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Despertándome de la pesadilla

Miami

Esta semana he tenido una pesadilla. No ha sido la de ir volando sin control, ni bajar una escalera, que se me caigan los dientes o ir casi sin ropa por la calle y que la gente se riera de mí.

He soñado sucesos inimaginables que no me dejan dormir desde el martes.

El PSG nos daba un baño.

El Madrid le ganaba al Nápoles sin merecérselo.

Nos olvidábamos de jugar al fútbol como sabemos.

Nos confundíamos y no sabíamos mover la pelota ni crear arte.

Luis Enrique se enfadaba con un periodista que le hacía una pregunta normalita y se lo tenían que llevar en volandas porque sino se lo comía vivo.

Sampaoli se postulaba como entrenador del Barça.

No defendíamos como leones, parecía que teníamos cien años y que el PSG corrían como si les fuera la vida en ello.

André Gomes metía un gol fácil contra el PSG, aunque no sé si eso lo catalogaría como pesadilla o puro surrealismo.

Messi no marcaba y no regateba a nadie mientras Neymar era el único que pedía la bola y decía "a mí a mí, pasádmela a mí que yo encaro"

Todo el Barça se iba al garete porque el PSG nos metía 4. ¡Qué pesadilla más tonta!

Los contragolpes del Nápoles no fructificaban y aunque metía el primero, después le metían tres.

Benzema volvía a marcar. Madre mía.

Todos los amigos merengones se reían de mí como de todos los culers.

El Barça se creía inferior y pensaba que era imposible remontar. Eso no es posible.

Fue una amarga pesadilla.

Queda mucha temporada y no podemos tirarla. Lo que le molesta a la gente del Barça es que no haya actitud positiva, que no se dejen la piel y que los que salen a jugar sientan al Barça en el fondo de su alma.

En fin, fue una pesadilla y seguro que como decía Calderón : "y los sueños, sueños son", y nada más.