El tercer tiempo

Descenso al infierno

Griezmann habrá leído bastante, como los franceses, y entre otros habrá leído a Sartre, que tanto escribió sobre el infierno. El delantero del Atlético lo vislumbró en Leganés, y avisó: “Si seguimos así lucharemos por el descenso”. Le vio los dientes al diablo y dio la vuelta al adagio de Simeone: es infierno a infierno. Es como si se le hubiera roto el alma al colchonero, pero de eso lleva mucho aprendido.

Colombia lucha

El Madrid no es lugar para vagos, ni para viejos, con Zidane. La vida va en serio, pero James tardó en captar el primer mensaje de Zidane. Cuando el Madrid boqueaba ante el Celta, James salió a decir “me quedo” y lo hizo con tanta decisión que ya no pudo decir Zidane otra cosa. Este domina la duda: dejó un resquicio hasta que agonice agosto, pero James es colombiano, sabe luchar en tierra caliente.

Con él llega el fútbol

Vi el partido del Madrid (como el del Barça) en una grada extraordinaria: la del bar Los Guanches, en La Laguna, Tenerife. Allí se juntan azulgranas y blancos, en días sucesivos. Cuando le tocó al Madrid, los aficionados miraban con respeto religioso. Pero me llamó la atención un gesto: con Modric parecían rezar ante un dios del fútbol. Con él llega el fútbol a la pantalla y los reproches al equipo cuando fallaba ante el croata se convertían en reverencia.

La distinción

Y es que Modric es un signo de distinción. Es un sacrificado esteta. Es decir, no se lamenta ante el árbitro ni ante nadie cuando tratan de impedir su fútbol con malas artes. Él sigue su camino como si estuviera completando un cuadro. Cuando lo tenía casi acabado, por cierto, lo quitó Zidane.

El fin de la gloria

Está destinado a la gloria este Modric. En fútbol la gloria es un instrumento de alta precisión que se rompe con la edad. Lo que ha sucedido ahora con Casillas se parece a lo que advierte Pablo Neruda en ‘Oda a las cosas rotas’. El jarrón de Casillas no lo rompió Del Bosque ni ahora lo rompió Lopetegui: hay cosas que se rompen solas, sin que las empujes, y es porque han cumplido su función.

Irse antes

Algunos se echan a un lado, como Guardiola, Xavi y Xabi. Casillas siguió, sufrió el banquillo, y ahora se evade de la suplencia porque no la acepta. Lógico, humano. Pero no es tan profesional hacer por ello un crujir de dientes. Como se dice más arriba, tiene razón el poeta Jaime Gil de Biedma cuando advierte los síntomas de que la vida va en serio. No se puede eternizar un portero, ni nadie en la gloria que alcanzó.

La indiferencia

En Los Guanches un chico le decía el otro: “Ahora juega el Madrid. Ganará. Pero a mí el que me importa es el Barça”. Es el mal del fútbol: nos gustan los nuestros, despreciamos a los otros, como si fueran (lo decía Sartre, para otra cosa) el infierno. Pues se pierden a Modric, Griezmann, Muniain, Cristiano... Cuando jugaba el Madrid los culés jugaban a las cartas y los de otros equipos también. Como si la Liga fuera de un equipo solo.

Mirra

Me encontré a un halterófilo que entrenó a Lydia Valentín. Le comenté: ¿Qué pasa aquí con los deportes que ganan medallas en los Juegos? ¿Hubo en los telediarios de ayer algún deporte que no fuera fútbol, al que por cierto dedicó el 90% de esta página? Me miró resignado. Oro en los JJOO, mirra durante cuatro años.

La frase

“La eternidad por fin comienza un lunes”

Eliseo Diego, poeta cubano