Enseña un manjar que se produce en España, pero muy pocos españoles comen porque casi todo se exporta: “Se lo llevan los franceses e italianos y no me da la gana”

“A veces, hace falta ver las cosas con perspectiva para poder apreciar lo bueno que tenemos, desde algo tan pequeño hasta lo más grande”, cuenta el creador de contenido conocido en redes sociales como Jordi O’Riordan antes de ensalzar uno de los manjares españoles cuya producción se exporta en su mayoría: la trufa negra de Teruel.

La trufa es un hongo subterráneo que crece en simbiosis con las raíces de ciertos árboles, como encinas, robles y avellanos. Pero esta, a diferencia de otros hongos más comunes, no está en la superficie, sino que se queda enterrada en la tierra, por lo que es más difícil de encontrar. Una tarea para la que normalmente se usan perros o cerdos entrenados para ello, especialista en rastrear su aroma.

Este hongo, cuyas variedades más conocidas son la trufa negra, la trufa blanca y la trufa de verano, es uno de los ingredientes más exclusivos y apreciados en la alta cocina mundial. Un lujo que se exporta en gran medida a otros países de nuestro entorno.

“En España no valoramos lo que tenemos y la mejor prueba de ello es esto que tengo aquí: la trufa negra de Teruel. España es el mayor productor del mundo de trufas negras, pero exportamos el 90% de ellas para que los franceses se lo pongan al paté y los italianos hagan risotto. Pues no me da la gana”, manifiesta Jordi O’Riordan en TikTok.

Infravalorados

Para O’Riordan, no es un pecado que España exporte este preciado ingrediente a las cocinas de otros países, sino que no se valore dentro de las fronteras propias. “No me molesta que se coman nuestras trufas, sino el hecho de que tengan que salir de nuestro país para ser bien apreciadas”, cuenta.

“Esto no pasa únicamente con la comida. Cuando me fui a vivir a Irlanda, me sorprendió gratamente la buena reputación que teníamos los trabajadores españoles. Incluso tuve un jefe irlandés que me dijo que prefería contratar a trabajadores españoles antes que a irlandeses. Pensaba que era algo solo de allí, pero cuando he hablado con personas que han emigrado a otros países todos han compartido conmigo una experiencia muy similar. Entonces, ¿por qué nos infravaloramos tanto? Reconozco que a mí me hizo falta irme para poder apreciar mi gente, mi gastronomía y mi cultura. Por eso, no hace falta que salga para que sea increíble, solo hay que mirarlo con otros ojos y aprender a valorarnos”.

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