Pedro hizo de Costa

Puro sabor canario. El triste atasco de las gafas al descanso (0-0) lo resolvió Del Bosque como sólo lo hacen los buenos maestros: tomando decisiones adecuadas. Sacó al campo a Xabi Alonso (‘El equilibrante’, como él mismo se definió en France Football) y a Silva (¡viva Arguineguín!). El tolosarra puso la cordura, el compás y el sentido común. El canario aportó la imaginación y la rendija en el muro transalpino. Con España dueña del juego, Silva maquinó una triangulación con Iniesta de mi vida y Pedro. El tinerfeño tiró duro y abajo. Rompió el costillar al eterno Buffon (éste llegará a las 40 castañas como Zoff), al que ya le cuesta llegar ahí a ras de hierba. Pedro es un rayo. Hace tiempo que dejó de ser Pedrito. Gol de oro. El 1-0 tranquilizó los ánimos en este último test serio previo a la cita de Brasil. ¿Y Costa? De más a menos. A mucho menos. Le pesó su estreno con la Negra. Le sienta mejor la Roja...

Frío escénico. Queda claro que la elección del Calderón no resultó la adecuada. O mejor dicho, el problema es que el precio de las entradas tampoco acababa de ser el idóneo para una cita mundialista metida con calzador entre una Liga tripolar apasionante y una Champions que ya empieza a mostrar sus primeras etapas alpinas. Cierto que cobrar 80 euros por la más cara y 20 por la más barata no parece un abuso, pero a las diez de la noche y con el frío húmedo del invierno del Manzanares calando en los huesos más valdría que hubieran rebajado aún más los precios. Tipo Bundesliga, sin ir más lejos. Aún así, sorprendió ver tantas butacas libres cuando el reclamo del debut de Diego Costa, que jugaba como héroe local, permitía barruntar una presencia de miles de fieles atléticos mucho mayor de la que en realidad hubo. Tampoco ayudó a la felicidad estética de la velada esa nueva camiseta color negro y flúor que a muchos aficionados les dejó descolocados. Italia jugó como acredita su sobrenombre: la Azzurra. Si nosotros somos la Roja, cuesta entender que siendo anfitriones apostáramos anoche por el márketing y no por la identidad nacional que ha trascendido fronteras. España juega de rojo. Lo del negro debe ser sólo un recurso en caso de coincidencia con el rival de turno...

Iker & Buffon. Las dos porterías lucían palmito y alguna cana. Los dos arqueros encierran dos salas de trofeos ellos solitos. Casillas, 153 internacionalidades, y Buffon, 139. Total: 292. Casi 33 años Iker (los cumplirá el 20 de mayo) y 36 el juventino. El español tiene un duende protector y se vio en el centro-chut de Cerci, que fue al palo. Buffon, sin embargo, paró todo hasta que Pedro encontró un hueco bajo su costado...

Costa, paciencia. Lo fácil sería demonizarle tras un debut más que discreto. Tenía mis dudas con su elección. Pero España es grande. En el minuto 26 me sorprendí pegando un grito recriminatorio a Thiago Motta cuando le dio una patada fea en el tobillo. He pasado la prueba emocional. Ya veo a Costa como UNO DE LOS NUESTROS.

Luis & Puyol. El merecido y sentido homenaje a Luis Aragonés nos recordó que el Sabio de Hortaleza fue el que puso la primera piedra de esta era triunfal. Y tampoco me olvidó de Puyol. Un tío de los de antes. Honesto, sobrio, directo en el campo y fuera de él. Se dejó la piel con la Roja y sus 100 partidos redondean su grandeza y su compromiso. Aquel gol camachiano a Alemania quedará en nuestra memoria. ¡Viva España!