Messi y el caño a Guardado
Amaga y caño, amaga y caño, amaga y caño... este es el sueño que Guardado tiene almacenado no en su consciente, ni en su subconsciente sino ya en su inconsciente. Lo tendrá para toda su vida.
Corría el minuto 86, el Barça apaleaba al Betis 0-4 y Messi estaba cerca de su área defendiendo como si no hubiera un mañana.
Messi merodeaba a sus anchas por donde quería del campo, robaba balones, creaba maravillas, daba goles, metía goles, volaba hasta el cielo, bajaba... lo de casi cada partido. Siempre que lo veo, me pregunto, ¿qué haremos cuando Messi se vaya del fútbol?. Cuando él se vaya, el fútbol nunca debería llamarse igual.
Pues eso, que Messi le dio, en uno de esos momentos que tiene él, por bajar a robar el balón en pies de los béticos. Repito, con un 0-4 bajó a defender.
Querido lector, póngase a buscar imágenes de grandes cracks mundiales como Neymar, Rooney, Dyabala, Ronaldo, Lewandowski, etc... e intente encontrar a alguno de estos cracks defendiendo y robando balones con un 0-4. No lo intenten, no van a encontrar ninguno, ya se lo digo yo.
Y en un cuarto de segundo, delante de un luchador e incasable Guardado, le metió uno de esos caños que pasan directamente a la historia no por su belleza, simpleza, calidez y genialidad. Sino porque lo hizo sin querer.
Messi regatea, dribla, golea, asiste y juega sin querer y eso es, precisamente, lo que le hace brillar y ser el mejor jugador del mundo y de la historia.
Ese caño se cantó y se gritó más en las casas y en los bares, que los dos goles que había metido antes, porque ese caño es el que le hace ser eterno.