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El Hincha Furibundo

Messi: lección para la eternidad

MiamiActualizado a

Cuenta la leyenda, que Modigliani, antes de empezar alguna de sus obras, fuese pintura o escultura, se quedaba pensativo y se preguntaba: “cuánto trozo de eternidad le voy a poner a esta nueva obra de arte”.

Messi es como Modigliani, aunque creo que no lo sabe.

Cuando todo estaba perdido, cuando Argentina se hundía, cuando había mucha “bronca”, cuando algunos que se hacen llamar periodistas le decían que no cantaba el himno y que se escondía, cuando llegaba una Colombia potente que ha zurrado a Messi hasta en el pasaporte y cuando estaban a punto de quedarse eliminados para ir al próximo mundial, cuando todo parecía perdido, de repente, volvió a aparecer el mejor jugador de la historia para regalarnos recuerdos eternos.

Y Europa, mientras tanto, dormía. No es justo. Debería haber sol en todo el planeta y que todos lo vieran.

Como Von Karajan, ha cogido la batuta de la historia y ha empezado a mover a todos los jugadores, tanto argentinos como colombianos. De un lado a otro. De un lado a otro. Como las olas.

En primer lugar ha metido un gol de falta que ha supuesto un terremoto en el hemisferio sur.

Uno de esos goles antológicos que pasarán a la historia como el que metió Van Basten en aquella final del 88 contra Dassaev. El famoso gol imposible. Esos de lo que Ronaldo no mete ni en el FIFA.

Luego, no cansado con eso, escorado a la derecha, y después de regatear hasta su sombra, le ha regalado el segundo gol con un pase sutil a la cabeza de Pratto justo en el milímetro superior de la cabeza del defensor colombiano. Para enmarcar.

Es que ni con la mano se puede hacer un pase tan exquisito. Y San Juan gritaba y gritaba. Messsiiii, Messsiiii.

Pero quedaba el postre. El postre de oro bañado con tintes universales.

Toque de tacón a Enzo Pérez que, como no, la pierde pero Messi, siempre Messi, roba el balón al defensor en un alarde de fuerzas que espero que tenga el sábado contra el Málaga, encara al meta y para el tiempo.

Como cuando Neo en Matrix se tira hacia atrás.

Como cuando pasa un infinito y solo ha pasado un segundo, pero el suficiente para que todos escondamos el suspiro para ver dónde pasará el balón. Balón que le regala a Di María y que fusila a placer.

Y mientras tanto, el otro, metiendo goles a Letonia. Va por favor, basta ya.

No os acostumbréis, un día ya no estará y todo será lamentos.