No se equivoquen con el Himno de Estados Unidos
Además de las propuestas a los cambios de reglas (Dios quiera que finalmente alguien nos pueda aclarar qué es una recepción) y la inminente venta de los Carolina Panthers, quizá el tema más álgido que discutirán los dueños de las 32 franquicias de la NFL -en una de sus reuniones anuales- tiene que ver con el protocolo a seguir durante la ceremonia del Himno de Estados Unidos, previo a cada uno de los 270 partidos de cada temporada.
Sí, el fantasma de Colin Kaepernick aún persigue a la liga, pese al descarado veto que pesa sobre el ex quarterback de los 49ers, algo así como el infame “Pacto de Caballeros” del futbol mexicano.
Para quienes no estén familiarizados con la historia, hace un par de años Kaepernick decidió poner una rodilla en el suelo cuando sonaba el himno estadounidense, a manera de protesta por el maltrato de la policía a hombres y mujeres de raza negra en ese país.
Otros jugadores de los 49ers, como el safety Eric Reid (quien curiosamente tampoco ha sido firmado por algún otro equipo, pese a ser uno de los mejores en su posición) siguieron el ejemplo de Kaepernick.
Y la cosa creció, porque luego fueron jugadores de otros equipos; y luego fueron otras liga, como la NBA, y hasta el deporte universitario se unió a la silenciosa, pero mediática y polémica protesta.
Fue tal el impacto que tuvo el movimiento que inició Kaepernick, que el presidente Donald Trump adoptó el papel de su crítico más arrojado y tosco. Calificó como “hijos de puta” a los jugadores que se arrodillaban durante el himno; dijo que deberían ser despedidos y reprochó a la NFL por negarse a implementar una regla para obligarlos a que se mantengan de pie durante la ceremonia de honores a la bandera.
El comisionado Roger Goodell, odiado por los fans de la NFL por infinidad de razones, le puso el pecho a las balas y respondió al Presidente: “La NFL y nuestros jugadores hacen lo mejor cuando ayudan a crear un sentido de unidad en nuestro país y nuestra cultura... Los comentarios divisivos como estos demuestran una lamentable falta de respeto por la NFL, por nuestro gran juego y por todos nuestros jugadores, y un problema por no entender la fuerza abrumadora que nuestros clubes y jugadores representan en nuestras comunidades”.
Sin embargo, hay dueños de franquicias que piensan como Trump.
El grupo lo encabezan Jerry Jones, de los Dallas Cowboys, y Robert McNair, de los Houston Texans.
“Creo que vamos a tener que lidiar con ese tema. Creo que la gente va a entender que queremos que todos respeten a nuestro país, que respeten nuestra bandera”, dijo McNair. “Y que nuestros campos de juego no son lugar para declaraciones políticas. Son lugar para jugar football”.
Afortunadamente, no todos piensan igual.
“Tengo un inmenso respeto por los jugadores y sus esfuerzos”, dijo Christopher Johnson, dueño de los New York Jets. “Creo que si otros equipos lo ven así, no sería un problema en la NFL. No puedo hablar de cómo otras personas dirigen a sus equipos, pero creo que tratar de obligar a los jugadores a que se callen es una idea fantásticamente mala”.
Lo es.
Lo peor que pueden hacer los dueños es inventarse una regla para forzar a sus jugadores a mantenerse de pie durante el Himno.
La NFL y cualquiera otra liga deportiva del mundo es una extensión de la sociedad a la que pertenece. Es como la oficina en la que trabajas o el edificio o la comunidad en donde vives.
Hay ciertas reglas, claro, pero a nadie se le debe negar el derecho a manifestarse y/o protestar por que no está de acuerdo.
El problema son los vetos. Si continúan, los jugadores terminarán por desistir de sus manifestaciones por el miedo a no ser contratados nunca más en la NFL.
Y el grupo texano ganaría esta ridícula “guerra”, que “The Kap” inició -sin imaginarse las ramificaciones- por haberse atrevido a clamar justicia.