos, minerales, metales, etc... Siempre queda la duda de cuánto ha sido alterado por esa interacción que ha tenido con la Tierra.
Entonces, las muestras de Bennu van a ser, junto con las de los asteroides Ryugu e Itokawa de la Agencia Espacial Japonesa, las más inalteradas, no procesadas y prístinas del catálogo de material extraterrestre que tenemos. Dentro de los compuestos y moléculas que empezamos a estudiar están los aminoácidos. Se piensa que asteroides como Bennu los trajeron a la Tierra, cuando todavía se estaba terminando de formar. Si miras a la Luna vas a ver que hay bastantes cráteres, que fueron formados por los impactos de asteroides y cometas, en un periodo que se llama ‘periodo tardío de bombardeo’. La Tierra tiene los mismos cráteres, solo que los procesos geológicos y biológicos los han borrado de la superficie, por eso no se ven con tanta claridad, aunque en algunos lugares sí. Durante ese periodo muchos asteroides y cometas impactaron con la Tierra, y trajeron consigo materiales orgánicos y agua, del cual se puede haber evolucionado la vida en nuestro planeta. Al estudiar Bennu, estamos estudiando cuál fue la composición molecular del sistema solar y cuál es el potencial impacto de este material que podían haber depositado los asteroides antes de los orígenes de la vida.
Hace unos dos años la NASA valoró la posibilidad de que este asteroide pudiera impactar contra la Tierra a finales del siglo que viene, si bien las posibilidades eran muy pocas. ¿Debería llegar a preocuparnos?
No estoy al tanto sobre cuáles son los resultados de los estudios de orbitación. Nosotros lo orbitamos durante dos años, y lo hicimos porque su superficie no es homogénea y va rotando muy rápido. La superficie recibe radiación solar constantemente, pero esa superficie no es homogénea y la radiación no impacta de forma homogénea en toda la superficie. Al impactar, da un pequeño empujón al asteroide y va cambiando la órbita. Eso se llama el efecto Yarkovsky. Al cambiar la órbita unos pequeños milímetros en 100 años podía hacer que su órbita también se vea alterada respecto a un posible impacto con la Tierra. Las posibilidades de impacto no eran significativas, creo que antes nos morimos todos de una guerra mundial.
¿Cómo es su día de trabajo en la NASA?
Yo todas las tardes dejo algún haciendo algún experimento que en la mañana siguientes lo examino. Luego tengo que responder emails para entrevistas, tener reuniones, escribir artículos científicos, propuestas de investigación, más reuniones... Y luego por la tarde vuelvo a planear algunos experimentos y colectar datos. Lo más bonito de trabajar acá es que tenemos acceso a un catálogo de materiales que son únicos e irremplazables. Siempre trabajamos en algo distinto, algo nuevo, y tenemos mucha libertad de crear. No solo diseñar metodologías, sino también instrumentos. No me gusta mucho eso de sentarme a hablar de ‘mira si hacemos esto, qué tal si nos vamos a Europa’. Pero no Europa el continente, sino la luna de Júpiter. Pensar en misiones, como hacer los experimentos... Eso lo hacemos bastante, nos reunimos para discutir sobre qué se necesita hacer, es algo único y muy bonito.