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Nacho García

Raúl: El MacGyver del gol

Cuando al actor Richard Dean Anderson le propusieron interpretar a un agente de inteligencia que acabara con los malos sin empuñar jamás un arma, el actor de Minneapolis nunca se podría imaginar que aquella serie fuera a tener tanto éxito. Cuando en el año 1994 Jorge Valdano se llevó a Zaragoza a un niño de 17 años para debutar con el Real Madrid y mandó fuera dos ocasiones claras, tampoco todos confiaron en Raúl González Blanco.

Con el paso de los años nos fue enamorando, un amor hacia lo desconocido porque 'el siete' no era un sobresaliente en nada. No era demasiado alto, ni excesivamente fuerte, había cien delanteros más rápidos y su habilidad con el balón no daba para hacer muchas florituras. Su principal virtud se basaba en ser un futbolista práctico. Él no se entretenía, era un oficinista vestido de corto al que no le gustaba perder el tiempo, el camino más directo hacia la celebración era el gol de Raúl.

Piensen qué goles recuerdan del eterno capitán del Real Madrid. ¿Recuerdan más de cinco que fueran espectaculares? Yo no. Dejando a un lado 'el aguanís' y aquel recorte en la Octava Copa de Europa, el resto de su repertorio son tantos sencillos, de patio de colegio, de balón a la olla, del más listo de la clase. En definitiva, son goles prácticos, directos, si había que meterla con el trasero se metía. Con lo que hiciera falta. Pero la pelota entraba. Y en ese don de hacer tantos goles, muy pocos han sido mejores que él.

Un gran goleador terrenal, lejos de los dioses que hoy en día dominan el fútbol de élite. Raúl era mucho más sencillo, su principal virtud era la supervivencia. Cuanto más compleja se presentaba la temporada para ser titular, menos dudas había de que el siete acabaría saltando entre los once elegidos. Llegó Ronaldo, el brasileño, y compartieron gloria. Después apareció Michael Owen con un balón de Oro bajo el brazo, el último capricho del presidente. El inglés se convirtió en suplente de lujo.

Su mérito fue mantener el trabajo y la madurez siempre intactos pese a compartir vestuario durante años con auténticas estrellas de Hollywood.Raúl marcaba la línea en aquel equipo. No importaba si Zidane, Figo o Ronaldo tenían más de qué presumir. Quien metía al final los goles, era el capitán, el siete. Dicen las malas lenguas que por sentirse siempre amenazado y 'salvar la vida en cada curso’, comenzó a celebrar marcando con los pulgares su nombre en la espalda.

Tiene mucho mérito ser el mejor futbolista español de la historia pese a no haber sido parte activa de las dos Eurocopas y el Mundial que la Roja levantó en tan solo cuatro años. De hecho, la imagen que a muchos se nos dibuja en la cabeza cuando pensamos en Raúl vestido de rojo es aquel penalti fallado ante Francia un 25 de junio de 2000. Sin embargo, no haber levantado ningún título con el equipo nacional otorga cierta humanidad a la leyenda de Raúl. Y hablo de manera apropiada al calificarle como tal, porque desde este domingo 15 de noviembre de 2015, el mítico siete ya es leyenda. Más blanca que roja, pero leyenda al fin y al cabo.

Futbolista único pero sin reconocimiento internacional. Raúl jamás ganó un Balón de Oro pese a merecerlo. Habitaba en la prehistoria del actual circo del fútbol, este que hoy en día vive tan marcado por el marketing y los medios de comunicación. Al capitán del Real Madrid siempre le faltó esa dosis mediática que sin embargo sí permitió a muchos otros ganarlo con menos logros. Nunca fue amigo de las entrevistas y marcaba la distancia con la prensa. Tampoco se prestó a muchos comerciales de su marca deportiva, él no priorizaba un día de rodaje sobre una sesión de entrenamiento. Era un futbolista 'de los ochenta’ en los orígenes del fútbol actual y tuvo un agente, Ginés Carvajal, que no supo construirle un personaje dentro del 'Star System’ de su momento.

Si cierro los ojos y pienso en Raúl le encuentro corriendo por los infinitos jardines del hotel en China, camiseta sin mangas y ritmo alto. Mientras sus galácticos compañeros firmaban autógrafos y presentaban productos, el capitán forjaba su leyenda poniéndose en forma, por entonces ya no era tan joven y tenía claro el camino a seguir si quería acabar su carrera como un ilustre veterano en la tierra del dólar. Otro plan que siempre tuvo en la cabeza, lo persiguió, lo peleó y lo consiguió.

Español de costumbres, de esos que no perdona una siesta. 'Torero de césped' que paseó su capote hasta el último título en tierras americanas. Tipo familiar que persigue sus sueños dentro y fuera del campo. Encontró a la mujer de su vida y no paró hasta agarrar su mano, soñó con una princesa y no dejó de buscarla pese a que estuvo cerca de montar el Raúl FC en su propio hogar. En su cabeza siempre había un plan, y aunque fuera rocambolesco al final funcionaba, como MacGyver.